A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.
Una oportunidad
Las elecciones han sido un detonador de cambios. Nunca he sido pesimista y ahora tampoco. No creo que los cambios sean malos, aunque generen incertidumbre. Si se juega con inteligencia pueden dar buenos resultados. Abdica el Rey, el populismo triunfa en España, como en el resto de Europa, y el PSOE entra en crisis. Es la última vuelta de tuerca a la larga crisis económica que padecemos. Parece que se vaya a acabar el mundo y no es así. Parece que el único partido en crisis es el PSOE y tampoco es así. Hace tiempo que vengo escribiendo que los partidos deben ser realmente instrumentos de participación política, tal y como viene previsto en la Constitución.
El problema de todo es económico. Si no fuéramos más pobres y hubiera empleo, las percepciones serían diferentes. En cualquier caso, hay que aprovechar para cambiar. Han salido las vergüenzas y hay que abordarlas sin dilación.
Decía antes que parece que el único partido con problemas es el PSOE y es cierto que los tiene, pero no está solo. Tal vez se haya visto desnudo antes y haya decidido hacer frente a la situación.
Se ha abierto un debate público, donde se opina de todo. Hay quien lo crítica, pero la realidad es que no hay ningún otro partido que esté dispuesto a hacer lo mismo. La jugada socialista tiene riesgo, pero también muchas oportunidades.
Esta semana hemos visto llorar al lehendakari Patxi López, que deja la secretaría general del PSE-EE. La deja para propiciar el cambio que prometió y no llegó a hacer cuando hace año y medio dejó el Gobierno Vasco. Lloró porque le aclamaron y porque su liderazgo nunca ha estado cuestionado por su gente. Su acoso y derribo siempre ha llegado de fuera, especialmente del PNV.
Ahora se va. Tal vez a Madrid. Ya veremos si se le abren o cierran puertas, pero antes tiene que culminar la transición en su partido en Euskadi. Debe asegurar el cambio prometido. Todos sabemos que no hay mirlos blancos, pero sí hay personas capaces. Se me ocurren varias, pero no es mi papel dar nombre. El PSE tiene gente preparada, con experiencia en el sector privado y público, con conocimiento e ideas, comprometida con el partido y la sociedad. Gente en la que igual nadie ha pensado, pero que debería dar el paso o habría que empujarle a darlo. Es responsabilidad de Patxi López favorecerlo. Nadie me va a preguntar, pero pienso en alguien y es de esa generación que supo estar, formarse, trabajar y jugarse el bigote en los tiempos duros del terrorismo de ETA.
Las elecciones han sido un detonador de cambios. Nunca he sido pesimista y ahora tampoco. No creo que los cambios sean malos, aunque generen incertidumbre. Si se juega con inteligencia pueden dar buenos resultados. Abdica el Rey, el populismo triunfa en España, como en el resto de Europa, y el PSOE entra en crisis. Es la última vuelta de tuerca a la larga crisis económica que padecemos. Parece que se vaya a acabar el mundo y no es así. Parece que el único partido en crisis es el PSOE y tampoco es así. Hace tiempo que vengo escribiendo que los partidos deben ser realmente instrumentos de participación política, tal y como viene previsto en la Constitución.
El problema de todo es económico. Si no fuéramos más pobres y hubiera empleo, las percepciones serían diferentes. En cualquier caso, hay que aprovechar para cambiar. Han salido las vergüenzas y hay que abordarlas sin dilación.