A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.
Concierto, privilegio, Constitución y Cataluña
Todo se reduce a dinero. El controvertido hecho diferencial vasco o catalán en momentos de crisis queda exclusivamente reducido al vil metal. Llevamos años reformando el sistema de financiación autonómica para satisfacer una y otra vez las demandas de Cataluña y nunca ha sido suficiente. En esta comunidad autónoma de forma progresiva se han autoconvencido de que todos sus problemas económicos y sociales están directamente causados por el supuesto expolio de España. Y en este camino sin final contra todo, en busca de un enemigo exterior que evite pensar en las responsabilidades propias, que para las formaciones políticas catalanas parecen no existir, le ha tocado el turno al Concierto Económico Vasco y al Convenio Navarro.
No estoy seguro de si el secretario general del PSC, Pere Navarro, conoce realmente el funcionamiento del Concierto y Convenio navarro, pero eso da bastante igual en la deriva de Cataluña. En esta España en crisis de los recortes, el paro o la falta de consumo no hay nadie que asuma alguna responsabilidad. La crisis nos llegó gracias a la hipotecas basura de EE UU, pero se quedó a vivir con nosotros con grandes componentes locales (ladrillazo). No oigo a nadie asumir en primera persona responsabilidades y menos en Cataluña. Da igual el partido que hable (CiU, ERC, PSC,...), la responsabilidad de la profunda crisis catalana no es de ellos. Siempre llega de fuera. No sé si Cataluña debería volver a mejorar su sistema de financiación. Lo que sí sé es que mejorándolo o incluso quedándose con todos los impuestos que pagan y con su parte alícuota de la deuda española no estarían en mejor situación que ahora. Todas las fuerzas catalanas han gobernado y todas son responsables de la mala gestión que ha llevado a esa comunidad autónoma a estar como está. Los catalanes han gestionado mal y ya va siendo hora de que lo reconozcan y se lo digan a sus ciudadanos. Vale ya de tanta pureza y de tanto enemigo exterior para autojustificarse.
Nos estamos convenciendo de forma progresiva que reformar la Constitución va a suponer la solución automática de los males de las Españas. Soy un convencido de que las Constituciones hay que adaptarlas a los tiempos. No deben estar sujetas a reformas permanentes, pero sí deben tener la flexibilidad y capacidad de adaptación. ¿Pero por qué no probamos los gobernantes y los ciudadanos a reformarnos y a asumir responsabilidades?
El mal ahora son el Concierto Económico Vasco y el Convenio Navarro, los dos sistemas de financiación que tienen estas comunidades. Por cierto, en el pacto constitucional Cataluña pudo optar a un sistema similar y no quiso, le dio miedo. Euskadi y Navarra básicamente cuentan con la capacidad de regular y recaudar sus impuestos y luego pagan al Estado una cantidad, llamada cupo, en función del peso de la economía de su comunidad sobre la del conjunto de España por las competencias que no son propias. La cantidad a pagar se fija conforme a unas normas establecidas por una ley quinquenal, y Navarra y Euskadi la tienen que pagar gestionen bien o mal sus impuestos. Que son capaces de recaudar mucho porque son muy eficientes en la lucha contra el fraude pues mejor para ellas, pero si son menos eficientes y no recaudan lo esperado, algo que está pasando ahora con la crisis, pues tienen que pagar lo que les toca de igual manera. Es un sistema con riesgo.
Por supuesto que todo se puede modificar, y la financiación de Euskadi y Navarra puede ser objeto de debate, pero hay que ser conscientes de los melones que se abren. El fundamento del Concierto no está en la historia y el medievo, como gusta decir al nacionalismo vasco, el fundamento está en la ley y en la Constitución de 1978. Cambiarlo supone cambiar el pacto constitucional y hacerlo para satisfacer la incapacidad de gestión de Cataluña y su implacable sed de dinero puede reventar consensos y acuerdos que han dado estabilidad. El Concierto Económico es, sin duda, el mayor hecho diferencial vasco y la esencia del autogobierno. El nacionalismo vasco lo liga a eso que llama la “soberanía originaria” de Euskadi. Le viene bien para su argumentario nacionalista, pero en su lógica pragmática lo sustenta ahora en el ordenamiento jurídico y la Constitución. Abrir este debate supone romper uno de los fundamentos del pacto constitucional español y tirar por la borda años de convivencia. ¿Y para qué? Para satisfacer las ansias o desesperanzas de una Cataluña a la deriva y ausente de conciencia crítica con su actuación.
No merece la pena. Si se mira la historia deberíamos recordar que los Conciertos los impuso Cánovas del Castillo, contra el criterio de las fuerzas vivas vascas del momento, tras la tercera guerra carlista, para lograr que los vascos pagaran impuestos. Fue un sistema provisional que se convirtió en definitivo y que el nacionalismo vasco lo adoptó y transformó en su imaginario en una suerte de recuperación de la foralidad abolida precisamente en esa guerra carlista.
El Concierto y el Convenio han funcionado en su labor fiscal y de cohesión territorial. Cuidado con romper este equilibrio salvo que se quiera romper todo. Pere Navarro ha abierto un debate y en sí mismo no está mal, pero huele a huida de la responsabilidad, algo a lo que nos tienen muy acostumbrados los líderes catalanes de cualquier condición. Por cierto, es bonito observar cómo el PNV se refugia en la Constitución, que tanto ha denostado por puro mercantilismo político, para proteger el Concierto. Y todo porque con las cosas del comer no hay que jugar.
Todo se reduce a dinero. El controvertido hecho diferencial vasco o catalán en momentos de crisis queda exclusivamente reducido al vil metal. Llevamos años reformando el sistema de financiación autonómica para satisfacer una y otra vez las demandas de Cataluña y nunca ha sido suficiente. En esta comunidad autónoma de forma progresiva se han autoconvencido de que todos sus problemas económicos y sociales están directamente causados por el supuesto expolio de España. Y en este camino sin final contra todo, en busca de un enemigo exterior que evite pensar en las responsabilidades propias, que para las formaciones políticas catalanas parecen no existir, le ha tocado el turno al Concierto Económico Vasco y al Convenio Navarro.
No estoy seguro de si el secretario general del PSC, Pere Navarro, conoce realmente el funcionamiento del Concierto y Convenio navarro, pero eso da bastante igual en la deriva de Cataluña. En esta España en crisis de los recortes, el paro o la falta de consumo no hay nadie que asuma alguna responsabilidad. La crisis nos llegó gracias a la hipotecas basura de EE UU, pero se quedó a vivir con nosotros con grandes componentes locales (ladrillazo). No oigo a nadie asumir en primera persona responsabilidades y menos en Cataluña. Da igual el partido que hable (CiU, ERC, PSC,...), la responsabilidad de la profunda crisis catalana no es de ellos. Siempre llega de fuera. No sé si Cataluña debería volver a mejorar su sistema de financiación. Lo que sí sé es que mejorándolo o incluso quedándose con todos los impuestos que pagan y con su parte alícuota de la deuda española no estarían en mejor situación que ahora. Todas las fuerzas catalanas han gobernado y todas son responsables de la mala gestión que ha llevado a esa comunidad autónoma a estar como está. Los catalanes han gestionado mal y ya va siendo hora de que lo reconozcan y se lo digan a sus ciudadanos. Vale ya de tanta pureza y de tanto enemigo exterior para autojustificarse.