Movilidad

Algunas (muy) buenas razones para andar en bicicleta

En su estudio 'Plan de acción mundial sobre actividad física 2018-2030', la Organización Mundial de la Salud desgrana los múltiples beneficios sanitarios, sociales y económicos que conlleva la práctica deportiva. Por desgracia, gran parte del mundo se está volviendo menos activo a medida que aumenta su desarrollo económico. En algunos países, señala la OMS, estos niveles pueden llegar hasta el 70% debido a las modificaciones en sus patrones de transporte, el sedentarismo derivado del mayor uso de la tecnología, los cambios de valores culturales y la urbanización.

Con el objetivo de la reducir la inactividad física un 10% para 2025 y un 15% para 2030, la OMS propone la creación de sociedades activas en entornos activos que faciliten la práctica deportiva y muy especialmente ahora, con nuestro mundo enfrentado a una dramática pandemia. Un estudio publicado por la Revista Médica de Chile en 2020, 'Inactividad física y sedentarismo. La otra cara de los efectos secundarios de la Pandemia del Covid-19', señala el drástico impacto que ha tenido el aislamiento social en los niveles de actividad física y el aumento de los comportamientos sedentes desde que se declaró la cuarentena. Comportamientos que conllevan cambios en los perfiles metabólicos (en su estudio, realizado sobre hombres de 22,3 años de media, se comprobó un aumentó del 57% en la concentración de insulina y un 6,7% de incremento en la grasa intraabdominal) y fisiológicos que afectan a la fuerza muscular (10 días en cama, un 8% de pérdida), fitness cardiorrespiratorio (14%) y velocidad de marcha (7%) en población adulta sin antecedentes de enfermedades crónicas. La buena noticia es que la práctica del ciclismo es una elección estupenda para combatir el sedentarismo y disminuir esos 5 millones de fallecimientos al año (de nuevo cifras de la OMS) que produce la inactividad física.

Las bicis suman a su favor su flexibilidad en los recorridos (entendida esta como la capacidad de hacer paradas y variar de dirección) y la velocidad que desarrollan en distancias cortas ciudadanas (de hasta cinco kilómetros)

Porque pedalear, al margen de su componente lúdico, ofrece un largo listado de ventajas físicas, tales que la mejoría del sistema cardiovascular, el fortalecimiento del sistema inmunológico, la mejoría de las funciones respiratorias, el bienestar mental debido a la liberación de endorfinas, la mayor protección de las articulaciones al no ser un deporte de golpe, la estimulación cerebral por el aumento del flujo sanguíneo a este órgano centralizador del sistema nervioso, la mejora de la coordinación motora, la mejoría en la conciliación y calidad del sueño y la ayuda a quemar grasas y cuidar nuestro peso. Pero aún hay más ventajas, pues al margen de los beneficios personales, el ciclismo aporta otras ganancias colectivas no menos importantes, como son el contribuir a la sostenibilidad de las ciudades reduciendo la contaminación producida por las emisiones de los coches, liberando espacio y promoviendo una movilidad sostenible. 

Y seguimos con la cadena de alabanzas diciendo una obviedad, que las bicicletas son económicas, pues su precio de compra y mantenimiento es sensiblemente inferior al de un coche privado y además pueden ser usadas casi por cualquier persona. Las bicis suman a su favor su flexibilidad en los recorridos (entendida esta como la capacidad de hacer paradas y variar de dirección) y la velocidad que desarrollan en distancias cortas ciudadanas (de hasta cinco kilómetros), que puede compararse a la del transporte público, ya que no sufre los ralentizamientos de este en las distintas paradas.

Sí, claro está que la bici también puede presentar algún que otro inconveniente. La mala climatología, la existencia de fuertes pendientes en el recorrido y lo limitado de su capacidad de carga se apuntan en la casilla de los debe, si bien observadas de forma global estás pegas son minúsculas en comparación con los beneficios que ofrece la 'petite reine'.

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