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Ser europeo

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Dos datos que probablemente están relacionados: España es uno de los países más europeístas y, al mismo tiempo, el Estado menos chovinista de Europa; donde menos gente cree que su cultura es superior a la del resto. Ambas realidades sociológicas sin duda nacen de nuestra historia: del pésimo siglo XIX, de tres cuartas partes nefastas del siglo XX, de cómo Europa fue clave para sacarnos de ese atraso.

La construcción nacional española fue incorrecta e incompleta. La patria, la soberanía del pueblo, eran un invento progresista, que venía de una Revolución Francesa que convertía a los súbditos en ciudadanos. Pero en España fracasó la patria del pueblo y triunfó su versión reaccionaria: el nacional catolicismo. Una construcción que, de tan deficiente y excluyente, se cayó después a trozos y nos legó un país acomplejado, incluso cuando dejó de tener motivos para ello. En todas las encuestas, los españoles creen que España está peor de lo que está, en comparación con otros. Que somos más corruptos, más pobres, más incultos o más atrasados de lo que realmente somos.

España, con todos sus problemas, es hoy uno de los países más prósperos del mundo y en gran medida se lo debemos a la Unión Europea. Una Europa imperfecta, mejorable, que en muchas ocasiones decepciona –como ahora ante el genocidio de Gaza o con su hipócrita política migratoria–, pero que se parece más a ese ideal de libertad, igualdad y fraternidad que aquí llegó más de un siglo tarde. No hacen falta muchas ucronías para imaginar cómo sería este país si no hubiéramos entrado en la UE: uno peor, eso es seguro. Tampoco hay duda alguna de qué sería de España si dejáramos de ser Europa: basta con viajar a Reino Unido.

La Unión Europea ha sido un éxito civilizador, la construcción política que más felicidad ha generado a sus afortunados habitantes. Si pudiéramos elegir dónde nacemos –solo la región, no la familia–, Europa sería la apuesta más segura, aunque haya países más ricos. Porque esta Europa imperfecta, mejorable, es la zona del planeta que mejor ha compaginado la igualdad y la libertad. Porque fueron los europeos quienes inventaron el estado del bienestar. Y también quienes lograron traer la paz a un continente violento, depredador, colonialista y que provocó las grandes guerras mundiales.

Es una Unión Europea que también ha aprendido de sus errores. Basta comparar la negligente y dañina respuesta que dio ante la crisis del euro y la quiebra del sistema financiero con cómo se ha gestionado la salida de la pandemia.

Es una Europa que hoy está amenazada por el renacer de la extrema derecha, que tanto daño hizo antes en nuestra historia, y que hoy pone en cuestión los pilares mismos del edificio, esos que figuran en la carta de derechos fundamentales de la UE: la dignidad, la libertad, la igualdad, la solidaridad, la ciudadanía y la justicia. Es esa Europa en la que, como español, yo también creo. Y que explica por qué hay tantos españoles que, antes que cualquier otra identidad, queremos ser y sentirnos europeos.

Texto publicado en el número 44 de la revista de elDiario.es, 'Qué ha hecho Europa por nosotros'. Hazte socia o socio antes del 30 de junio y te la enviamos a casa.

Dos datos que probablemente están relacionados: España es uno de los países más europeístas y, al mismo tiempo, el Estado menos chovinista de Europa; donde menos gente cree que su cultura es superior a la del resto. Ambas realidades sociológicas sin duda nacen de nuestra historia: del pésimo siglo XIX, de tres cuartas partes nefastas del siglo XX, de cómo Europa fue clave para sacarnos de ese atraso.

La construcción nacional española fue incorrecta e incompleta. La patria, la soberanía del pueblo, eran un invento progresista, que venía de una Revolución Francesa que convertía a los súbditos en ciudadanos. Pero en España fracasó la patria del pueblo y triunfó su versión reaccionaria: el nacional catolicismo. Una construcción que, de tan deficiente y excluyente, se cayó después a trozos y nos legó un país acomplejado, incluso cuando dejó de tener motivos para ello. En todas las encuestas, los españoles creen que España está peor de lo que está, en comparación con otros. Que somos más corruptos, más pobres, más incultos o más atrasados de lo que realmente somos.