A casi todo el mundo le ha pasado alguna vez: tomarse un delicioso y refrescante helado y, de golpe, sentir en la cabeza, en la parte de la frente y de las sienes, un intenso dolor que se irradia por todo el cráneo. Este dolor continúa a medida que se cierran los ojos y, tras unos segundos, desaparece de repente, de la misma manera que ha aparecido. Es un dolor breve pero intenso.
El dolor de cabeza por un estímulo frío se conoce con el nombre científico ganglioneuralgia esfenopalatina, llamado así por el ganglio esfenopalatino, un grupo de células nerviosas que están vinculadas a dolores de cabeza. Se trata de una cefalea primaria, es decir, el dolor de cabeza es el único o principal síntoma de la enfermedad. Y dentro de las cefaleas primarias, la cefalea por estímulos fríos afectaría a un 15% de la población en España, según la Guía Oficial de la Práctica de Cefaleas de la Sociedad Española de Neurología (SEN). ¿Qué hay detrás de esta afección?
Dolor de cabeza por estímulos fríos
El dolor por un estímulo frío, o cefalea por crioestímulo, es muy común. En 1988, la International Headache Society lo reconoció formalmente y lo denominó “cefalea por estímulo frío” en su clasificación de los distintos tipos de dolor de cabeza. Los síntomas son inofensivos y no suponen un riesgo de ninguna enfermedad.
Aunque se desconoce la causa exacta, existen algunas teorías sobre porqué se produce. Una de ellas sugiere que se origina cuando una sustancia muy fría entra en contacto con la parte posterior de la garganta y hace que los pequeños vasos sanguíneos de esta zona se contraigan y se dilaten rápidamente. Los receptores del dolor cercanos a estos vasos sanguíneos detectan la incomodidad y envían el mensaje a través de pequeñas fibras nerviosas a un nervio más grande, que lo envía al cerebro.
En el estudio Cerebral Vascular Blood Changes During Brain Freeze, los expertos monitorearon el flujo de sangre en varias arterias cerebrales mediante Doppler transcraneal mientras las personas bebían agua helada con una pajita dirigida a su paladar superior (condiciones ideales para la congelación cerebral). Después, bebían la misma cantidad de agua a temperatura ambiente. Los hallazgos demuestran que una arteria en particular (arteria cerebral anterior) se dilata rápidamentee “inunda” el cerebro con sangre cuando las personas sienten dolor. Poco después de la dilatación, el mismo vaso se contrae y el dolor retrocede.
Los expertos creen que estas reacciones pueden ser un tipo de defensa del cerebro. Este, aseguran, es bastante sensible a la temperatura, por lo que la vasodilatación podría mover sangre caliente dentro del tejido para asegurarse de que el cerebro se mantiene caliente. Pero, como el cráneo es una estructura cerrada, el flujo repentino de sangre que recibe podría aumentar la presión y es lo que provocaría dolor. Para los expertos, la vasoconstricción puede ser una forma de reducir la presión en el cerebro antes de alcanzar niveles altos.
El dolor no se siente en la boca sino en otras áreas de la cara, detrás de los ojos y la nariz, en la frente o en las sienes. Es más probable que ocurra si hemos realizado ejercicio y estamos sudando y si la temperatura ambiente es alta. El dolor extremo y agudo suele alcanzar su punto máximo a los pocos segundos de comer algo frío muy rápido y dura de varios segundos a uno o dos minutos (rara vez dura más de 5 minutos). Es el resultado final de la rápida contracción y dilatación de los vasos sanguíneos. Se cree que los pacientes con migrañason más susceptiblesmigrañaa tener este tipo de dolores.
¿Se puede prevenir?
Debido a su brevedad, los dolores de cabeza por el consumo de sustancias frías son difíciles de evaluar y estudiar y tampoco hay un consenso claro sobre cómo prevenirlos. Pero sí se piensa que el problema está, en la mayoría de los casos, cuando bebemos o tomamos algo frío muy rápido, porque no le estamos dando tiempo a la boca (que está muy vascularizada) a absorber bien el frío.
Un estudio publicado en el British Medical Journal en 2002 sugiere que comer helado demasiado rápido aumenta la incidencia de los dolores de cabeza, mientras que hacerlo lentamente puede ayudar a detener y prevenir el dolor (aunque no siempre, admiten). Es una manera que tiene nuestro cuerpo de decir que vayamos despacio, que nos tomemos el consumo de una sustancia fría con calma.
El dolor de cabeza tras comer un helado o un granizado es una reacción al frío, no al helado ni al granizado. Una de las mejores maneras de prevenirlo es, por tanto, comer alimentos fríos lentamente, lo que permite al paladar mantener su temperatura regulada el tiempo suficiente para que el centro del nervio superior no reaccione de manera exagerada a lo que está sintiendo. Los expertos también sugieren, cuando ya ha aparecido el dolor, presionar la lengua contra el paladar, lo que ayudaría a calentar el paladar un poco más rápido de lo que lo haría y, por tanto, reduciría el tiempo del dolor de cabeza.
Una herramienta útil de investigación
Los científicos están analizando el dolor de cabeza por frío para comprender mejor la migraña y otros trastornos del dolor de cabeza en general. Y es que muchos de los dolores de cabeza son difíciles de estudiar en un entorno de laboratorio; en cambio, el dolor de cabeza por estímulos fríos se puede inducir más fácilmente, admite la National Headache Foundation.
Se cree que los dolores de cabeza por migraña pueden incluso ser inducidos por el frío en algunas personas, lo que lleva a algunas investigaciones a creer que existe una conexión estrecha entre lo que sucede durante ciertos tipos de dolores de cabeza por migraña y lo que ocurre durante un dolor de cabeza por frío.
Un posible vínculo entre el dolor de cabeza por frío y otros dolores de cabeza son los cambios locales en el flujo sanguíneo cerebral. De confirmarse este tipo de teorías, los expertos creen que podrían desarrollarse medicamentos que bloqueen el ensanchamiento de los vasos sanguíneos (vasodilatación) y mejorar el tratamiento para muchas personas con dolores de cabeza de distinto tipo. Lo que sí está claro es que los dolores de cabeza por el consumo de sustancias frías no son precisamente una amenaza para la salud, aunque sí se empiezan a tratar como una herramienta de investigación útil.
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