Del Banco de Bilbao al BBVA, la entidad de las dos fusiones que cambiaron la historia del sector en España
La entidad, cada vez más internacional y con una sede social en Bilbao más simbólica que otra cosa, ha protagonizado dos de las concentraciones bancarias más importantes del siglo XX: la del Bilbao y el Vizcaya, primero, y la que le sumó la banca pública de Argentaria que dirigía Francisco González
El BBVA quiere comerse al Sabadell en una nueva gran operación bancaria que, de culminarse, cambiará la estructura del sector en España. Sería una más en la historia del BBVA, que se ha conformado como la entidad que conocemos ahora ahora después de pasar por dos de las concentraciones bancarias más importantes del siglo XX: la del Banco Bilbao con el Banco Vizcaya, primero -la que dio lugar al Banco Bilbao Vizcaya (BBV)- y la que le sumó la A de Argentaria después. El BBVA quiere engordar de nuevo, 36 años después de que aquella primera fusión de los dos bancos más importantes de época en Euskadi y en España y que le colocó a la cabeza del sector. La del BBVA es, sí, una historia de fusiones.
Corría el año 1988 cuando José Ángel Sánchez Asiain, presidente del Banco de Bilbao, y Pedro Toledo, del Banco de Vizcaya, firmaron la fusión de las dos entidades para dar lugar al Banco Bilbao Vizcaya. Nació el BBV, el banco vasco que se convertía en la mayor entidad de España y que suponía también la integración del Banco Comercio (que era del de Bilbao) y de Banca Catalana (que era del de Vizcaya). Fue una fusión de mutuo acuerdo, no una OPA hostil como la que la entidad plantea ahora para hacerse con el Sabadell. Pero antes de materializarla, Sánchez Asiáin había intentado una OPA hostil al Banesto, aunque sin conseguirlo. El Banesto, ahora en el Santander, sí que se unió al Banco de Vitoria.
Aunque la fusión de ambas entidades, que habían sido el pilar financiero del crecimiento industrial de Euskadi, fue amistosa y la entidad estuvo algo más de un año copresidida por Sánchez Asiaín y Toledo, el fallecimiento de este último sacó a la luz las diferencias en el seno del consejo de administración que se cocían ya desde los acuerdos de fusión, demostrando que en toda unión empresarial, por muy amistosa que sea, siempre hay una parte que se considera agraviada. Eran dos bancos que se movían en sectores paralelos. El Banco de Bilbao se fundó en Bilbao en 1857 como una entidad que tenía incluso facultad para emitir billetes propios. Después pasó a ser un banco de préstamos y se convirtió una pata esencial en el desarrollo siderúrgico vasco de la época. En pleno 'boom' industrial, el Banco de Bilbao estuvo detrás de la financiación necesaria para que surgieran talleres, navieras, ferrerías, ferrocarriles, el puerto, las minas de hierro y empresas que poco a poco fuero dando lugar a las poderosas familias empresariales y bancarias de Neguri, un barrio de la localidad vizcaína de Getxo donde vivían muchos de ellos y que se convirtió en todo un polo de poder económico.
El Vizcaya nació más tarde, en 1901, y aunque con un nicho de mercado muy similar, tenía menos tradición bancaria y una cultura y estrategia empresarial diferente que terminaron por aflorar en cuanto murió Toledo. Sánchez Asiaín, el artífice de la fusión, fue el principal damnificado, ya que tuvo que dejar la presidencia al oponerse los directivos del Vizcaya a que presidiera el banco en solitario. Emilio Ybarra, que ocupaba hasta entonces el cargo de vicepresidente por debajo de la bicefalia de Sánchez Asiaín y Toledo, pasó a presidir la entidad tras un laudo dictado por el Banco de España porque los consejeros procedentes de ambas ramas de la fusión no consiguieron cerrar un acuerdo por su cuenta.
Una fusión con la banca pública presidida por Francisco González
Ybarra presidió el banco en solitario desde 1990 hasta 1999, cuando se produjo el segundo gran hito en la historia del BBVA y uno de los más importantes en la reorganización bancaria española. Habían pasado sólo unos meses de la fusión del Banco Santander con el Banco Central Hispanoamericano dando lugar al BSCH, cuando el BBV se fusionaba con Argentaria. La A actual era un 'holding' bancario que presidía Francisco González, un perfil totalmente alejado de los que hasta entonces habían dirigido el banco vasco. No era un banquero tradicional al uso, pero estaba muy bien relacionado. Amigo personal de José María Aznar, el entonces presidente del Gobierno del Partido Popular le colocó a dedo -como hizo con otros de sus amigos que fichó para dirigir empresas públicas privatizadas, como Juan Villalonga o César Alierta- al frente del conglomerado de bancos y entidades de crédito que había sido público, que se creó en la etapa de Felipe González y que se privatizó por completo con su fusión con el BBV. Antes de dirigir una de las entidades financieras más importantes de España, Francisco González había sido agente de cambio y bolsa primero y fundó FG Valores, después, una empresa que gestionaba carteras bursátiles y que vendió en 1996, poco antes de incorporarse a Argentaria, a Merrill Lynch por 3.700 millones de pesetas. Un auténtico pelotazo para González que al comprador no le salió tan rentable. Poco después de la compra aparecieron unas pérdidas de 800 millones que no se detectaron en la auditoría de venta y aunque años después la Fiscalía anticorrupción investigó esa venta, el expediente de la auditoría se perdió casualmente en el incendio de la Torre Windsor, en Madrid, donde la auditora Deloitte tenía las oficinas.
El pasado laboral de Francisco González casaba poco con el pedigrí de banqueros que imperaba entonces en el consejo de administración del BBV, pero al banco vasco le interesaba la fusión para crecer y se planteó un acuerdo paritario, entre iguales. Como ocurrió en la primera de las fusiones este acuerdo dio lugar de nuevo a una copresidencia compartida, esta vez entre Ybarra y González hasta 2001. En ese año Ybarra dejó en manos de González, de Argentaria, la presidencia del ya BBVA, a escasos cuatro meses antes de que se conociera que estaba implicado en una investigación abierta por la Audiencia Nacional por la tenencia de la entidad de presuntas cuentas opacas en paraísos fiscales. Cuatro años más tarde fue condenado a seis meses de prisión y multado con 27.000 euros por apropiación indebida, aunque posteriormente se decidió la nulidad de las actuaciones y se archivó el caso al no haberse causado perjuicio económico a la entidad financiera.
González aprovechó el asunto de las cuentas fiscales no sólo para forzar la salida de Ybarra como copresidente, sino también para enseñar la puerta de salida a varios miembros destacados del equipo del BBV, como el vicepresidente Pedro Luis Uriarte, uno de los 'padres' del Concierto Económico vasco. De esta forma arrancó la etapa del BBVA con un presidente del banco que no era vasco y que estuvo al frente de la entidad hasta 2018, es decir, 18 años.
Entró en la presidencia del BBVA por la puerta grande, pero salió por la puerta de atrás. Aunque le costó hacerlo, dimitió acorralado por el escándalo del comisario Villarejo, al que pagaba por hacer supuestas escuchas a empresas y particulares para el banco.
Coincidiendo con esta presidencia de Francisco González el banco vasco empezó a ser cada vez menos vasco, y los centros de decisión se empezaron a desplazar a Madrid, a la vez que la entidad se hacía más internacional. En estos momentos, presidido por Carlos Torres desde 2018, mantiene la sede social en Bilbao, aunque la sede operativa está en Madrid. De hecho, la icónica torre de la plaza Circular de Bilbao, que acogía la sede del banco, está ocupada por un Primark (la planta baja y las tres primeras) y por un centro de emprendimiento de la Diputación de Bizkaia. Las juntas de accionistas se siguen haciendo en Bilbao, pero el banco no deja mucho a la Hacienda foral de Bizkaia ya que al tener más del 75% de su negocio fuera de Euskadi se le aplica el régimen fiscal común. Torres mantiene guiños a Euskadi como hacerlo sede de Next BBVA, que agrupa las empresas tecnológicas del grupo, o de los premios Fronteras del Conocimiento que se entregan anualmente, pero no hay ningún vasco sentado en el Consejo de Administración. Se da la casualidad de si prospera la OPA al Sabadell se integrará otro activo bancario vasco, el Banco Guipuzcoano, que la entidad catalana compró en 2010. Algunas oficinas y la sede de Donostia del Guipuzcoano siguen conservando ese nombre, pero cada vez es menos utilizado.
Actualmente el banco está presente en 25 países aunque a destacar está su presencia en México, a través del BBVA Bancomer (compró la entidad en el año 2000), donde es la mayor institución financiera del país. De hecho, el año pasado el negocio en este país representó el 46,7% del margen bruto de negocio del BBVA. Tiene presencia importante en otros países latinoamericanos como Argentina, Colombia, Chile o Perú. Además, es el primer accionista de Garanti BBVA en Turquía y posee un importante negocio de banca de inversión, transaccional y de mercados de capital en EEUU. Precisamente en su desembarco en EEUU, el BBVA llegó a ser incluso banco oficial de la NBA en 2013, ya en la época de González. Estrellas del momento como Kevin Durant o James Harden anunciaban las bondades de lo que nació hace más de siglo y medio.