Amaia Mayor es la secretaria del Sindicato de Enfermería (SATSE) en Bizkaia y la portavoz de la organización en Euskadi. Atiende a este periódico en una semana crítica para el Servicio Vasco de Salud (Osakidetza), con el máximo nivel de presión asistencial en toda la segunda fase de la pandemia iniciada en verano y con toda la actividad quirúrgica ordinaria suspendida para liberar espacios y personal para atender a los pacientes con COVID-19. Asegura que la situación y las condiciones de trabajo del personal sanitario le recuerdan a las de la primera ola y, en el caso de enfermería, insiste en que la escasez de plantilla es “brutal”. “Veíamos durante los veranos previos a la pandemia que a la hora de cubrir las vacaciones teníamos un problema de falta de personal. Ahora tenemos un incremento de actividad y nos faltan enfermeras”, afirma. Y añade: “No tenemos que olvidar que son las enfermeras quienes vacunan, quienes hacen el rastreo de casos y contactos, quienes realizan las pruebas diagnósticas PCR y quienes atienden a los pacientes tanto en planta como en urgencias en las unidades de críticos”.
¿Por qué están tan mal los hospitales vascos en esta fase de la pandemia? ¿Qué está ocurriendo? ¿Cuál es el hecho diferencial de Euskadi?
Principalmente es porque estamos en un escenario en el que se han incrementado muchísimo los casos y porque estamos con una prevalencia de la variante británica muy alta. Después de los contactos y de la movilidad durante la Semana Santa y las finales de Copa, sí, estamos encontrando una escalada de casos dentro de la comunidad autónoma. Estadísticamente ya sabemos que cuando eso ocurre hay un porcentaje de personas que acaban hospitalizadas y, de ellas, entre un 10-15% acaba en UCI. Todo esto nos está llevando, en el caso de los hospitales, a un incremento de la presión asistencial muy importante. De hecho, en la última semana se están tomando medidas para posibilitar el acceso a camas hospitalarias, tanto plazas de planta como de pacientes críticos, medidas que se pusieron en marcha en la primera ola. En un principio fue la paralización de la actividad programada de tarde y luego la de toda la actividad programada. Solamente se están dejando los quirófanos o para la actividad oncológica o para las urgencias quirúrgicas. El resto de actividades se ha paralizado.
¿Cómo está la situación por hospitales y por territorios?
Principalmente, el territorio que en peor situación está es Gipuzkoa. Tiene un mayor número de casos y hemos sabido que esta semana están derivando pacientes, principalmente críticos, a otras provincias, a Álava y a Bizkaia. Al hospital de Cruces se están derivando de Zumarraga y al hospital de Galdakao los de Mendaro. En todos los hospitales ha habido un incremento de plantas de hospitalización COVID-19 en general y, en el caso de pacientes críticos, están habilitando nuevos espacios para acogerlos. Tenemos incremento de camas de UCI y se está movilizando al personal. Por un lado, al personal de quirófano para cuidados de críticos y, por otro lado, sabemos que el personal de especializada de ambulatorios se está preparando para pasar al hospital.
¿Les constan derivaciones a la privada?
Que nosotras hayamos tenido noticia, no. Solamente hemos tenido conocimiento de derivación de pacientes entre la Sanidad pública.
Mencionaba que hay medidas como las de la primera ola. ¿En qué se parece la situación?
Hay un incremento importante de pacientes, principalmente de paciente críticos. Y estamos viendo la falta de personal que está suponiendo. Se han tomado medidas sobre el personal que se tomaron en la primera ola, de los ambulatorios hacia el hospital o de quirófanos a las UCI. Por otro lado, hay un cambio de condiciones de trabajo. Nos encontramos, por ejemplo, con que las enfermeras de vacunación tienen quejas constantes de que se les hace un contrato de atención primaria de lunes a viernes y, de repente, se les dice que van a ir los siete días de la semana. Se hace con poca antelación, por WhastApp, etc. Incluso si les habían dicho que iban a tener vacaciones, se les plantea que no las van a poder coger. Ese escenario, desde luego, nos recuerda a la situación de la primera ola. Como hay presión asistencial, parece que vale todo y cambiamos las condiciones del personal sin ningún tipo de problema. Y eso es algo que nos preocupa como sindicato. Hemos dicho en más de una mesa [de negociación] que eso tenía que ser objeto de negociación colectiva. Cuatro olas después, estamos con la misma situación.
"No tenemos que olvidar que son las enfermeras quienes vacunan, quienes hacen el rastreo de casos y contactos, quienes realizan las pruebas diagnósticas PCR y quienes atienden a los pacientes tanto en planta como en urgencias en las unidades de críticos"
Ampliar la UCI no es solamente habilitar camas, sino dotarlas de equipos y, sobre todo, de personal...
Nosotros podemos tener capacidad para tener 600, 700, 800 ó 900 camas. Pero detrás de las camas hacen falta profesionales para cuidar a los enfermos, que no son muebles. Son personas y hay que cuidarlas. Y el personal que tiene que atender al paciente crítico principalmente son enfermeras, que además tienen que estar formadas y especializadas. Y venimos de un escenario de salida en el que este sistema sanitario público que tenemos adolece de una falta de enfermeras y ahora la pandemia nos lo está poniendo encima de la mesa.
Se lo decía porque ¿qué santo se está desvistiendo para reforzar la UCI? Y, otra cuestión: ¿Tienen cuantificado cuánto personal de enfermería sería necesario?
Para vacunar se desviste el ‘santo’ de atención primaria y, para el paciente crítico, principalmente se desviste al quirófano. Como sindicato, a nivel estatal estamos hablando de la necesidad de hacer una ley de ratios de enfermería que estableciese un número máximo de pacientes por enfermera. En nuestro caso, hablamos de que faltan unas 3.000 personas en el sistema sanitario público vasco. Estamos en unos ratios un poquito escasos. En el caso de la atención primaria estamos hablando de 180 enfermeras, aproximadamente, y el resto en atención hospitalaria. También hay unos ratios enfermera-paciente en el caso de la UCI y hay estudios que dicen que la falta de enfermeras produce una mayor morbimortalidad. Repito que estamos un poco o un bastante escasos comparado con lo que teníamos que estar aquí. Estamos doblando en muchos casos en la UCI el número de pacientes que lleva la enfermera. Y ahora estamos hablando encima de incrementar camas.
Con la actividad sanitaria volcada en la COVID-19, ¿cómo se están resintiendo otros ámbitos asistenciales o las listas de espera? Los fisioterapeutas, por ejemplo, están reforzando el equipo de rastreadores.
En las propias UCI tiene un papel importante el fisioterapeuta, porque hacen fisioterapia respiratoria del paciente COVID-19, que tiene una afección pulmonar importante y problemas de movilidad. Estamos hablando de que son pacientes que se tiran mucho tiempo inmovilizados y luego hay que enseñarles a andar, a respirar y a todo. Lo que está claro es que, cuando tú estás quitando efectivos de un ámbito, bien sea para vacunas o para cuidado de críticos, estás retrasando todo lo que no sea atención COVID-19. En el caso del quirófano, se incrementan las listas de espera. En primaria, todas las personas crónicas que tienen una necesidad de atención ven reducidas en número las personas que hay para dar respuesta a sus necesidades de salud. Las agendas se llenan y el tiempo que tienes que esperar para tener una cita en atención primaria, bien sea telefónica o presencial, se incrementa. Eso es así. Y no hablemos de otros programas de salud y de seguimiento, que está claro que con la pandemia se han quedado un poco en tierra de nadie
Se ha conocido que tampoco hay personal suficiente para la campaña de vacunación y que se está pidiendo que el personal de enfermería voluntario se ofrezca para vacunar este fin de semana.
Las condiciones en las que está trabajando las enfermeras son muy duras. Nuestras compañeras, como te comentaba antes, habían sido contratadas en principio para cubrir vacaciones en atención primaria. De repente, de la noche a la mañana y por medio de WhatsApp, les dicen que tienen que ir a un vacunódromo, que su cartelera va de lunes a domingo y no de lunes a viernes y que de la semana de vacaciones se olviden. Las enfermeras que están en esas circunstancias no es la primera vez que ni acaban de llegar a trabajar. Llevamos más de un año de pandemia y las personas que vienen estando contratadas para la gestión de la pandemia llevan así todo el tiempo. Ya llega un momento en que la gente al final estalla. Y encima es que ni se les reconoce ni se le compensa el esfuerzo, porque en muchas ocasiones estamos viendo que se les intenta quitar complementos de retribuciones. Ya no solamente es que se le quiera tener disponible en todo momento, es que encima si pueden quitarte no sé qué complemento, lo hacen. ¡Así estamos!
Llevamos por lo menos un mes o un mes y pico en que no hemos tenido prácticamente ningún caso entre sanitarios y eso es una buena noticia
¿Cuántas semanas podría alargarse este tensionamiento hospitalario?
Espero que no mucho. Pero lo que nos tiene demostrada la pandemia es que cuando somos capaces de aplanar la curva todavía se tarda entre un mes y un mes y medio. Eso no nos lo quita nadie. Igual hasta finales de mayo no somos capaces de bajar esta presión. Esperemos que las variantes no den una cara peor que la de la primera ola.
¿Se ha notado un bajón en los contagios entre el personal sanitario por el efecto de la vacunación?
Tenemos algunas personas que a pesar de la vacunación han dado positivo, pero sí que es verdad, se nota. En los datos hay una bajada, aunque los casos no desaparezcan. Por ejemplo, lo hemos notado mucho en el hospital de Santa Marina de Bilbao, que es un hospital de referencia para gente mayor residenciada y gente anciana positiva en COVID-19. Hemos visto que prácticamente ningún profesional se contagia. No estamos viendo últimamente tampoco escenarios de brotes. Llevamos por lo menos un mes o un mes y pico en que no hemos tenido prácticamente ningún caso y eso es una buena noticia.