Entrevista

Andrea Liba, camarera y escritora: “Es triste que la clase obrera sueñe que le toca la lotería para tener una vida digna”

Cuando a Andrea Liba (Cartagena, 1996) las personas de su entorno le llaman escritora, ella tiende a negarlo. Al menos, hasta ahora. La murciana afincada en Bilbao, tras estudiar la carrera de Periodismo y trabajar de ello en algunos medios, no se avergüenza al confesar que lo dejó por culpa de la precariedad del sector para dedicarse a la hostelería. Aun así, su afán por seguir escribiendo la ha llevado a crear 'Rayas y temblores' una novela autobiográfica que, en sus propias palabras, “es una fotografía de las dolencias de toda una generación”. En ella trata sobre la sexualidad, el ser bollera, la violencia machista, la drogodependencia y la precariedad, basándose en sus propias vivencias y las de las mujeres de su entorno. Su objetivo, más allá de mostrar la realidad de esas mujeres, es “dejar a un lado el síndrome de la impostora” permitirse a sí misma ser una escritora.

Para poder publicar su obra, ha creado un crowdfunding que a pesar de que pasado jueves alcanzó su objetivo, sigue recaudando fondos. Por lo que, en breve comenzará la edición de la novela para su posterior publicación. Liba se reúne con este periódico en un bar de la calle Somera, en el Casco Viejo de Bilbao. Antes, se niega a realizar la entrevista en una cafetería. “Ahí no voy porque son esquiroles del 1 de mayo”. Trata de ser siempre fiel a sus principios, aunque es consciente de que en muchas ocasiones, no es nada fácil hacerlo.

Le he propuesto realizar esta entrevista en una cafetería del barrio, pero ha preferido otro lugar. ¿A qué se debe?

No voy a esa cafetería desde que un 1 de mayo pasé por la puerta y vi que estaba abierta. Es una mierda, porque era un sitio agradable en el que estar y tenían cosas súper ricas como la tarta de queso, pero si abre el 1 de mayo no quiero entrar a ese lugar, puede que para muchas personas sea una tontería, pero para mí no.

¿Es complicado vivir siendo fiel a sus principios?

Es una mierda (risas). Por ejemplo, yo trato de ser un 99% vegana. Es decir, en casa como vegano, pero cuando salgo hago un ejercicio para poder vivir y paso por el aro de que por comer un pintxo de tortilla de vez en cuando o algo de queso no pasa nada. Aun así el otro día mis amigas y yo descubrimos que hay quesos que contienen una pequeña parte de animal y, concretamente, es un trocito del intestino de los terneros de menos de 14 meses. Por lo tanto, el queso no es vegetariano. Miré a mis amigas y les dije que teníamos que buscarnos otros principios porque los que te tenemos no nos dejan vivir (risas).

Centrándonos en el libro, ¿por qué escribir una autoficción?

Porque en realidad no sé escribir desde otro punto de vista que no sea mi propio contexto, entonces, es verdad que este libro no es mi vida, tiene elementos autobiográficos, algunos con más peso y otros que son nimiedades, pero no todo es mío, también hay mucho de las personas, sobre todo mujeres, que me rodean.

¿Cuánto hay de usted en Julia, la protagonista?

Es murciana, millennial y bollera. Ahí ya tienes tres elementos. Hay otra cuestión que es totalmente mía y es que un día me dio parálisis del sueño, que es algo que me lleva pasando desde pequeña, y decidí escribir todo lo que sentí. Me di cuenta de que la parálisis del sueño me conectaba con el miedo a la muerte que siempre me ha acompañado también de pequeña. Ese miedo a la muerte lo trato en dos capítulos y me parece muy importante, porque no se habla mucho de ello. Me siento identificada tanto en las situaciones propias que aparecen, como en aquellas que son ajenas a mí, porque creo que este libro es la fotografía de las dolencias de toda una generación.

Con la información que tengo a día de hoy, puedo asegurar que prácticamente todos los tíos que conozco han abusado sexualmente de alguna mujer

Además de el miedo a la muerte, aborda temas muy diversos como la violencia machista, la precariedad, la sexualidad, la drogodependencia o el 'bollerismo'. ¿Tienen un hilo conductor?

Pensé en esa parálisis del sueño y caí en todas las veces que me sentí paralizada, tanto físicamente como en un contexto de violencia machista o violencia sexual, o a nivel vital. De esta manera fui encontrándome pasajes de mi vida o de las vidas de mis amigas. Por ejemplo, todas mis amigas heterosexuales me han contado alguna violación o alguna situación de violencia sexual, de ello he sacado algunos capítulos. El libro se divide en dos cronologías simultáneas. Hay un inicio y un final y ambos pertenecen a la actualidad. Tratan sobre el hecho de que a la protagonista le llega un burofax y se tiene que ir del piso en el que vive, pero se queda paralizada, no sabe qué hacer. En ese momento se pregunta a sí misma que desde cuándo se siente así y conecta con recuerdos de su infancia, que voy desarrollando en cada capítulo.

Haciendo referencia al tema de la violencia machista, principalmente, en las relaciones heterosexuales, una vez escribió un artículo para este periódico que se titulaba 'Abolir la heterosexualidad para seguir vivas'. ¿Considera que hay más violencia en la heterosexualidad que en relaciones de otro tipo?

En primer lugar, creo que el titular no debería haber sido ese. Tendría que haber puesto 'heteronorma' en lugar de 'heterosexualidad', porque en realidad me refería a eso. Con respecto a tu pregunta, es verdad que ninguna relación está exenta de violencia, al final, el abuso de poder se puede dar en cualquier tipo de relación y, de hecho, conozco experiencias de violencia en relaciones lésbicas, pero es cierto que mayoritariamente es en la heteronorma donde más violencia se vive. Aunque las relaciones LGTBIQ+ también están inmersas en esa heteronorma porque al final nos hemos educado y vivimos en un sistema y hemos aprendido a establecer vínculos de la misma manera. Por ejemplo, yo solo he tenido relaciones con mujeres y mi primera relación fue muy tóxica porque estaba basada en el amor romántico y era muy heteronormativa aunque no fuese una relación heterosexual. Sin embargo, con la información que tengo a día de hoy, puedo asegurar que prácticamente todos los tíos que conozco han abusado sexualmente de alguna mujer, ya sea de forma explícita o más sutil, como insistir en mantener relaciones sexuales con ellos cuando sus parejas realmente no querían hacerlo.

¿Cree que los hombres están empezando a ser conscientes de ese tipo de situaciones?

Puede que sí. Tampoco quiero generalizar, hay tíos muy interesantes y tías que son inaguantables, pero tengo amigas que han conocido al típico chico majo, politizado y de izquierdas que te dice que está 'deconstruido' y habla en femenino genérico, pero con el que se han liado y no las ha tratado bien y utiliza todo eso solo para acostarse con ellas. O, por ejemplo, el otro día estuve hablando sobre el 8M con un amigo mío que es súper majo, que no es un machito para nada, y aún así, no entendía por qué había espacios no mixtos en las manifestaciones. Me decía que él nunca había agredido a ninguna chica y que llevaba tiempo haciendo un proceso para entender el feminismo y, es cierto que puede ser difícil de entender, a las feministas blancas nos pasa cuando una compañera racializada nos dice 'quiero que salgas de mi espacio porque me siento violentada'. En esos casos nos sorprendemos y decimos que todas somos mujeres y que no queremos violentarnos, pero entiendo que mi sola presencia en un lugar que es suyo y les corresponde, ya sea una manifestación, una mesa redonda o cualquier espacio en el que estén militando, les pueda incomodar o violentar, porque formo parte de un colectivo. Yo no les he hecho nada personalmente, pero entiendo lo que ven cuando me miran. Y yo comprendo que, si quiero aportar a esa lucha, tengo que escuchar sin ser protagonista y que las compañeras racializadas me digan qué puedo hacer para ser antirracista. Pues esto mi colega no lo entendía, zanjé la conversación diciendo que el 8M es el único día del año en el que él no tiene que ser el protagonista. Punto.

La mayoría de gente está más cerca de acabar debajo de un puente que de tener un chalet de cuatro pisos y piscina, aunque creamos lo contrario

La adicción a las drogas también es un tema del que se habla en el libro. Hay una frase que dice 'Mi padre dejó de disfrutar cuando empezó a meterse rayas que llevaban nombre y apellido'. ¿Qué significa?

Hay una frase mítica que dice 'la pasta que nos estamos dejando nosotras en terapia porque nuestros padres no fueron' y me pareció interesante explorar la generación que nos precede porque es una generación que ha cargado con la presión de responder a la estructura que le decía el sistema que tenía que darle a su vida: familia nuclear, casa, coche, hijas y vacaciones en Benidorm. Con todo eso entiendo que acabes metiéndote rayas o hasta el culo de ansiolíticos. Siempre se hace la lectura de que los drogadictos destrozan familias, pero ¿acaso las familias tienen sentido tal y como están pensadas? ¿Son viables realmente? Y luego, ¿qué destroza una familia? porque a mí, más que la droga, me parece que a una familia le destroza que la desahucien o que viva en una situación de precariedad en la que no pueda tener una vida digna. Con la frase del libro me refiero al nombre y apellidos de los problemas que vas teniendo en tu vida, ya sean tus jefes o compañeros y compañeras de vida que no te hacen del todo bien.

¿Se puede escapar de la precariedad?

Es que a mí lo de escapar de la precariedad me suena a algo que haces tú sola, como las noticias de que alguien de familia humilde de repente se ha convertido en multimillonario. Esos son casos excepcionales, porque la realidad es que si no eres el hijo de la Pantoja, no vas a ganar una millonada. Al menos no sin que explotes a gente o te aproveches de la miseria de otros. La mayoría de gente está más cerca de acabar debajo de un puente que de tener un chalet de cuatro pisos y piscina, aunque creamos lo contrario. Además, tampoco me interesaría hacer esa especie de viaje heroico desde la mayor humildad hasta el éxito económico que tanto se publicita desde las tazas más tontas de Mr Wonderful hasta los libros de autoayuda o incluso las campañas electorales. Me parece que tal viaje implica pasar por muchos aros, es decir, caer en la más profunda incoherencia política. Y, sin romantizar en absoluto la precariedad, yo me niego a labrarme un éxito propio a costa de la miseria de mis compañeras. Entonces, más que escapar particularmente de la precariedad, considero que tiene más sentido pelear la vida digna colectivamente.

Aún así, el sueño de muchos, también entre los jóvenes, es que les toque la Lotería.

Sí, yo hago 'Rascas' a veces, cosa que me parece una mierda, porque además, la Lotería Nacional, es promoción de la ludopatía de una forma normalizada. Sin embargo, si un chaval o una chavala pasa 7 horas delante de una máquina tragaperras o en una casa de apuestas nos llevamos las manos a la cabeza, y claro que estoy en contra de las casas de apuestas, pero también es juego que una abuela gaste 500 euros en Lotería de Navidad. Es triste que la única esperanza de la clase media para tener una vida digna sea que le toque la Lotería. Te gastas el salario que no tienes en que te toque porque solo hay esa salida. El otro día, hablando con una amiga le dije '¿te imaginas que nos tocan 12 millones de euros? ¿Qué haríamos con ese dinero?' ¿Sabes lo que le dije? ¡Comprar aceite del bueno! (risas) Lo primero que me vino a la cabeza fue eso, si te digo la verdad. Y me parece algo sintomático de cómo está en general mi generación.

¿Cuál es su objetivo con este libro?

Empecé a trabajar en hostelería, después estuve trabajando de periodista a la vez que seguía en la hostelería, hasta que dejé el periodismo por la precariedad que había en ese sector y sigo trabajando en un bar. Sin embargo, por rachas, el cerebro me pide seguir escribiendo. Supongo que mi objetivo es dejar a un lado el síndrome de la impostora y hacerme ver a mí misma y al resto que por fin escribo. Darme la oportunidad de ser escritora.