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Las buenas feministas

Ignacio Escolar

5 de marzo de 2018 20:41 h

Lo podemos llamar el pensamiento Ana Botella, en homenaje a una de sus principales promotoras. Consiste en reconocer la necesidad y virtud del movimiento feminista, pero como algo antiguo y del pasado, como una vieja lucha que hace muchos años se ganó. En palabras de Botella, que lo resume de forma excepcional: “Las reivindicaciones a favor de la igualdad de la mujer, afortunadamente, ya son innecesarias”. “A lo largo de la historia y hasta fechas muy recientes, las mujeres han sido consideradas objetos con los que se comercia”, escribió Ana Botella ¡en 2009! Si las reivindicaciones por la igualdad le resultaban “innecesarias” hace casi una década, si entonces ya creía que las mujeres no eran tratadas como objetos, imaginen cuán extemporánea le debe de parecer la lucha feminista de hoy.

Lamentablemente, Ana Botella no está sola. Y esta vía de pensamiento no es minoritaria, ni tampoco exclusiva de la derecha conservadora. El feminismo, en muchos ámbitos, aún se percibe así: como una lucha antigua y superada; como algo que ya se consiguió. Y es cierto que se ha avanzado. Pero que las mujeres ya puedan votar (en España lo lograron en 1933), no sea legal matar a tu esposa adúltera (desde 1963), puedan abrir una cuenta corriente o una empresa sin permiso de su padre o esposo (1973) o tengan derecho a la patria potestad sobre sus hijos (1981) no significa que la lucha por la igualdad haya terminado. La abolición de la esclavitud y de las leyes segregacionistas no acabó con el racismo. Y que los privilegios del hombre hayan salido de la mayoría de las leyes –no todas, que le pregunten a Elena de Borbón– tampoco ha acabado con el machismo y la desigualdad. Las mujeres siguen siendo tratadas como objetos y son víctimas cotidianas de distintos grados de acoso sexual. El machismo sigue matando, y las asesinadas son solo la parte más visible de una violencia mucho más amplia y estructural. Siguen discriminadas en el trabajo, tienen menos oportunidades y cargan con el peso de los cuidados como norma general.

Elogiar la lucha del pasado para deslegitimar la del presente. Es un axioma universal. Todo líder revolucionario solo es respetado por el poder cuando ya está desactivado o está muerto. Y las buenas feministas son las sufragistas del XIX, no las “feminazis” de hoy.

Toda idea de progreso –y la reivindicación feminista lo es– solo deja de ser polémica y controvertida cuando logra su objetivo. Solo entonces deja de molestar y es aceptada mayoritariamente, también por los herederos de quienes lucharon contra ella, porque todos, también ellos, se benefician de esos logros sociales.

Las buenas feministas no son las del pasado, son todas aquellas que, desde su momento, desde su presente, luchan y lucharon por una sociedad mejor para todos, también para los hombres. A esas mujeres, a esa lucha, está dedicado este monográfico de eldiario.es.

Lo podemos llamar el pensamiento Ana Botella, en homenaje a una de sus principales promotoras. Consiste en reconocer la necesidad y virtud del movimiento feminista, pero como algo antiguo y del pasado, como una vieja lucha que hace muchos años se ganó. En palabras de Botella, que lo resume de forma excepcional: “Las reivindicaciones a favor de la igualdad de la mujer, afortunadamente, ya son innecesarias”. “A lo largo de la historia y hasta fechas muy recientes, las mujeres han sido consideradas objetos con los que se comercia”, escribió Ana Botella ¡en 2009! Si las reivindicaciones por la igualdad le resultaban “innecesarias” hace casi una década, si entonces ya creía que las mujeres no eran tratadas como objetos, imaginen cuán extemporánea le debe de parecer la lucha feminista de hoy.