¿Gana Iglesias o Errejón? La pregunta se despejará a las dos de la tarde, este domingo, en un minuto de oro cuyos derechos televisivos habrían provocado fuertes pujas de haber estado en venta. Si no hay un cambio de última hora, los dirigentes de Podemos recibirán el resultado de las votaciones en directo, frente a las cámaras. Como en un reality, como si estuviesen en 'Gran Hermano' o en 'La Voz', los espectadores podrán ver la cara de vencedores o vencidos de Pablo Iglesias, de Íñigo Errejón, de Irene Montero, de Pablo Echenique, de Tania Sánchez, de Rafa Mayoral… En vivo y en directo, un partido político se parte en dos por televisión.
Regla número uno: no mezcles el trabajo con tus amigos porque perderás el trabajo o los amigos. Regla número dos: no montes un partido con tus amigos porque pasará igual. Lo estamos viendo ya. El factor personal está siendo determinante para entender la crisis de Podemos: un partido montado alrededor de un grupo de amigos con un pasado común y un presente y futuro que muy pocas amistades son capaces de soportar.
El virus de Podemos nace ahí: de unos amigos de la facultad de Políticas convertidos en estrellas de rock, hundidos en los elogios y en las críticas feroces, rodeados de pelotas y arribistas, sobrepasados por lo mucho que han logrado y por la responsabilidad de cinco millones de votos y lo que aún podrían conseguir. Podemos logró lo imposible, un éxito del que se nutre su posible destrucción: pensar que son infalibles y que todo siempre saldrá bien. Porque esto no se entiende si no se parte de un hecho innegable: que ambas partes enfrentadas están plenamente convencidas de tener razón; una razón absoluta, una responsabilidad histórica, que justifica todo lo demás.
Lo personal no explica todo en Podemos. Pero sin lo personal, el conflicto es imposible de explicar. Hay un tipo de odio, un odio profundo y visceral, que solo se da entre aquellos que antes se han querido. Las críticas de los amigos siempre duelen más, y la amistad quebrada también complica cualquier negociación.
Reduciendo el asunto al esperpento, la crisis de Podemos se explicaría entonces porque Iglesias ha cambiado de amigos, y los nuevos amigos han desplazado a los anteriores. Según la versión de Luis Alegre –que comparte el sector de Errejón– Pablo Iglesias ha sido “parasitado” por un grupo de “conspiradores”, “cuatro o cinco personas” de las que Alegre da tres nombres: Irene Montero, Rafa Mayoral y Juanma del Olmo. En la misma línea se ha pronunciado otro referente de Podemos, Carlos Fernández Liria, íntimo amigo de Alegre pero también de Iglesias, que igualmente culpa de la crisis en Podemos al “ansia de poder de una camarilla” que identifica con los mismos nombres y que, dice Fernández Liria, quiere “exterminar” al errejonismo.
Lo personal también se mezcla en esta guerra interna con otro asunto importante: la confianza. La confianza entre Iglesias y Errejón se quebró hace casi un año, con las dimisiones en la ejecutiva de Madrid que buscaban la caída de otro amigo personal de Iglesias: Luis Alegre.
Iglesias descubrió que el número dos del partido, Íñigo Errejón, y el número tres, Sergio Pascual, no solo estaban informados de esas dimisiones antes de que se produjeran, sino que las alentaron. Iglesias fue consciente de todos los detalles de esa operación por la filtración de un grupo de Telegram, llamado “Dinamización” donde entonces participaban 14 personas: 14 dirigentes, diputados y altos cargos de Podemos afines a Errejón. En ese grupo estaba el propio Íñigo Errejón, el entonces secretario de Organización, Sergio Pascual, y también algunos de los que dimitieron en la ejecutiva de Madrid para forzar la salida de Alegre, como el diputado autonómico Emilio Delgado.
En ese grupo de Telegram, cuyas conversaciones leyó Iglesias y el resto de su equipo, no solo figuran críticas contra el secretario general de Podemos por parte de otros miembros de la ejecutiva. También las pruebas de que Errejón y Pascual estaban en la operación en Madrid contra Luis Alegre. Esos pantallazos fueron la razón por la que Iglesias destituyó de forma fulminante a Sergio Pascual como secretario de Organización.
Los mensajes de “Dinamización” no son tan claros en otro aspecto, que los partidarios de Iglesias sí defienden: que el objetivo último de esa operación era debilitar a Iglesias, no solo echar a Luis Alegre, el líder de Podemos en Madrid, amigo de Iglesias, al que consideraban un mal dirigente. Tampoco está claro que haya algún partido, alguna familia, alguna pareja, capaz de sobrevivir con facilidad a la exposición pública de todas sus conversaciones de Telegram o Whatsapp.
El grupo “Dinamización” poco tiene que ver con otro grupo de Telegram de nombre mucho más rimbombante y que también ha circulado mucho estos días en los medios. El famoso “Mate pastor”. En ese grupo participaban asesores errejonistas de segundo nivel y algún diputado autonómico de Madrid, preocupados por su puesto de trabajo y por cómo quedaba la cosa dependiendo de quién tomara el control del partido en Madrid –lo peor de la política, el ‘qué hay de lo mío’, también se da en Podemos, como en cualquier organización que pague salarios–.
Que sea el propio Luis Alegre –víctima de aquella operación, que también ha leído todos esos mensajes–, quien más duramente acuse ahora al actual entorno de Iglesias demuestra hasta qué punto se solapan los distintos planos de discusión en Podemos, el personal y el político. Porque no solo es personal.
El “viraje ideológico”
Aunque el debate entre Iglesias y Errejón sobre el futuro de Podemos está lastrado por el peso de lo personal y la falta de confianza, también tiene un fondo real: la divergencia en la estrategia política.
Errejón plantea un partido no tan escorado a la izquierda, que vuelva al mensaje transversal del primer Podemos, intente no dar miedo a gran parte de los electores, no se refugie en las trincheras y se muestre capaz de gobernar, no solo de abanderar la protesta. Un partido, dice Errejón, que corrija el “viraje ideológico que”, según asegura, ha sufrido Podemos por “un cambio del entorno del secretario general”. Obviamente, se refiere a Irene Montero, Juanma del Olmo y Rafa Mayoral.
“Hay cinco millones que han confiado en nosotros, ¿el resto de millones son el Ibex? ¿Tenemos un Ibex 35 de 15 millones de personas?”, dice Errejón en esta entrevista en eldiario.es. “La inmensa mayoría de esa gente son perdedores de la crisis, sufren la precariedad, les avergüenza la corrupción y quiere una pensión digna. Esa gente es nuestro pueblo. ¿Con quién se construye la unidad popular si no es con esa gente?”
Para Iglesias, el viraje ideológico no es tal, ni tampoco el cambio en su entorno que denuncian sus críticos. Y es cierto que tanto Irene Montero como Rafa Mayoral se incorporan a su equipo en 2014, poco antes del primer Vistalegre, aunque en aquel momento su peso interno no era el de hoy.
“Nuestro planteamiento –dice Pablo Iglesias en esta entrevista– está mucho más cerca del espíritu original de Podemos: no parecernos ni en los andares a los políticos tradicionales. Otros compañeros entienden que hay que normalizarse.”
Las diferencias entre ambos se entienden mejor cuando se va a lo concreto. Errejón elogia a aquel Iglesias que recordaba al votante socialista que “no se llama Pablo Iglesias por casualidad” y critica al que ponía el foco en la cal viva en el debate de investidura de Sánchez. Fue Errejón el que insistió a Iglesias para que intentasen llegar a un acuerdo con el PSOE, e Iglesias el que primero defendió internamente que había que ir en una misma lista con IU.
Para los partidarios de Errejón, Iglesias ha virado el rumbo por su nuevo entorno y porque tiene asumido que nunca será presidente del Gobierno; que lo más importante que ha hecho en su carrera lo tiene en su pasado, no en su futuro. Creen que Iglesias ha cambiado su actitud a partir del resultado electoral de junio y la pérdida del millón de votos, y que ya solo aspira a pasar a la historia, no a cambiar la historia.
Para los de Iglesias, son los errejonistas quienes creen que Podemos es ellos y solo puede funcionar con ellos. Ha sido Errejón –dicen los de Iglesias– quien traicionó la confianza del secretario general y construyó un partido dentro del partido para conspirar contra él.
Si gana Errejón este domingo, Iglesias dimitirá. Tiene ya pensado cómo arrancará su discurso en caso de que tenga que irse: “Estas son mis últimas palabras como secretario general de Podemos”, una frase inspirada en el último discurso de Salvador Allende.
Si gana Iglesias, Errejón perderá con toda seguridad la secretaría política y es probable que también la portavocía en el Congreso. Iglesias, en esta entrevista en eldiario.es, ya avanzó que le gustaría “feminizar las portavocías”, lo que sin duda es una advertencia a Errejón.
Ante esta división, han sido varios los que se han ofrecido para interceder entre Iglesias y Errejón. Como Xavier Domènech, que cena habitualmente con los dos, tiene la confianza de ambos y se ha ofrecido para ayudar si es que su papel era necesario. Carolina Bescansa llegó a plantear contratar a un especialista, una especie de ‘coach’ que mediase entre los dos. Incluso el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, se interesó por la cuestión, a través de otro amigo de Iglesias y Errejón, el diputado boliviano Manuel Canelas.
A García Linera atribuyen una frase definitiva sobre las consecuencias de la división interna de los partidos: “En política, es mejor fallar juntos que acertar por separado”.