Francisco nos escribe la siguiente petición en un correo electrónico: “soy socio de el diario.esy me gustaría que trataran el asunto de las ventajas e inconvenientes del uso del edulcorante denominado ”sucralosa“, sobre todo en lo referente a los diabéticos”.
La sucralosa es la historia de un accidente. El que cometió un químico indio en 1973 en un proyecto del King's College de Londres, al añadir cloro durante el proceso de halogenación de las moléculas de sacarosa para fabricar edulcorantes sintéticos. Pero lejos de liarla parda, lo que consiguió este investigador, de nombre Shashikant Phadnis, fue un compuesto entre 350 y 600 veces más dulce que el azúcar de mesa que le hizo millonario: la sucralosa.
Tras años de pruebas y estudios, la sucralosa fue aprobada sucesivamente en diferentes países de Occidente, empezando por Canadá en 1993, Nueva Zelanda en 1997, y en 1998 en Estados Unidos; primero para determinadas categorías y posteriormente para uso cotidiano. En la Unión Europea está también aprobado y catalogado como aditivo E955.
Por su potencia edulcorante, que dobla a la sacarina y es 3,3 veces la del aspartamo, la sucralosa se utiliza sobre todo en bebidas y refrescos dulces, así como en cicles sin azúcar, junto con otros edulcorantes potentes. Entre sus ventajas está el que se precisan dosis muy bajas para conseguir el efecto dulce, así como que prácticamente no aporta calorías, pues la mayor parte no se metaboliza, sino que se expulsa por las heces fecales. Solo una pequeña parte se absorbe intestinalmente, pero va a parar a la orina, salvo un 20 a 30% de esta porción, que sí se metaboliza.
Por otro lado, diversos estudios y una amplia revisión de 2016 aseguran que la sucralosa no tiene efectos cancerígenos, por lo que, en principio, se antoja ideal como edulcorante para evitar las caries, el exceso de calorías vacías y por descontado para personas con problemas de resistencia a la insulina y diabéticas. No obstante, desde su aprobación en los diversos países, una cierta polémica a acompañado a la sucralosa.
Posibles efectos sobre la flora intestinal de ratones
Dos estudios de universidades israelíes concluyeron a mediados de la presente década (2014 y 2018) que la sucralosa tenía efectos negativos sobre la flora bacteriana intestinal, también llamada microbiota, en el caso de ratones, llegando, según el primero de ellos, que fue publicado en la revista Nature, a disparar la intolerancia a la glucosa, un síntoma típico de las personas prediabéticas.
El segundo, sin ir tan lejos, sí utilizó un método de medición diferente al de las pruebas realizadas por las agencias de aprobación de aditivos para concluir que efectivamente en ratones se producían alteraciones en las poblaciones de su flora bacteriana. No obstante, este mismo mes ha aparecido una amplia revisión de estos y otros estudios que juzga que no hay evidencias sólidas de que la sucralosa puede afectar la flora intestinal de los seres humanos.
La revisión alega que la flora intestinal de los ratones es muy distinta a la de los seres humanos, por lo que los estudios para concluir efectos negativos en los cambios poblaciones deberían realizarse directamente estudiando las heces humanas o directamente la composición en el intestino mediante técnicas de luminiscencia.
¿Bioacumulación en tejidos grasos?
Además aduce que el edulcorante en sí no tiene por qué ser el causante de los cambios poblacionales en la microbiota, sino que pueden haber influido múltiples factores como la disminución del aporte calórico o el cambio de equilibrio entre grasas, proteínas e hidratos de carbono. Finalmente critica que a los ratones se les suministraron dosis de sucralosa inusualmente altas, que no tienen equivalencia en lo que podría ser el consumo en humanos, y menos de una sustancia con tanta potencia edulcorante.
Así que en este apartado decirle a Francisco que la sucralosa se tiene por un edulcorante adecuado como sustituto de la sacarosa, sin efectos nocivos observados en seres humanos. Ahora bien, otro estudio de 2013 cuestiona el uso de sucralosa en procesos industriales, al menos en aquellos en que intervengan aceites vegetales y calor elevado. El mismo encontró que el calor producía productos tóxicos llamados naftalenos policlorinados a partir de los aceites y en presencia de grandes cantidades de sucralosa.
Para terminar, un estudio de 2018 realizado con ratas detectó que una parte de la sucralosa más grande de lo esperado ni se expulsaba por las heces ni se excretaba por la orina, sino que se metabolizaba en dos compuestos liposolubles que se integraban en las capas grasas produciendo una bioacumulación de lenta eliminación.
Según los investigadores, al cabo de once días de dejar de suministrar la sucralosa, y tras seis días en que ya no se detectaba ningún resto de esta en orina ni heces, las ratas seguían expulsando lentamente estos metabolitos en sus deshechos. Este dato es relevante si se tiene en cuenta que una de las premisas de la agencia federal norteamericana Food and Drugs Administration (FDA) para aprobar el uso de sucralosa como edulcorante doméstico era que prácticamente no se metabolizaba.
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