“Nos obsesionan Flos Mariae porque no las entendemos”: una década de extraña fascinación por el grupo de pop cristiano

Si en 2003 el diario The Sun se jactó de haber encontrado a la única persona sobre la faz de la Tierra que jamás había escuchado hablar de David Beckham –supuestamente, un pastor de Chad que ocupó su portada aquel 14 de agosto–, veinte años después y acotando la búsqueda a las lindes del Internet hispaonohablante, sería más complicado replicar tal titular con las componentes de Flos Mariae (Alba, María, Flor, Estel, Victoria, Patricia y Montserrat Bellido Durán). Es bastante improbable no haber escuchado hablar de ellas.

Desde que conocimos a este grupo de pop cristiano integrado por siete hermanas de una familia ultrarreligiosa de 16 miembros hace casi una década, su extensa (y peculiar) producción musical, con cientos de canciones compartidas con el mundo con la finalidad de evangelizar; sus variopintos negocios digitales que, según indican en sus webs, abarcan desde el servicio de citas para solteros católicos al coaching, pasando por un canal de televisión; su escisión en 2021, que las dividió en 4HDB y Mariah's Pop; así como las capas más opacas de su historia, que incluye denuncias por la no escolarización y el aislamiento de los nueve hijos menores de la familia, se han convertido en una obsesión compartida entre los que pasan mucho tiempo online, y entre los que no tanto.

A Los Javis, Calvo y Ambrossi, expertos en diseccionar y sacar brillo a los hitos más efervescentes de la cultura pop, la historia de las hermanas gerudenses no parece haberles pasado desapercibida en la creación de su nueva serie, La Mesías (Movistar Plus+). Aunque evitan confirmarlo, es imposible no trazar similitudes entre ellas y las Stella Maris de su ficción. La mecha perfecta para reavivar el interés de los seguidores de esta trama. ¿Por qué el fenómeno Flos Mariae nunca muere?

El efecto llamada de lo inesperado y lo feísta

“Estamos obsesionados porque no las entendemos y lo poquísimo que sabemos de ellas tan solo nos devuelve más preguntas”, dice Rafa Gil, creativo publicitario y seguidor acérrimo de las hermanas Bellido Durán desde que en 2014 publicaran su primer videoclip como Flos Mariae (Amén). “Fue el típico vídeo que te mandan diciendo 'tienes que ver esto'. Siete hermanas muy serias cantando 'como una loncha de queso en un sándwich preso, te sientes sin sosiego entre la duda y el miedo' son pistas suficientes para saber que no has visto nada igual en tu vida”.

La extrañeza de su música e imagen, sumada a los antecedentes de un Internet temprano en el que ya nos la habían colado con campañas publicitarias musicales como el Amo a Laura, del grupo ficticio Los Happiness, también cristiano y de estética anacrónica, generó sospechas. De entrada, todo el mundo pensó que era otro fake. Pero eso no evitó que el vídeo se propagara como la pólvora.

“Nos flipa ver a gente que no esperamos utilizando Internet para comunicarse”, explica Álvaro L.Pajares, que se dedica a la búsqueda y análisis de contenidos virales y ha coordinado el ensayo Memeceno. La era del meme en internet (La Caja Books). “Ellas son claramente ese ejemplo. Los carteles que hacían al principio, las transiciones de los vídeos hechas con Windows Movie Maker, con efectos superbásicos y superfeístas, que forman parte de una estética que ahora ha vuelto. Ver que no han pasado a otras cosas, sino que siguen ahí, estancadas en los 2000, en ese internet tan prehistórico, es fascinante y nos atrapa a todos”.

El grupo nació como una promesa a la Virgen: pop cristiano para curar a su madre, María Durán, de un cáncer

El grupo nació como una promesa a la Virgen: pop cristiano para curar a su madre, María Durán, de un cáncer. Pero Flos Mariae solo era entonces la última expresión del peculiar universo que esta familia llevaba años construyendo en Internet. La matriarca, que acabó falleciendo por un fallo cardíaco en 2015, un año después de la génesis de la girl band, plantó la semilla con CatholicosOnLine, un “portal de formación e información espiritual” del que deriva todo el entramado de páginas, redes y proyectos que siguen alimentando hoy parte de estas hermanas. 

“Llevan toda la vida haciendo esto, subiendo contenido a YouTube. Hay vídeos de estas niñas en casa de sus padres cantando el Ave María con nueve años”, dice a elDiario.es Maya Pixelskaya, colaboradora de Zapeando, que lleva años siguiendo y participando públicamente en la construcción de esta historia.

Quique Ramos, crítico musical (@diasderubias) que también ha seguido la trayectoria de las hermanas en todas sus etapas, recuerda que las conoció a través de un artículo de Borja Prieto en su web Está Pasando. “Confío muchísimo en su criterio para las cosas raras y aluciné escuchando las canciones que compartía. Me encantó su aspecto de secta colorista, pero sobre todo la música”, dice. “Una especie de coctelera en la que cabían el pop comercial del momento, la música religiosa y las construcciones melódicas de un niño de tres años”. Encuentra en ellas referencias coetáneas como las surgidas en el sello y colectivo británico PC Music: “Muchas de las cosas que hacían estaban cerca de Lemonade, de Sophie, eran como PC Music en su versión art brut”.

Pero a pesar de su éxito y de la veneración nada irónica de buena parte del público, que se ha materializado con el interés por contratarlas para cantar en directo, las Flos Mariae nunca han accedido a hacerlo más allá de las pantallas ni alejándose de su propósito. “Me gusta la sensación de escuchar algo que no está hecho para ser escuchado masivamente, que tiene su foco en algo más elevado. Cantan a Dios, no buscan la excelencia ni el placer del oyente, es algo desesperado, más allá de sus capacidades. Creo que de esa desconexión con la cosa musical nace algo muy especial y único”, dice Ramos.

Me gusta la sensación de escuchar algo que no está hecho para ser escuchado masivamente, que tiene su foco en algo más elevado, cantan a Dios

Para Los Prieto Flores, que han desarrollado su carrrera en la industria discográfica, dueños de la agencia de creatividad digital Está Pasando, y que analizan y entrevistan desde su canal de YouTube (una especie de fanzine a viva voz) las tendencias y personajes más relevantes del mundillo, las Flos Mariae son objeto de culto. “A nosotros nos provocan la misma admiración que otros grupos que amamos por razones más musicales. En la ecuación de la obsesión, aparte de la música, se suma una imagen descomunal, fuera de cualquier canon, y una producción incansable. Un mundo aparte”, dice Borja Prieto. “Jamás va a aparecer algo semejante porque ni un ejército de creativos podrían pensar algo así y que resultara tan único”.

El factor religioso

“La combinación entre la falta de autoironía y de sentido del ridículo de todas ellas y la potencia de sus convicciones resultó fascinante desde el principio, poco sabíamos entonces sobre toda la historia que había detrás”, apunta Lucía Villalba Cabreira, socióloga y doctoranda en la Universidad de Buenos Aires que a través de su podcast, Intereses Conectados, analiza la relación entre actualidad y cultura pop en clave sociológica.

Lucía ha seguido a las Flos Mariae desde Argentina y contextualiza su éxito allí en un momento de proliferación de reality shows sobre familias numerosas religiosas como “19 Kids and Counting, que mostraba a Jim Bob y Michelle Duggar y sus 19 hijos discutiendo valores de pureza, modestia y fe en Dios, y a Sister Wives, que nos acercaba a la vida de una familia de fe mormona compuesta por Kody Brown, sus cuatro esposas y sus 18 hijos. Posiblemente la mayor parte del público que consume estos programas no comparten ni la ideología ni el estilo de vida de estas familias, y lo que atrae es justamente eso”, señala. “La diferencia entre estos programas de televisión y Flos Mariae es que, al ser un fenómeno que surgió en las redes sociales, se siente más cercano”.

“En España, la fascinación por los cultos, por la religiosidad y la iglesia católica está muy a flor de piel y en nuestra cultura”, apunta Álvaro L. Pajares. A pesar de que la fe y el interés por la religión decaen en las aulas, la alta cifra de colegios concertados (católicos a su vez en un alto porcentaje) o el calendario en torno a las festividades religiosas son signos de un contexto impregnado de este imaginario. “El director de cine más importante del país, Almodóvar, tiene varias películas sobre el tema. Los propios Javis, con La Llamada, o Elisa Victoria, con El Evangelio (Blackie Books) o Las Niñas, de Pilar Palomera, Goya a la Mejor Película en 2020”, cita L.Pajares, son ejemplo de ello. “Creo que esa relación que tenemos con la religión también tiene que ver con el éxito de las Flos Mariae”.

Para Rafael Ruiz Andrés, sociólogo especializado en estudios de religión y profesor en la UCM, no se puede entender el fenómeno de Flos Mariae sin las dinámicas del clickbait, donde la expansión de realidades poco comunes se acelera. Algo que, a pesar de la singularidad del caso de las Flos Mariae, está ocurriendo también con otros perfiles religiosos, de iglesias instagrameables como Hakuna que usan los códigos comunicativos de estas redes para dar a conocer su vocación. “Internet favorece en cierto modo esta visibilización de la pluralidad y de las distintas dimensiones del catolicismo, que es una realidad mucho más presente de lo que pensamos y por eso a veces nos genera extrañeza”.

El caso de los Bellido Durán, explica el sociólogo, con “16 hijos, una promesa de evangelización hecha a la Virgen, un cáncer primero superado pero con la madre que después fallece... Cuenta con elementos que generan una narrativa potente para ser compartida”. Pero, ¿cala su mensaje evangelizador? “Por lo que llamamos en sociología 'consecuencias no deseadas de la acción', en su caso concreto, sí que pueden acabar alejando al público general o contribuir a cierta dinámica que ha sucedido en las últimas décadas y que ha sido también motor de la secularización, que es la estereotipación del catolicismo”.

Tramas y subtramas de las Bellido Durán

La determinación por entender el ecosistema de esta familia, especialmente después del cisma de Flos Mariae en 2021 (Alba, María, Estel y Victoria por un lado como 4HBD y Patricia, Flor y Montserrat como Mariah's Pop) y tras conocerse en 2022 algunos detalles de La Mesías, ha desencadenado la aparición de cuentas en redes como @flosmariaegate, un perfil de X que busca y recopila información sobre ellas, y de episodios de programas de investigación como el que Focus (Cuatro) dedicó al asunto, en el que se recogen las únicas imágenes de dos de las hermanas, Flor y Monsterrat, que existen fueran de sus escenarios habituales (sus propias casas o los exteriores rurales de estas) y que no han sido publicadas por ellas mismas.

Las personas tras @flosmariaegate, que se mantienen en el anonimato, decidieron crear la cuenta “medio en broma”, según cuentan a este periódico, con la intención de “resolver el misterio de la disolución de las Flos Mariae”, que se materializó con un comunicado oficial y un vídeo de las hermanas que formaron 4HBD grabado dentro de una furgoneta. “A medida que hemos ido descubriendo más información, nuestra cuenta ha ido evolucionando y cambiando a un tono algo más serio, y nuestro interés también se ha ido desarrollando hacia otras direcciones”.

La salida a la luz de informaciones sobre la denuncia interpuesta en Santa Coloma en 1997 a los padres, Xavier Bellido y María Durán, por una supuesta desatención y maltrato a nueve de sus hijos, que habrían estado sin escolarizar (y cuyas custodias les fueron retiradas temporalmente y después devueltas por la justicia, como recoge la prensa de entonces) o sobre el pasado de la madre y de los otros cinco hijos vivos, que se habrían hecho una cuenta bajo el nombre @LosotrosHBD (Hermanos Bellido Durán) para contar su versión alternativa sobre la historia familiar, han alimentado la parte más turbia del relato y las pesquisas sobre cuánto de estas biografías hay o no en la ficción de Los Javis.

“Es fascinante y muy oscuro también porque si entras en los foros cristianos en los que escribía la madre contando toda la historia de la familia, diciendo que a ella la casaron siendo menor de edad y que huyó de ese matrimonio [del que nacieron sus primeros tres hijos] porque la maltrataban… Hay cosas muy duras”, comenta Maya Pixelskaya. No obstante, para buena parte del fandom de las otrora Flos Mariae, lo más representativo del fenómeno que dura ya casi un década sigue siendo el grupo musical en sí y la genuina alucinación por su universo colorista e hyperpop, las imprevisibles y siempre entretenidas derivas de sus carreras musicales y profesionales –coincidiendo con el estreno de La Mesías las Mariah's Pop se han abierto TikTok– o las incorporaciones al relato de nuevos personajes, como el marido de Montserrat, Juan Pablo Babiano, con quien ha montado Familia Iglesia Doméstica, otra de esas ramificaciones empresariales de incierto recorrido que son marca de la casa y que, dicen, ofrece “ayuda y formación para novios, matrimonios y familias”.

“Flos Mariae marcó una época. Esa estética, todas con esos vestidos de fiesta, esos pelos tan largos. Pero Mariah’s Pop ha sabido seguir esa estela y además se han lanzado a saco con el merchandising”, recuerda la presentadora, que atesora uno de los vestidos de su antigua firma de ropa, Meyalayer –una palabra inventada por la familia que significa fantástico–, que llegó a ponerse en Zapeando y que se ha convertido en “una posesión muy preciada porque la marca ya no existe y no se puede conseguir”. Su otro “incunable” de las Bellido Durán es una camiseta de Mariah's Pop, que le llegó con una dedicatoria personalizada que tiene puesta en la nevera y reza: “Feliz cumpleaños, hermana, adelante con la fe”. “Creo que eso es la cosa más personal que se puede tener de las Flos Mariae porque no interactúan con nadie”.

Musicalmente son unas 'outsiders' y unas genias destartaladas igual que lo fueron Daniel Johnston, las Shaggs o Jandek

Para Borja Prieto, de los Prieto Flores, la trascendencia de las Flos Mariae en la música y la cultura pop se resume en no pocas líneas. “Musicalmente son unas outsiders y unas genias destartaladas igual que lo fueron Daniel Johnston, las Shaggs o Jandek”. Lo suyo, dice, es “pop renacentista incansable, un imperio que va más allá de lo musical. Es renacentista porque incluye moda, propagación, marketing modernísimo, spin-offs, trifulcas, comunicados… y todo a un ritmo galopante y ajeno a las modas que vienen y van. Es un universo verdaderamente independiente, quizás el grupo, o conjunto de grupos, más indie que existe y el que ha llevado las técnicas del D.I.Y. [el hazlo tú mismo] más lejos. Tenemos suerte de ser contemporáneos de las Hermanas Bellido Durán”.

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