El cuerpo humano tiene capacidad para regular su temperatura, está preparado para actuar en cierto rango de temperaturas (entre los 34ºC y los 39ºC, aproximadamente). Cuando se calienta demasiado, usa varias estrategias para enfriarlo, como el sudor. Pero si una persona pasa mucho tiempo a temperaturas elevadas sin tomar suficientes líquidos, este proceso de enfriamiento no funciona como debería.
Con calor intenso y humedad elevada, la transpiración y la irradiación a través de la piel, el mecanismo de termorregulación del organismo, no son suficientes para enfriar el cuerpo. Además, como reconoce el Ministerio de Sanidad, el calor obliga al cuerpo humano a un esfuerzo de adaptación para mantener la temperatura corporal normal.
Por tanto, la temperatura corporal aumenta rápidamente, el mecanismo de sudoración falla y el cuerpo finalmente no puede enfriarse. Estamos frente a una reacción extrema a la exposición a temperaturas muy altas, o insolación.
Algo a lo que deberemos prestar especial atención este año porque, si se cumplen las previsiones, este verano podría llegar a ser más cálido y seco de lo habitual. ¿Cómo pueden detectarse los signos y cómo se pueden tratar?
Por qué aparece la insolación y de qué manera
Los factores por los que puede aparecer insolación son varios, siendo los más comunes:
- Exposición al sol: sobre todo en días y horas más calurosas (entre las 12 y las 16 horas). Si la insolación es producto del sol, lo más probable es que la persona tenga quemaduras en la piel que, en ciertos casos, pueden estar asociadas a ampollas.
- Deshidratación: en condiciones normales, la temperatura del cuerpo debería estar en los 37ºC aproximadamente. El cuerpo se enfría sudando, lo que supone del 70% al 80% de la pérdida de calor del cuerpo. Cuando una persona está deshidratada, no suda tanto y la temperatura corporal sigue subiendo. Esto puede ocurrir tras un ejercicio extenuante (sobre todo en climas cálidos), diarrea severa o vómitos, tomar ciertos medicamentos y no beber suficiente agua.
Al experimentar un golpe de calor, la temperatura del cuerpo puede aumentar a los 40ºC o más en tan solo 10-15 minutos. Los síntomas, que suelen aparecer de forma progresiva, suelen ser temperatura corporal muy alta, pulso rápido, náuseas, dolor de cabeza, irritabilidad, sed, mareos, calambres, erupción por calor e irritación de la piel por sudoración excesiva. Los niños, además, pueden parecer somnolientos.
Si aparece cualquiera de estos síntomas durante el calor extremo debe actuarse de forma rápida para evitar que se complique en forma de golpe de calor, la alteración más grave de la regulación térmica y un paso más de la insolación.
Deberá buscarse un lugar fresco y bien ventilado, quitar la ropa, mantener a la persona estirada, aplicar compresas frías en la cabeza y el cuello y darle agua del tiempo si está consciente. Debe tenerse cuidado con las duchas frías en caso de insolación porque lo que se consigue es que el organismo baje de golpe la temperatura y ponga en marcha de nuevo el regulador interno de temperatura y se sude de nuevo, con lo que aumenta el riesgo de deshidratación.
Tal como advierte el Colegio Oficial de Farmacéuticos de Madrid (COFM), si la persona no reacciona es aconsejable llevarla a los servicios de urgencia de un hospital. Aunque todas las personas pueden sufrir insolación, son más vulnerables ciertos grupos de personas como los niños.
El motivo es que tienen poco desarrollada la capacidad de eliminar el calor a través del sudor. También son vulnerables las personas mayores de 70 años porque, a medida que envejecemos, la capacidad del cuerpo para enfriarse disminuye.
Otros factores que aumentan el riesgo de insolación son la obesidad, la diabetes y enfermedades crónicas como problemas respiratorios y cardíacos, la toma de medicamentos como antihistamínicos, diuréticos, betabloqueadores o anticolinérgico.
Siete recomendaciones para prevenir una insolación
Mientras dure el calor y las temperaturas sean elevadas es importante extremar la vigilancia para ahorrarnos problemas. Algunas de las más importantes son:
- Evitar la práctica de ejercicio físico y la exposición directa al sol en las horas centrales del día, entre las 12 el mediodía y las 5 de la tarde.
- Hidratarse bien con la ingesta de líquidos (el agua es la bebida por excelencia); evitar las bebidas alcohólicas y la cafeína. Beber mucho líquido ayuda a nuestro cuerpo a sudar y mantener la temperatura corporal normal. Debe hacerse incluso si no se tiene sed.
- Seguir una alimentación ligera que ayude a reponer las sales perdidas por el sudor. Se deben priorizar alimentos como verduras, frutas o gazpachos.
- Usar ropa ligera, transpirable y holgada porque la ropa ajustada no permite que el cuerpo se enfríe de forma adecuada.
- Protegerse contra las quemaduras solares porque también afectan a la capacidad del cuerpo a enfriarse.
- Si no podemos evitar tener que permanecer fuera por trabajo en las horas más calurosas del día, es recomendable tomar líquidos y descansar con frecuencia en la sombra.
- Mantener la casa fresca, con las persianas bajadas para evitar que el sol entre directamente.
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