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Suelo imaginar a la gente que me rodea teniendo sexo: ¿es una perversión?

Cristian Vázquez

30 de noviembre de 2021 06:01 h

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Ir por la vida sin poder dejar de imaginar a todas las personas desnudas y teniendo relaciones sexuales -y no sexo “normal”, sino situaciones que incluyen incesto, pedofilia, zoofilia, etc.- puede sonar tan extraño que solo sea posible en la ficción. De hecho, es el punto de partida argumental de la miniserie 'Pure', disponible en Filmin.

Sin embargo, se trata de una situación que padece bastante gente en el mundo real. Las visiones de todo el mundo sin ropa y en contacto carnal resultan muy desagradables para esas personas, que a menudo llegan a la conclusión de que son adictas al sexo o de que padecen de alguna clase de perversión.

En realidad, su problema es otro. Lo que las afecta es una forma particular de trastorno obsesivo compulsivo (TOC), conocida como TOC obsesivo puro, TOC puramente obsesivo, TOC primariamente obsesivo o -en inglés- ‘pure O’ (de ahí el título de la citada miniserie).

¿Por qué “obsesivo puro”? Pues porque durante mucho tiempo se consideró que era un trastorno en el que solo se hacían presentes las obsesiones -es decir, los pensamientos involuntarios que acuden a la mente una y otra vez- pero no las compulsiones (acciones) típicas en las personas que padecen un TOC.

Este concepto, no obstante, ha sido revisado. Y hace ya al menos una década que los estudios científicos consideran erróneo el uso del término “puro”, pues aunque en estos casos no existen acciones visibles u observables -como mantener un orden estricto en el hogar o lavarse las manos con mucha frecuencia- sí hay compulsiones mentales.

De hecho, según la organización británica OCD-UK (siglas que en inglés equivalen a “TOC-Reino Unido”), ‘Pure O’ es una expresión común en internet pero que -en términos estrictamente médicos- no está aceptada como una categoría aparte de TOC.

Las compulsiones mentales son los pensamientos que buscan contrarrestar o anular esas ideas intrusivas que vuelven a la mente a cada rato. Por ejemplo, las visiones de gente desnuda y practicando sexo, y también otras imágenes, siempre relacionadas con algún tipo de violencia o que por algún otro motivo atormentan a quien las “ve”.

Los pensamientos intrusivos del ‘pure O’

Además de imaginar a la gente sin ropa y teniendo relaciones sexuales de formas desagradables, la gente que sufre de TOC primariamente obsesivo no puede evitar que la acosen otros pensamientos como los siguientes, reseñados por la psicóloga Estíbaliz Ruiloba:

  • Dudas sobre la orientación sexual: la persona comienza a preguntarse, de manera tan recurrente que se vuelve obsesiva y patológica, si se siente atraída por un género que no le había atraído hasta ese momento. O se pregunta si no será un violador o un pedófilo en potencia, y teme cometer un delito sexual de esa clase.
  • Violencia: se imagina haciendo daño a alguien más o a sí mismo, y comienza a sentirse angustiada por un miedo irracional a llevar a cabo esas acciones.
  • Religión y moralidad: en quienes tienen mucha fe religiosa o una escala de valores muy estricta, los pensamientos intrusivos muchas veces se relacionan con el miedo por realizar alguna acción blasfema o sacrílega o por romper un mandato moral o ético que en su vida resulte fundamental.

Estas ideas recurrentes ocasionan una serie de consecuencias que, por lo general, afectan la calidad de vida de quien las sufre. Por un lado, por el malestar constante que causan las imágenes desagradables o inaceptables que vuelven a la mente una y otra vez.

Por el otro, a causa del miedo, la angustia y la ansiedad de pensarse capaz de realizar esos (imaginados) actos desagradables, una posibilidad que muchas veces deriva en la idea de que es una mala persona y produce remordimiento y culpa.

La consecuencia de las obsesiones: las compulsiones mentales

Aparecen entonces las compulsiones mentales: rituales a través de los que se procura conjurar de algún modo ese malestar y reducir la angustia. Son el equivalente a las compulsiones típicas del TOC (como caminar sin pisar las líneas del suelo o revisar decenas de veces si se ha cerrado la llave del gas), pero que en este caso solo suceden en la cabeza de quien las practica.

Algunos de esos rituales consisten en revisar una y otra vez ciertos datos o recuerdos, hacer y deshacer acciones mentalmente, pensar cosas positivas como un modo de neutralizar las negativas, repetir palabras con el pensamiento a manera de oraciones o mantras, etc.

Por ejemplo, en el caso concreto de quienes no pueden dejar de ver a los demás desnudos y teniendo sexo, se esfuerzan por recordar las cosas positivas que saben de las otras personas y recuerdan momentos agradables compartidos con ellos.

Otra consecuencia muy común en estos casos es la búsqueda de consuelo en otras personas. La persona que sufre de TOC primariamente obsesivo pregunta muchas veces a los demás si se está comportando bien, si no sucede nada extraño o si están seguros de que ella no les hará daño.

Obtener esa “seguridad” por parte de otros (que le recuerden que es una buena persona, que nunca causó a nadie ningún daño grave, que todos a veces pensamos en cosas malas que podrían suceder) también la ayuda a calmar sus miedos y disminuir la ansiedad.

Qué hacer contra el TOC primariamente obsesivo

Una de las mayores dificultades en relación con el TOC primariamente obsesivo es que para la persona que lo sufre suele ser complicado identificarlo como un trastorno. Y, con frecuencia, quienes la rodean ignoran lo que le sucede. O a lo sumo lo ven como alguien temeroso e inseguro, pero que no necesita ninguna clase de tratamiento.

El caso es que, al igual que como sucede con el TOC, la terapia psicológica puede ser de gran ayuda para los pacientes con el llamado ‘pure O’. En particular, la técnica de la exposición con prevención de respuesta, que consiste en enfrentarse poco a poco a las cosas que producen miedo para que el cerebro “aprenda” a convivir con ellos.

Para quienes imaginan a todo el mundo desnudo y teniendo sexo, un primer paso consiste en asumir que no son adictos al sexo ni sufren de ninguna perversión, sino que su problema pasa por otro lado.

En algunos casos, el tratamiento puede incluir alguna medicación. Específicamente, inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, unos antidepresivos que contribuyen a la regulación de la química cerebral y que -en pequeñas dosis, indicadas por supuesto por el especialista- ayudan también a quienes padecen esta clase de problemas.

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