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Un clarete de Rioja

Para los que queremos frescura en los vinos, para quienes buscamos disfrutar de una copa de vino acompasando su expresión con aires de sarmientos y creemos que por encima de otras lides, un vino es agradecido cuando gusta sin otras pretensiones puristas, aquí está el clarete de César Del Río y su hijo Iván, dos hombres que trabajan sin desmayo para hacernos llegar añada tras añada un clarete de Rioja, con la cercana influencia de la Sierra de la Demanda y el río Najerilla. Sabemos ya supongo que no es lo mismo rosado que clarete.

Cuando hablamos de un vino clarete, nos referimos siempre a una fusión entre variedades de uva tinta y de uva blanca.

El vino rosado se elabora con uvas tintas. También la elaboración es diferente. En cualquier caso y en Rioja, la leyenda del clarete siempre tiene carácter de gozosa realidad con elaboradores como los de esta familia, una de las más reputadas valedoras de este tesoro vitivinícola, muchas veces injustamente valorado. 

Trabajo de familia que se resume en una base varietal con uvas de garnacha y viura que se confirma en un clarete de Rioja, mostos que nacen de una fusión de uvas blancas y tintas con fermentación parcial en presencia de hollejos tintos.

César Del Río y su hijo Iván, con la influencia de la Sierra de la Demanda y el Najerilla, aportando al mercado una edición más de añada de una referencia legendaria ya, un baluarte de lo que significa un clarete auténtico sin disimulo y con amplias dosis de desparpajo.

En lo que se refiere al año 2018 estamos delante de un vino que pincela una cromática cobriza linpia y brillante, con reflejos asalmonados y piel de cebolla. La cercanía aromática deja escapar recuerdos de fruta roja madura, con gesto cítrico de mandarina y albaricoque, emulsión silvestre y un centro balsámico que redondea el perfume. Equilibrado en la fragancia.

La boca abre sabrosa, continuidad en buen lineal de acidez, frescura y untuosidad media, buen registro de persistencia. La retronasal apunta nostalgias de cerezas y grosellas, notas más de complementarias de albaricoque y manzana roja, guiño cítrico amable e integrado, en el centro memorias anisadas y silvestres, acaba con sapidez y prolongada frescura.

 

Para los que queremos frescura en los vinos, para quienes buscamos disfrutar de una copa de vino acompasando su expresión con aires de sarmientos y creemos que por encima de otras lides, un vino es agradecido cuando gusta sin otras pretensiones puristas, aquí está el clarete de César Del Río y su hijo Iván, dos hombres que trabajan sin desmayo para hacernos llegar añada tras añada un clarete de Rioja, con la cercana influencia de la Sierra de la Demanda y el río Najerilla. Sabemos ya supongo que no es lo mismo rosado que clarete.

Cuando hablamos de un vino clarete, nos referimos siempre a una fusión entre variedades de uva tinta y de uva blanca.