Una vida 0,0: ¿es imposible vivir sin vicios?

Un grupo de amigos bebiendo en un pub

Carmen López

24 de junio de 2024 22:00 h

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Cuando The Coca-Cola Company sacó al mercado la versión light de su refresco a principios de los años 80, triunfó. Le estaba dando a sus consumidores la opción de beber litros de su producto sin miedo a engordar porque ¡no tiene calorías! Cómo decir que no a la magia del aspartamo. Con los años, las bondades de la nueva fórmula para la salud se pondrían en duda, pero no la estrategia comercial: en lugar de perder clientes por los potenciales problemas de obesidad derivados del consumo de su producto, les ofrecieron una solución mucho más placentera que pasarse al agua mineral. Ahora, cuatro décadas después, las opciones 'sin' o 0,0% van más allá de la alimentación y se han extendido a otros sectores como el de las drogas, tanto legales como ilegales. En plena época de obsesión por el autocuidado y la insistencia en la necesidad de llevar una vida saludable, el 'vicio sigue ahí.

Hace un año y medio, Miguel rompió una relación que ya había celebrado sus bodas de plata. Después de tres décadas de convivencia con la marihuana, dijo adiós a los porros. No porque quisiera, sino porque la vida le obligó a ello: en su trabajo comenzaron a hacer controles de consumo de drogas y sin duda, él iba a dar positivo. La sustancia permanece varios días en el cuerpo y la piruleta de detección de trazas de cannabis cantaría la Traviata, así que decidió no arriesgarse a tener problemas o incluso perder un puesto en el que lleva 15 años. Por suerte, le pilló en un momento en el que ya solo se fumaba un canuto al final del día pero diez años antes, cuando lo hacía durante toda la jornada, posiblemente el desenganche habría sido más traumático.

Cuando redujo el consumo ya estaba un poco cansado de la marihuana y ya no la disfrutaba tanto. Solo mantuvo el ‘peta’ de la noche, el que se fumaba cuando ya había terminado todas sus labores y se podía relajar. Ahora lo ha sustituido por el CBD, así que el cannabis sigue en su cotidianidad pero sin meterle en líos. Para quien no lo conozca –aunque se encuentra en farmacias, estancos y tiendas especializadas en diferentes formatos– el CBD es la forma abreviada de referirse al cannabidiol, el principio activo de la planta Cannabis Sativa, que no tiene efectos psicoactivos porque no lleva tetrahidrocannabinol, más conocido como THC. O sea, porros que no colocan y son legales.

Miguel se encuentra mejor ahora que cuando fumaba marihuana. De hecho, las pasadas Navidades volvió a probarla y no le sentó bien. “Un amigo mío me trajo unos unos cogollos y como tenía 15 días de vacaciones podía permitirme fumar”, relata. “Empecé como solía hacer antes, por las noches, y vi que no me sentaba bien. No lo asimilaba bien mentalmente, no era agradable, no era como yo lo recordaba”. La ventaja que le ofrece el CBD es seguir con esa rutina de fumar a final del día, pero sin ‘estar fumado’: “Me hago uno simplemente por el aroma, el sabor, no sé si por nostalgia. Me relaja, supongo que será algo psicológico”. 

El equivalente al CBD en el tabaco es el vapeador sin nicotina, la alternativa que escogió Luis hace cinco años. Notaba que cuando tenía picos de estrés, fumaba muchísimo y llegó un momento en el que decidió romper con el vicio. Del tabaco de liar pasó al vapeador 'sin' y al mes ya notó mejoría. Dice que “fue brutal”, pero tampoco ha dejado de practicar el acto de fumar. “El vapeo me gusta, lo disfruto, no tengo el punto compulsivo del tabaco, no pasé de la dependencia de la nicotina a las sales de nicotina. Hago mis líquidos y mis propias resistencias, no uso desechables”, sostiene. 

No obstante, el caso de los cigarrillos electrónicos es un campo de batalla para el Ministerio de Sanidad, que quiere equipararlos con el tabaco convencional y limitar el uso de 'vapers' con sabores, incluso aquellos sin nicotina. Entienden que para la gente más joven puede ser “la antesala a la adicción”.

Ser el abstemio del grupo todavía es una rareza

Cuando Ana se quedó embarazada se pasó a la cerveza 0,0 aunque también probó el vino, el cava e incluso el vermú desalcoholizado. ¿El motivo? “Supongo que por hábito, por acompañar a los demás mientras toman su versión 'con' en momentos de ocio”, sostiene. Por su parte, Marta comenzó con las bebidas 0,0% porque su pareja no puede beber alcohol por prescripción médica y ella decidió acompañarle. Calcula que antes se tomaba un par de cervezas a la semana y unos vinos el fin de semana si abrían una botella para cenar, pero poco más porque “hace tiempo” que perdieron la costumbre de “salir y beber copas”, afirma. Consume estos sucedáneos de las bebidas alcohólicas porque no existen muchas posibilidades que le agraden a la hora de ingerir algo que no sea agua. “No me gustan los refrescos. Lo único que tomo de vez en cuando es té frío”, comenta. 

Puedes tomarte una cerveza 0,0 en un contexto social cuando te apetece y hacen más llevadero el día después

Marta se pasó a bebidas 0,0% porque su pareja no puede tomar alcohol

Marta, que sobre todo bebe cerveza 0,0 pero también ginebra desalcoholizada, opina que las bebidas ‘sin’ son un buen sustituto del alcohol: “Por ejemplo, puedes tomarte una cerveza en un contexto social cuando te apetece particularmente y sobre todo, hacen más llevadero el día después porque con los años llevaba cada vez peor la resaca”. Tanto su comentario como el de Ana son una muestra de lo normalizado que está el consumo de espirituosos en la sociedad, pese a que las autoridades sanitarias cada vez hacen más hincapié en sus peligros para la salud.

Pero ser el abstemio del grupo aún constituye una rareza y, de hecho, Ana volvió a beber en la lactancia alguna cerveza o vino: “Siempre respetando los tiempos y las medidas en las que se puede consumir alcohol (las matemáticas de la culpa por ser mala madre)”, matiza. Ella cree que la cerveza 'sin' ha llegado a su vida “para quedarse” pero añade: “No nos engañemos, tener la opción de beber cuando quiera es algo que echo de menos”, declara.

La bodega Familia Torres lanzó la primera añada de su vino desalcoholizado Natureo en 2008, según comenta su directora de marketing Sara Sanabria. Por aquel entonces, sus clientes objetivos eran personas que no podían beber alcohol por motivos de salud, pero hoy en día el perfil se ha diversificado y también influyen factores como “el bienestar general, estilo de vida consciente, gastronomía o las dietas bajas en calorías”, dice.

Además, los millennials y centennials muestran menos interés por el alcohol que las generaciones anteriores, aunque según los estudios de mercado, “el 78% de consumidores de vinos 0,0 o de baja graduación (los denominados No & Low en inglés) también consume bebidas con alcohol y los eligen en determinadas ocasiones por la razón que sea”, indica Sanabria. Solo el 18% son abstemios, aunque el porcentaje “está aumentando en la mayoría de mercados”.

¿Es el 'sin' la solución a algunas adicciones?

En España, haber tenido contacto con el alcohol en algún momento de la existencia así como con el tabaco es casi inevitable, al menos para los millennials y generaciones anteriores. E incluso con los porros, porque un estudio reciente del Ministerio de Sanidad informa de que en 2022 el 40,9% de la población “manifiesta haber probado cannabis alguna vez en la vida”. Pero, ¿por qué alguna gente se engancha a lo que sea y otra pasa de largo sin problema?

Antoni Gual, jefe de la Unidad de Conductas Adictivas del Servicio de Psiquiatría del Hospital Clínico de Barcelona, explica que, efectivamente, hay personas más propensas que otras a desarrollar una adicción. “En concreto las que cuando entran en contacto con la droga experimentan una sensación muy gratificante”, explica. Se trata de una respuesta biológica y los antecedentes familiares también agravan el riesgo de desarrollar una dependencia.

"Hay muchas personas que pueden utilizar los productos 'sin' para tener una vida más saludable, pero también acaba siendo un nicho de mercado que las compañías quieren aprovechar"

Antoni Gual, jefe de la Unidad de Conductas Adictivas en el Hospital Clínico de Barcelona

Para este experto, en la comercialización de productos ‘sin’ de cara a sustituir una adicción deben tenerse en cuenta diversos matices. “Por un lado hay muchas personas que pueden utilizar estos productos para tener una vida más saludable o incluso para dejar de utilizar la droga que estaban utilizando. Por otro, acaba siendo un nicho de mercado que las compañías quieren aprovechar”, desarrolla. Además, también señala que “las industrias de la droga lo utilizan como una de las fórmulas que les permite hacer marketing huyendo o saltándose las restricciones legislativas y este es un problema muy serio porque mediante sus productos ‘sin’ lo que consiguen es un fácil acceso a público juvenil al que no deberían acceder”.

En el caso de los vapeadores o el CBD, la publicidad está muy restringida a los puntos de venta pero con el alcohol es diferente. En España, está prohibida por ley la “comunicación comercial audiovisual de bebidas alcohólicas con un nivel superior a veinte grados, excepto cuando sea emitida entre la 1:00 y las 5:00 horas”. En el caso de las bebidas de menor graduación se puede emitir entre las 20:30 horas y las 5:00 horas.

Gual comenta que, si bien los productos 'sin' carecen de la sustancia tóxica adictiva y no comportan a largo plazo riesgos en su uso, el alcohol constituye una excepción porque en pacientes alcohólicos “su consumo puede estimular el deseo de volver a la bebida con alcohol”, especifica. Por su parte, Ana Amell, psicoterapeuta especializada en adicciones, comenta que: “En el tratamiento de las dependencias, aunque en la actualidad se necesita mayor evidencia científica al respecto, no se sugiere utilizar sustitutos o productos con menor cantidad de la sustancia a la que la persona tiene la dependencia debido a que esto incrementa su deseo de consumo”. 

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