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Cada vez somos más conscientes de la importancia de proteger nuestra piel de los efectos de los rayos solares, sobre todo durante estos meses de verano. Pero, a menudo, no le damos la misma importancia a la protección de nuestros ojos, un grave error porque el impacto de la radiación solar puede tener efectos perjudiciales para nuestra salud visual.
Cómo afecta el sol a nuestros ojos
Como recuerda el Colegio de Ópticos-Optometristas de la Comunidad Valenciana (COOCV), nuestros ojos tienen una tolerancia limitada para absorber los rayos solares.
La luz solar tiene distintos tipos de rayos: los rayos de alta energía llamados radiación ultravioleta (UV), entre los que se encuentran los UVA (responsables del bronceado y envejecimiento de la piel y uno de los que más empeora los daños oculares), y los UVB (causa daño en los tejidos y quemaduras solares).
Las radiaciones infrarrojas y ultravioleta son las más dañinas para nuestra salud visual porque se acumulan en distintas estructuras del ojo. Una de las particularidades de la relación entre el sol y los ojos es que el daño de la radiación UV es acumulativo y permanente.
Las estructuras oculares que pueden verse afectadas son varias y se relacionan en la mayoría de los casos en su carácter acumulativo a lo largo de los años (igual que ocurre con la piel). Los problemas más frecuentes suelen ser:
- Molestias y lesiones en la córnea y la superficie ocular, como pterigion o pinguécula, que es el crecimiento anormal de la conjuntiva sobre la córnea que puede aparecer en uno o en los dos ojos. Tratadas a tiempo, estas patologías tienen un buen pronóstico. Las personas que pasan largas horas bajo el sol del mediodía o cerca de la playa o en la montaña, como surfistas, esquiadores o pescadores son los que están en mayor riesgo.
- Sequedad ocular: el sol también produce sequedad ocular que puede provocar queratitis, una inflamación de la córnea que suele aparecer cuando nos exponemos de forma excesiva a los rayos UV, ya sean artificiales o naturales. Este es el equivalente ocular de una quemadura solar, que suele manifestarse con dolor, lagrimeo y fotofobia intensa. Hay un tipo de queratitis, la fotoqueratitis, que aparece tras una exposición intensa y puntual a los rayos del sol.
- Patologías degenerativas del ojo: el sol también acelera el envejecimiento de los ojos. Una de las enfermedades que puede aparecer de forma precoz si no nos protegemos bien es la catarata y la degeneración macular asociada a la edad (DMAE), una patología del centro de la retina que provoca un deterioro progresivo de las células y del epitelio pigmentario de esta zona del ojo y que genera una pérdida gradual de la visión central.
- Lesiones en la retina: la exposición continuada de los ojos al sol puede ocasionar lesiones agudas sobre la superficie ocular, como la conjuntivitis.
- Lesiones más graves, como tumores palpebrales malignos o tumores de la conjuntiva. La zona del párpado es muy sensible y difícil de proteger sin cubrirla. Debemos prestar atención a la aparición de cualquier anomalía en el área, como bultos, sangrado, problemas de cicatrización o inflamación del párpado.
Es importante tener especial cuidado con los ojos de los niños, que son seis veces más sensibles a la radiación UV que los adultos, y las personas vulnerables como las de piel y ojos claros, así como adultos mayores porque han perdido parte de sus defensas naturales de los ojos y tienen que protegerse más.
No debemos pasar por alto tampoco otras fuentes de daño por radiación ultravioleta. Es decir, aunque la luz solar directa del sol es dañina para los ojos, los rayos UV reflejados pueden ser aún más peligrosos. Hablamos del agua, que refleja un 10% de la radiación ultravioleta; la nieve, que lo hace hasta en un 80%; o la arena seca, alrededor del 15%.
Cómo proteger nuestros ojos
Es importante llevar siempre los ojos bien protegidos con unas buenas gafas de sol, tanto los más pequeños como los adultos. Es importante:
- Evitar la exposición durante las horas de mayor radiación, aproximadamente de las 12 del mediodía a las cuatro de la tarde.
- Usar crema protectora de forma regular en los párpados y el contorno ocular y protegernos con sombreros, gorras o sombrillas, entre otros.
- Usar gafas homologadas: de nada sirve protegernos con gafas de sol si estas no nos brindan la protección adecuada (deben contar con el sello CE, que indica que están hechas conforme a los estándares europeos). Según datos del Colegio Nacional de Ópticos-Optometristas español (CNOO), el 30% de las gafas adquiridas no cuentan con ningún control sanitario. Adquirirlas en centros sanitarios de óptica nos garantiza que los filtros sean adecuados para anular la radiación ultravioleta e infrarroja.
- Realizar revisiones oculares periódicas para descartar anomalías en las estructuras internas y externas del ojo.
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