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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Un Rajoy irresponsable exige responsabilidad a los demás

El peor enemigo de los peores políticos es la hemeroteca. Por eso no hay nadie mejor que el Mariano Rajoy del pasado para desenmascarar al Mariano Rajoy de hoy, y por eso conviene leer el discurso que dio durante la fallida investidura de Pedro Sánchez; es como un escupitajo lanzado al aire por el presidente del PP sin saber que le iba a caer encima cinco meses después. La simetría es casi perfecta: Rajoy despreciaba el acuerdo con Ciudadanos –“un florilegio de medidas para la ocasión”–, reprochaba a Sánchez haberlo intentado sin contar con los apoyos suficientes, “ a ver si sale”, y acusaba al candidato socialista de buscar “su propia supervivencia”.

“Lo que pretende hacernos creer el señor candidato es que, si hoy España no tiene gobierno, si él no es elegido presidente, será por culpa de todos los demás, que son los malos”, se burlaba Rajoy hace cinco meses, cuando el candidato que se presentaba sin apoyos sufientes no era él. Es justo lo que está pasando hoy.

Salvo sorpresa, esta semana Rajoy cosechará una mayoría absoluta de 180 votos en su contra, de 180 diputados –“los malos”– que representan a una mayoría absoluta de ciudadanos que no quieren otro Gobierno del presidente más impopular de la historia de España. Una mayoría absoluta de una democracia parlamentaria que quienes hablan de “la lista más votada” desprecian sin cesar.

¿De quién será la culpa? De los demás, “que son los malos”, y especialmente del PSOE. Según el PP, los poderes económicos y toda la prensa impresa en curiosa coincidencia, la culpa de que Mariano Rajoy fracase en la investidura es de Pedro Sánchez, un líder socialista al que tantos –también una parte de su propio partido– exigen “responsabilidad”.

El adjetivo –“responsable”– es tan unánime como solo lo suelen ser las campañas orquestadas: se repite en cada editorial. Al parecer, un político responsable es aquel que incumple la palabra dada a sus votantes y hace justo lo contrario a lo que prometió durante la campaña electoral. Responsabilidad, para ellos, es permitir la investidura al presidente de los sobres y el “Luis, sé fuerte” a cambio de nada; ceder al chantaje de Mariano Rajoy y hundir completamente la credibilidad del PSOE bajo la amenaza de que, si Sánchez no se rinde, habrá que volver a votar el día de Navidad.

El Partido Popular tiene capacidad para llegar a acuerdos y conseguir presidir el Gobierno en el actual Parlamento sin el concurso del PSOE. Así quedó probado hace un mes y medio, al lograr la presidencia del Congreso para Ana Pastor. El resultado de aquella votación demostró algunas cosas más. Primero, que la mayoría del Parlamento es hoy de derechas. Segundo, que es falso que el PP no pueda llegar a acuerdos con los nacionalistas e independentistas. Tercero, que no todos los candidatos valen para el Parlamento actual; los hay también intragables. El primer nombre que el PP propuso para la presidencia del Congreso en las negociaciones con los demás partidos fue el de Jorge Fernández. Obviamente, el ministro del Interior no salió. Igual que tampoco saldrá esta semana Mariano Rajoy.

Por mucho que sea el líder del partido más votado, el candidato del PP tiene hoy una mayoría absoluta en su contra que es difícil que pueda revertir. ¿Quiere dar una lección de responsabilidad política y de sentido de Estado? Es fácil: le basta con irse, ya que él es primer responsable del actual bloqueo institucional, con su empeño en anteponer su supervivencia política a los intereses de su propio partido y su propio país.

Es improbable que Mariano Rajoy se vaya –ya se lo dijo a la mujer de Bárcenas, “la vida es resistir”–. Pero si el bloqueo permanece, la auténtica responsabilidad del PSOE y Pedro Sánchez será otra muy distinta a rendirse ante las presiones: la de buscar las alianzas suficientes para otro gobierno que saque de La Moncloa a Rajoy.

El peor enemigo de los peores políticos es la hemeroteca. Por eso no hay nadie mejor que el Mariano Rajoy del pasado para desenmascarar al Mariano Rajoy de hoy, y por eso conviene leer el discurso que dio durante la fallida investidura de Pedro Sánchez; es como un escupitajo lanzado al aire por el presidente del PP sin saber que le iba a caer encima cinco meses después. La simetría es casi perfecta: Rajoy despreciaba el acuerdo con Ciudadanos –“un florilegio de medidas para la ocasión”–, reprochaba a Sánchez haberlo intentado sin contar con los apoyos suficientes, “ a ver si sale”, y acusaba al candidato socialista de buscar “su propia supervivencia”.

“Lo que pretende hacernos creer el señor candidato es que, si hoy España no tiene gobierno, si él no es elegido presidente, será por culpa de todos los demás, que son los malos”, se burlaba Rajoy hace cinco meses, cuando el candidato que se presentaba sin apoyos sufientes no era él. Es justo lo que está pasando hoy.