En inglés, 'MAD' es loco. Y también las siglas de 'destrucción mutua asegurada', una doctrina militar nacida de las teorías de juegos del matemático John Von Neumann sobre la que se levantó medio siglo de equilibrio atómico durante la Guerra Fría. La estrategia MAD se basaba en una premisa: que, en caso de conflicto termonuclear, no hay ganador porque todos pierden. Que el vencedor, si es que alguien sigue vivo, solo conquistará las cenizas.
La estrategia MAD, y todas sus derivadas de la teoría de juegos, están hoy muy presentes en la política española. La negociación entre PSOE y Podemos para la investidura de Pedro Sánchez se basa en ese punto de partida, compartido –con matices– por ambas partes: que nada sería más desastroso para toda la izquierda española que una repetición de las elecciones.
Habría un ganador de esa guerra, sin duda. Siempre hay alguien que tiene más misiles. Si Pablo Iglesias fuerza una repetición electoral porque Sánchez no le ofrece puestos en el Consejo de Ministros, las consecuencias electorales para Unidas Podemos serían desastrosas. Pero el PSOE también tiene mucho que perder en esas hipotéticas elecciones.
De frustrarse la investidura, la derecha no cometería otra vez el error de la fragmentación: de ir rota en tres bloques. Vox pagaría el pato, algo que ya se ha visto este domingo, incluso en unas elecciones como las Europeas, donde el sistema electoral no obliga al voto útil. Y la izquierda, en estos trances, suele reaccionar a la baja porque el reparto de culpas siempre deja abstencionistas. Ya pasó en 2016, tras la investidura fallida de Sánchez. Y en 2003 en Madrid, cuando el Tamayazo frustró un gobierno de izquierdas en la Comunidad: a pesar del hedor de corrupción que rodeó aquella historia, Esperanza Aguirre, a la segunda, se quedó con el gobierno autonómico. Y ahí siguen.
Si fracasa la negociación con Podemos, ni Ciudadanos ni menos aún el PP evitarían la repetición electoral. Al contrario: la celebrarían. Nada convendría más a Casado y a Rivera que una guerra de misiles en la izquierda que les dé una nueva oportunidad para llegar al Gobierno. Aunque puede que el PSOE alcance acuerdos de investidura con Ciudadanos en algunos territorios –Castilla y León, Zaragoza, Aragón...– , en el Congreso dudo mucho que eso ocurra.
No habrá gobierno de PSOE con Ciudadanos, por mucho que lo pida la patronal. No es esa tampoco la opción que quiere el Pedro Sánchez, por mucho que lo repita Podemos. Otra cosa son pactos puntuales en aquellos asuntos donde consideren que las exigencias de su izquierda son muy altas. Una de las principales razones por la que los socialistas prefieren un gobierno en solitario tras un acuerdo programático sin duda es esa: que les deja las manos libres. Unidas Podemos sería el socio preferente, igual que lo ha sido en estos últimos meses, pero algunas cuestiones las podrían sacar adelante con la derecha. Es exactamente lo que ha ocurrido hace muy poco en Portugal con el gobierno de izquierdas.
Hay otras tres razones por la que el PSOE se resiste: que no se acaban de fiar de Pablo Iglesias, que no acaban de entender la preferencia por los ministerios antes que por el programa, y que la situación ha cambiado tras el 26M.
Los resultados de este domingo, con los datos en la mano, no admiten otro análisis: Unidas Podemos está en horas bajas y el PSOE se come su espacio. Los números en el Congreso son los mismos: sin los votos de Iglesias la investidura no sale. Pero las expectativas siempre importan en una negociación, y una repetición electoral provocada por la exigencia de Pablo Iglesias de un Gobierno de coalición probablemente llevaría al partido a un nuevo mínimo. A eso se agarra hoy el PSOE, que es quien menos prisa parece tener por cerrar un acuerdo de investidura.
La estrategia MAD, en este caso, es la defensa del débil contra el fuerte. Para forzar esa coalición que el PSOE no desea, Iglesias no tiene mejor herramienta que convencer a Pedro Sánchez de que, si no acepta, no tragará con otra cosa.
En la dirección de Podemos aseguran que, para su partido, “sería peor no entrar en el Gobierno que una repetición de las elecciones”, un análisis que no se creen en el PSOE. Y para que esta estrategia MAD funcione y evite el conflicto, se necesitan dos elementos. 1. La certeza de que nadie sobrevivirá si se llega a la guerra. 2. La certeza de que el rival está dispuesto a morir antes que rendirse.
En el PSOE dirigentes importantes discuten ambas premisas. Creen que saldrían victoriosos si Podemos fuerza una repetición electoral. Creen también que Iglesias no se atreverá a lanzar esa bomba.
Creo que se equivocan. Pablo Iglesias ha demostrado muchas veces que nadie llega más lejos que él jugando a la ruleta rusa.
En inglés, 'MAD' es loco. Y también las siglas de 'destrucción mutua asegurada', una doctrina militar nacida de las teorías de juegos del matemático John Von Neumann sobre la que se levantó medio siglo de equilibrio atómico durante la Guerra Fría. La estrategia MAD se basaba en una premisa: que, en caso de conflicto termonuclear, no hay ganador porque todos pierden. Que el vencedor, si es que alguien sigue vivo, solo conquistará las cenizas.
La estrategia MAD, y todas sus derivadas de la teoría de juegos, están hoy muy presentes en la política española. La negociación entre PSOE y Podemos para la investidura de Pedro Sánchez se basa en ese punto de partida, compartido –con matices– por ambas partes: que nada sería más desastroso para toda la izquierda española que una repetición de las elecciones.