Epilepsia, ¿se puede prevenir?
La epilepsia es un problema de salud con efectos muy importantes. Además de los movimientos espasmódicos de brazos y piernas típicos de las convulsiones -su síntoma más conocido-, las personas con esta enfermedad sufren episodios de ausencias y confusión temporal e incluso pérdida del conocimiento, entre otros.
Pero sus consecuencias van más allá: son “neurobiológicas, cognitivas, psicológicas y sociales”, según explica un manual de recomendaciones sobre epilepsia editado por la Sociedad Española de Neurología (SEN) en 2019.
Esos perjuicios afectan la salud mental, por sensaciones como miedo, ansiedad o inseguridad constantes ante la posibilidad de sufrir un ataque. Y también incluyen circunstancias como caídas, ahogamientos, accidentes automovilísticos o, en el caso de las mujeres, complicaciones durante el embarazo.
Además, el riesgo de muerte prematura entre los pacientes con epilepsia es hasta tres veces mayor de la media para la población general. La expectativa de vida, según la SEN, disminuye para ellos entre dos y diez años.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay unos 50 millones de epilépticos en el mundo, lo que equivale a una persona de cada 160. Algunos estudios, no obstante, cifran esa estimación en unos 70 millones (una persona de cada 114).
En España, de acuerdo con la SEN, las personas con epilepsia son entre 300.000 y 400.000. Es por ello que esta enfermedad constituye -como afirma la OMS- “uno de los trastornos neurológicos más comunes”.
Las causas de la epilepsia
En la mitad de los casos, la causa precisa que ocasiona la epilepsia se desconoce. En la otra mitad, las principales causas identificadas son las siguientes:
- Traumatismo craneal. Un golpe fuerte, fruto de una caída, un accidente automovilístico u otro episodio violento, puede hacer que una persona desarrolle epilepsia.
- Infecciones u otras enfermedades. La meningitis, la encefalitis viral, el VIH o ciertas infecciones parasitarias -como el paludismo o la cisticercosis, una afección causada por la tenia porcina- también pueden hacer que alguien se torne epiléptico.
- Lesiones prenatales o durante el parto. El problema también puede desarrollarse a partir de problemas como una mala nutrición de la madre durante el embarazo, una infección, deficiencias de oxígeno o algún traumatismo en el nacimiento.
- Anomalías cerebrales. Bajo este concepto se incluyen problemas diversos, desde malformaciones vasculares o arteriovenosas hasta tumores en el cerebro, pasando por un ictus o enfermedades degenerativas. Los accidentes cerebrovasculares -según los expertos de la Clínica Mayo, de Estados Unidos- son la principal causa de epilepsia en personas mayores de 35 años.
- Influencia genética. Algunos tipos de epilepsia son hereditarios. De hecho, según el mismo documento de la Clínica Mayo, se han asociado ciertas formas de epilepsia a genes específicos. Sin embargo, “en la mayoría de los casos, los genes son solo una parte de la causa de la epilepsia”, y en todo caso “pueden hacer que una persona sea más sensible a las condiciones ambientales que desencadenan las convulsiones”.
Las primeras tres de esas causas (traumatismos, infecciones o lesiones prenatales) tienen una incidencia mayor en países con ingresos medianos y bajos. Allí se pueden encontrar una explicación al hecho de que alrededor del 80% de los pacientes con epilepsia de todo el mundo vivan en esas regiones.
En tales lugares, cada año se diagnostican una media de 139 casos de epilepsia por cada 100.000 habitantes, casi el triple de lo que sucede en los países con ingresos altos (49 personas de cada 100.000). De todos modos, esa cifra en España equivale a más de 23.000 nuevos casos de epilepsia cada año, un número nada pequeño.
¿Se puede prevenir la epilepsia?
En general, hay en la población general bastante desconocimiento ante el interrogante de si la epilepsia se puede prevenir o no. Basta como prueba una encuesta realizada por la SEN, cuyos resultados se incluyen en el ‘Libro blando de la epilepsia en España’, editado por ese organismo en 2013.
Según esa consulta, el 40,9% de los españoles cree que esta enfermedad se puede prevenir, mientras que un 34,7% supone lo contrario. Lo cierto. es. que la OMS estima que uno de cada cuatro casos son prevenibles. “El primer paso en la prevención de la epilepsia es evitar las causas o factores de riesgo”, explica en un artículo Agustín Legido, experto español afincado en Estados Unidos.
Y aunque no existe ninguna forma completamente segura de evitarla, sí se pueden tomar medidas como las siguientes para disminuir las probabilidades de padecer el problema.
1. Evitar los golpes y traumatismos
Esta recomendación es casi de sentido común, pero no está de más recordarla. Sobre todo, si se tiene en cuenta que uno de los factores de riesgo de epilepsia es la edad, pues su aparición es más frecuente en niños y adultos mayores, y son esos mismos grupos etarios los más propensos a sufrir caídas u otros accidentes hogareños y, por lo tanto, golpes fuertes.
En este sentido, también es importante recordar la importancia de respetar las medidas de seguridad correspondientes a cada tipo de vehículo en los que se viaja: cinturón de seguridad, cascos, luces, chalecos reflectantes, etc.
2. Llevar una vida saludable
Dado que los accidentes cerebrovasculares y otras enfermedades de los vasos sanguíneos son una de las principales causas de epilepsia en los países desarrollados, la Clínica Mayo recomienda hábitos saludables para evitar esas afecciones: llevar una dieta equilibrada, hacer actividad física, limitar el consumo de alcohol y no fumar.
3. Cuidar la higiene
Dado que también las infecciones pueden ser causa de epilepsia, evitarlas es también un método de prevención. Y las medidas de higiene -en particular en las preparación de las comidas- resultan claves en este sentido.
Tratamientos contra la epilepsia
Por lo demás, los tratamientos apuntan sobre todo a tratar de reducir la cantidad de convulsiones. Por lo general incluyen fármacos, cambios en el estilo de vida y, en ocasiones, cirugía, como explica un artículo publicado por la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos.
Además, en los últimos años se ha desarrollado una técnica llamada estimulación del nervio vago, que hace llegar impulsos eléctricos al cerebro y, de ese modo, previene las crisis consulsivas o acorta su duración. Según los estudios, permite que, después de dos años, en el 50% de los pacientes la frecuencia de esas crisis se reduzca a la mitad.
El gran objetivo, desde luego, es que los efectos de la epilepsia estén cada vez menos presentes en la vida cotidiana de esas personas. De esa manera, podrán tener una calidad de vida lo más alta posible, reduciendo no solo los perjuicios de la enfermedad sobre su salud física sino también sobre su salud mental y su vida social.
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