Los cuatro grandes beneficios de la pereza, según la ciencia
La pereza tiene mala prensa. Desde hace mucho: por algo el cristianismo la considera uno de los pecados capitales, mientras que la sabiduría popular afirma que la pereza es “la madre de todos los vicios”. La pereza es, de hecho, una de las causas de la procrastinaciónprocrastinación y del sedentarismo, prácticas de probados efectos negativos en las personas. El caso es que la pereza es tan natural como la vida misma.
Es una de las muestras más evidentes de lo que la ciencia llama modelo de dos sistemas o modelo de procesos dobles, que se refiere a los dos tipos de comportamiento en los que incurrimos los seres humanos: por un lado, las conductas derivadas de nuestros mecanismos racionales; por el otro, las regidas por mecanismos emocionales. En este caso, sabemos -racionalmente- que la actividad física nos hace bien, pero con mucha frecuencia nos gana el deseo -emocional- de quedarnos tumbados mirando televisión.
Tal tendencia tiene razones evolutivas, como han explicado científicos de Francia, Suiza y Canadá en un artículoreciente. Hace miles de años, nuestros antepasados dedicaban casi todo su tiempo y sus energías en conseguir alimentos. Por ello, los momentos de sedentarismo que podían permitirse eran muy valiosos para ahorrar fuerzas, y podían resultar claves para la supervivencia.
Es por eso que, como han demostrado los investigadores, al cerebro humano le resultan mucho más atractivos los estímulos vinculados con el sedentarismo que aquellos que aluden a la actividad física. De todas formas, por fortuna, no todo lo vinculado con la pereza resulta negativo. Del mismo modo en que los ratos de “no hacer nada” proporcionaban a nuestros ancestros resultados provechosos, pueden deparar beneficios también en nuestro mundo actual. Los más importantes se destacan a continuación.
1. Menos estrés, más salud
Las personas perezosas, por motivos evidentes, suelen estar descansadas. Y un buen descanso es fundamental para una buena salud. A menudo no se tiene en cuenta que las demasiadas actividades y el ritmo acelerado exigido por ellas impiden que el tiempo de descanso sea el apropiado, tanto en cantidad como en calidad. Durante el descanso, los tejidos crecen y se reparan y el cuerpo segrega la llamada hormona del crecimiento, una de las principales piezas del metabolismo, es decir, del proceso por el cual las células convierten la comida en energía y producen otras sustancias que el organismo necesita.
En otras palabras, gracias a un correcto descanso, las funciones del organismo se restauran. Pero además este descanso hace que bajen los niveles de estrés y de ansiedad, lo cual genera, a su vez, otros beneficios: se reducen los riesgos de padecer enfermedades cardiovasculares, contracturas o dolores musculares, sobrepeso y obesidad y de caer en estados depresivos. La pereza puede ser el mejor antídoto contra el síndrome burnout o estar quemado del trabajo.
2. Mayor creatividad
Se suele pensar que la pereza consiste en “no hacer nada”, pero lo cierto es que siempre estamos haciendo algo. Los ratos durante los cuales el perezoso “no hace nada” son muy propicios para que su mente se relaje y vuele hacia dimensiones hasta las cuales no llegaría si se mantuviera todo el tiempo atareada.
Debido a eso, es común que, en esas ocasiones, surjan ideas nuevas o se encuentren soluciones a problemas que, hasta ese momento, se presentaban como inextricables. En este sentido, la pereza ejerce un rol similar al que en los niños desempeña el aburrimiento, el cual, de acuerdo con algunos investigadores, “necesita ser reconocido como una emoción humana legítima, que puede ser central para el aprendizaje y la creatividad”.
Por otra parte, la creatividad florece con mayor facilidad en el desorden que en el orden. A esa conclusión llegó un estudio de 2013, según el cual una mesa de trabajo limpia y ordenada promueve una alimentación saludable, la generosidad y, en general, los convencionalismos; pero un escritorio desordenado, en cambio, favorece el pensamiento creativo y estimula las nuevas ideas. Y parece claro que es propio de las personas perezosas tener su espacio de trabajo hecho un lío, a diferencia de las personas más activas y ordenadas.
Es cierto que los beneficios de la relajación mental también puede obtenerse mientras se desempeña alguna actividad física, como por ejemplo mientras se da un paseo por la naturaleza. Lo importante, en realidad, es tomarse un respiro para dedicarse a pensar no en el trabajo ni en las urgencias del día a día, sino en cuestiones más atemporales y placenteras.
3. Más eficiencia
Las personas perezosas suelen ser más eficientes, por una sencilla razón: procuran maximizar el tiempo, de modo de terminar con sus actividades lo antes posible, para luego poder dedicarse al ya citado “no hacer nada”. Por otra parte, al estar más relajadas (por las razones ya detalladas), también es frecuente que estas personas cumplan con sus obligaciones de manera calma y serena, y que, como consecuencia, se equivoquen menos. Incluso Bill Gates, el fundador de Microsoft, señaló que prefiere escoger a empleados perezosos para los los trabajos difíciles, pues “encontrarán una manera fácil de hacerlo”.
4. Podría ser una señal de mayor inteligencia
Unos párrafos más arriba se aseguraba que la pereza puede ser un estímulo para la creatividad similar al que representa un cierto nivel de aburrimiento en los niños. Sin embargo, parece que los adultos más perezosos no se aburren, dado que tienen un más alto cociente intelectual y, en consecuencia, pasan más tiempo absortos y en exploración de sus ideas y pensamientos. En cambio, los de coeficiente intelectual más bajo sí se aburrirían y por eso buscarían ocupar el tiempo con tareas diversas y actividad física.
Al menos a esas conclusiones llegó un estudio realizado en Estados Unidos en 2015. Los investigadores, en primer lugar, analizaron -por medio de encuestas- el “deseo de conocimiento” de los participantes en la experiencia, y luego analizaron sus rutinas semanales y la cantidad de ejercicio físico que estas incluían. Los que deseaban ampliar sus conocimientos más eran menos activos; en otras palabras, más perezosos. No obstante, el mismo trabajo señalaba que sus conclusiones no son en absoluto concluyentes, y que hacen falta nuevos estudios que ratifiquen o rectifiquen tales afirmaciones.