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Ciclismo vintage con aires modernos

5 de noviembre de 2021 00:02 h

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Oyes hablar de bicicletas 'fixies', gravel e 'e-bikes' y, anglicismos al margen, te da por pensar en un ciclismo 'cool', 'hipster' y novedoso a más no poder. Y es cierto, pero todo disco, por bien que suene, tiene su cara A y su cara B. En el caso del ciclismo, el reverso de estas innovadoras tendencias tiene una historia más que centenaria. Para empezar, todas las bicis anteriores a 1855 eran de piñón fijo ('fixies'), pues no fue hasta 1898 que el alemán Sachs inventó la rueda libre, lo que liberaba al ciclista del castigo de tener que pedalear permanentemente. 

Pasa lo mismo con las gravel, que ya existían antes del 1900, cuando los 'cicloroutiers' (como se llamaba entonces a los cicloturistas) cargaban sus máquinas de robustos cuadros y gruesos neumáticos con morrales y bolsos en los que llevar sus pertrechos, equipándose incluso con candiles para iluminar sus recorridos nocturnos.

También existían en 1897, mira por dónde, los cuentakilómetros, habiendo por entonces algunos tan populares como el Ciclómetro Spalding. Invento este más antiguo de lo que parecería, dado que el arquitecto, ingeniero y escritor latino Vitrubio Polión ya los cita como herramienta para medir los caminos del imperio romano en el siglo I a. C.

Fue al otro lado del Atlántico, en la Europa de 1930, donde diversas compañías de distintas áreas decidieron incursionar en la fabricación de bicicletas eléctricas

Y así llegamos a las bicis eléctricas. Cuenta Keizo Kobayashi en su 'Histoire du Vélocipède de Drais a Michaux, 1817-1870' que en fecha tan temprana como 1869 se presentaron en París al menos dos patentes de sendos “velocípedos-magneto eléctricos”, si bien el antecedente más claro de las modernas 'e-bikes', la de Ogden Bolton Jr. de Ohio, no se registró en la Oficina de Patentes hasta 1895.

Vistas como una extravagancia, las bicicletas eléctricas de aquellos años no tuvieron sentido de cara a una fabricación y venta masivas entre el gran público. Fue al otro lado del Atlántico, en la Europa de 1930, donde diversas compañías de distintas áreas decidieron incursionar en la fabricación de bicicletas eléctricas, siendo Phillips (el famoso fabricante de bombillas) una de las pioneras, imitada poco después por los holandeses de Juncker, que en 1933 fabricaron un modelo de 'e-bike' extremadamente pesado (50 kg sin batería) para ser eficiente.

Casi dormido, el sueño de las 'e-bike' volverá a despertar en 1973, cuando la crisis del petróleo y la cada vez más extendida concienciación medioambiental las vuelva a sacar a la palestra

La Segunda Guerra Mundial dio al traste con todas aquellas iniciativas, surgiendo luego no pocas alternativas que quedaron en nada, como ocurrió con la bellísima “Bycicle of Future”, 'e-bike' proyectada por el diseñador anglo-americano Ben Bowden. Máquina de estilizado diseño, el rey Faruk de Egipto compró varias unidades que debían ser fabricadas en una fábrica de Gales que por lo que sabemos nunca llegó a funcionar.

Casi dormido, el sueño de las 'e-bike' volverá a despertar en 1973, cuando la crisis del petróleo y la cada vez más extendida concienciación medioambiental las vuelva a sacar a la palestra. Los japoneses de Yamaha fueron pioneros de su renacer con el  lanzamiento en 1993 del modelo PAS (Power Assist System), al tiempo que en la carrera por no quedarse atrás su rival Panasonic presentaba su 'e-bike' XM-1.  No obstante aquellas prisas, habría que esperar al inicio del año 2000 para que estos dos gigantes comenzasen la producción masiva de 'e-bikes', vendiéndolas luego por todo el mundo. Comenzaba así la era de las 'pedelec', o bicicletas de pedaleo asistido. Maravillosas novedades con una historia más que centenaria.

Oyes hablar de bicicletas 'fixies', gravel e 'e-bikes' y, anglicismos al margen, te da por pensar en un ciclismo 'cool', 'hipster' y novedoso a más no poder. Y es cierto, pero todo disco, por bien que suene, tiene su cara A y su cara B. En el caso del ciclismo, el reverso de estas innovadoras tendencias tiene una historia más que centenaria. Para empezar, todas las bicis anteriores a 1855 eran de piñón fijo ('fixies'), pues no fue hasta 1898 que el alemán Sachs inventó la rueda libre, lo que liberaba al ciclista del castigo de tener que pedalear permanentemente. 

Pasa lo mismo con las gravel, que ya existían antes del 1900, cuando los 'cicloroutiers' (como se llamaba entonces a los cicloturistas) cargaban sus máquinas de robustos cuadros y gruesos neumáticos con morrales y bolsos en los que llevar sus pertrechos, equipándose incluso con candiles para iluminar sus recorridos nocturnos.