Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.
¿Gran Coalición? Sí, la de los vascos
El tiempo ha dado la razón a quienes auguraron en las elecciones vascas de septiembre que el PNV terminaría pactando con el PP y el PSE. El propio Urkullu marcó la frontera durante la campaña cuando para azuzar el miedo al cambio alertaba de que EH Bildu y Podemos estaban dispuestos a pactar para desalojar al PNV de Ajuria Enea. En la omisión del resto de partidos se entendía tácitamente que Urkullu no veía con disgusto apoyarse en el PP y el PSE para evitar ese desalojo, pero en público Urkullu evitó expresar sus preferencias: anunciar en plena campaña el advenimiento del buen rollo con el PP hipercentralizador, corrupto y recortador de Rajoy hubiera sido de una enorme torpeza política.
Finalmente ese guion se ha cumplido. En noviembre Urkullu llegó a un acuerdo de coalición con el PSE, y esta semana lo ha hecho con el PP firmando el pacto de los presupuestos para 2017 en Euskadi. La Gran Coalición Vasca –PNV, PSE, PP– ya está oficialmente en marcha, aunque de facto lleve tiempo atendiendo a los deseos de los grandes intereses económicos del Oasis Vasco.
Kutxabank está gobernado por PNV, PSE y PP y se ha convertido en el banco que más desahucia en Euskadi y en el más criticado por las plataformas antidesahucios por las dificultades para alcanzar acuerdos justos. Kutxabank ha recurrido condenas por el uso de cláusulas abusivas y ha ignorado las quejas por la utilización de los tipos IRPH. En manos de la Gran Coalición Vasca, Kutxabank también ha ejercido de oficina ilegal de favores a amigos: esta misma semana han sido condenados por corrupción el expresidente del banco Mario Fernández y el exdelegado del Gobierno en Euskadi, Mikel Cabieces.
La actual reforma fiscal en vigor también está acordada por PNV, PSE y PP. Desde hace tiempo, y dados los problemas de recaudación que viven las haciendas vascas, EH Bildu y Podemos reclaman un incremento sustancial del impuesto de sociedades que pagan los empresarios. Al consejero de Hacienda, Pedro Azpiazu, se le ocurrió sugerir que una reforma quizás sería necesaria y la patronal vasca se le echó encima, se escribieron editoriales y los diputados generales de Bizkaia y Gipuzkoa, del PNV, pusieron la guinda. “No contemplo un incremente en el impuesto de sociedades en estos momentos. Lo digo como vizcaíno pero es algo compartido entre instituciones forales y Gobierno vasco”, declaró el diputado general de Bizkaia, Unai Rementeria. Un mes después se ha firmado el acuerdo con el PP.
Incluso en Vitoria, donde el odio visceral domina las relaciones entre los concejales del PNV y el PP, ambas formaciones han impulsado iniciativas para que los grandes empresarios de la ciudad paguen menos impuestos o para facilitar operaciones demandadas por los poderosos constructores locales. Recientemente, a pesar de haberlo anunciado, el Gobierno PNV-PSE se negó a recurrir la absolución de Maroto y Alonso por el trato de favor a Gonzalo Antón en el alquiler de unos locales en el centro de Vitoria. Es el signo de los tiempos de la Gran Coalición Vasca.
Los objetivos de la Gran Coalición Vasca los explican con sinceridad algunos de sus integrantes. Sobre el pacto presupuestario, el presidente del PP vasco Alfonso Alonso afirmó que PNV, PSE y PP comparten “algunas características respecto a su vocación institucional” y defendió “un acuerdo frente a una alternativa populista que está representada con fuerza en la Cámara vasca”. Desde el Gobierno vasco se hablaba de un pacto “realista” y “responsable” frente a las posiciones inasumibles de Podemos y la izquierda abertzale. El presidente del PNV, Andoni Ortuzar, llegó a acusar a EH Bildu de dejarse enredar por las posiciones antineoliberales del sindicato ELA. La Gran Coalición Vasca, por tanto, se define a sí misma como azote del populismo y las posiciones radicales y publicita la acción política del sentido común y la centralidad. Es el mantra conservador frente a la incertidumbre de los cambios.
La Gran Coalición Vasca es la trinchera de los poderes económicos de Euskadi y sus privilegios, la trinchera de las grandes empresas a las que los políticos de los partidos de la Gran Coalición acceden por sus puertas giratorias, la trinchera de los banqueros que no quieren obstáculos para obtener beneficios a costa del sufrimiento de sus clientes, la trinchera de los empresarios que rechazan pagar más impuestos y sueñan con un paraíso laboral más desregularizado todavía.
Puede que la Gran Coalición Vasca se haya forjado por necesidades diversas y contenga contradicciones internas muy relevantes x–pacificación, sentimientos nacionales, etc.– pero tiene una razón de ser muy sólida que ha conseguido unir a sus protagonistas: la vocación de mantener intacto el establishment vasco. Para ello cuentan con apoyo electoral e importantes aliados como los medios de comunicación y las organizaciones empresariales. Ahora que todas las cartas se han puesto boca arriba, a la izquierda vasca le toca dar el siguiente paso y construir una alternativa a la Gran Coalición Vasca.
El tiempo ha dado la razón a quienes auguraron en las elecciones vascas de septiembre que el PNV terminaría pactando con el PP y el PSE. El propio Urkullu marcó la frontera durante la campaña cuando para azuzar el miedo al cambio alertaba de que EH Bildu y Podemos estaban dispuestos a pactar para desalojar al PNV de Ajuria Enea. En la omisión del resto de partidos se entendía tácitamente que Urkullu no veía con disgusto apoyarse en el PP y el PSE para evitar ese desalojo, pero en público Urkullu evitó expresar sus preferencias: anunciar en plena campaña el advenimiento del buen rollo con el PP hipercentralizador, corrupto y recortador de Rajoy hubiera sido de una enorme torpeza política.
Finalmente ese guion se ha cumplido. En noviembre Urkullu llegó a un acuerdo de coalición con el PSE, y esta semana lo ha hecho con el PP firmando el pacto de los presupuestos para 2017 en Euskadi. La Gran Coalición Vasca –PNV, PSE, PP– ya está oficialmente en marcha, aunque de facto lleve tiempo atendiendo a los deseos de los grandes intereses económicos del Oasis Vasco.