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La excusa es el sistema

La excusa es el sistema. La superestructura nos atenaza, nos paraliza, nos subyuga, nos impide avanzar, nos humilla, nos enfrenta... Es un mundo oscuro, plagado de bancos, multinacionales, políticos, eurócratas, burócratas, narcotraficantes, tratantes de personas, mafias, señores de la guerra... Un mundo en el que solamente habita el dinero y ante el que un individuo solo es un ser insignificante, carente de voluntad e incapaz de cambiar nada. El mundo, como el fútbol, parece ser así. O nos puede parecer conveniente que sea así. Es fantástico ver cómo ayuda contar con un sistema responsable de todo lo que acontece.

Me siento en casa y enchufo la tele. Me trago el ‘Sálvame’ de turno y amanece un nuevo día; uno menos que me queda por vivir. No nos damos cuenta y la cuenta atrás pasa inapelablemente sin mover un dedo. Maldecimos contra ese sistema infecto que nos oprime y que enriquece a unos cuantos y vemos pasar las horas. Nos contagiamos de superestructura y decidimos no pagar las facturas y, si lo hacemos, obviar el IVA porque es lo que hacen todos.

Otro día más, otro año y nada. No confiamos en nadie porque nos ampara la culpabilidad del sistema. Si eres cura, porque seguro que eres pederasta. Si eres político, porque solo buscas enriquecerte. Si eres voluntario, porque te gusta ser protagonista. Si eres periodista, porque eres un manipulador. Si eres empresario, porque eres un explotador. Si eres sindicalista, porque solo quieres medrar. Malos tiempos para los que deciden hacer. Malos porque se convierten en colaboradores del sistema y el sistema es perverso y malicioso y descompone lo que toca. No hay mejor refugio que el sofá y ver pasar el tiempo.

Bonita excusa para no hacer lo correcto, para no hacer algo, para criticar y esperar. Bonita excusa la del enemigo exterior fuente de todos los males. Es liberador no ser responsable de nada, pero es mentira. Todos, cada uno de nosotros, somos responsables de lo que pasa porque el sistema se construye con las aportaciones y los gestos de cada individuo. Marcar los días del calendario sin hacer nada es convertirse en el sistema.

El número de sinvergüenzas y de gentes honradas es una constante independiente del oficio al que uno se dedique. Las generalizaciones son absurdas y las excusas, el mal de nuestro tiempo. Me declaro responsable, que no autor, de las cosas que pasan, de las buenas y de las malas. Me declaro culpable de hacer y de no hacer. Soy responsable y puedo decidir aceptar las cosas que pasan sin mover un dedo o no, pero lo que no puedo es ampararme en una superestructura para reivindicar una pureza que no tengo.

La excusa es el sistema. La superestructura nos atenaza, nos paraliza, nos subyuga, nos impide avanzar, nos humilla, nos enfrenta... Es un mundo oscuro, plagado de bancos, multinacionales, políticos, eurócratas, burócratas, narcotraficantes, tratantes de personas, mafias, señores de la guerra... Un mundo en el que solamente habita el dinero y ante el que un individuo solo es un ser insignificante, carente de voluntad e incapaz de cambiar nada. El mundo, como el fútbol, parece ser así. O nos puede parecer conveniente que sea así. Es fantástico ver cómo ayuda contar con un sistema responsable de todo lo que acontece.

Me siento en casa y enchufo la tele. Me trago el ‘Sálvame’ de turno y amanece un nuevo día; uno menos que me queda por vivir. No nos damos cuenta y la cuenta atrás pasa inapelablemente sin mover un dedo. Maldecimos contra ese sistema infecto que nos oprime y que enriquece a unos cuantos y vemos pasar las horas. Nos contagiamos de superestructura y decidimos no pagar las facturas y, si lo hacemos, obviar el IVA porque es lo que hacen todos.