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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

Reformismo o revolución

En 2019 se celebrará el centenario de la Tercera Internacional, y con ella la ruptura de la izquierda entre reformistas y revolucionarios, socialdemócratas y comunista. La izquierda dejó entonces claro que no es un bloque homogéneo. Las 21 condiciones de adhesión a la Tercera Internacional muestran claramente los límites de una ruptura y la dificultad de los acuerdos.

La Tercera Internacional se asoció directamente a la Unión Soviética y a la revolución. A su sombra nació en España el PCE de dos escisiones del PSOE en 1921. La primera, de la Juventudes Socialistas, y la segunda, de la propia Comisión Ejecutiva socialista. Pablo Iglesias, fundador del PSOE y UGT, se mantuvo en el espacio reformista y en la socialdemocracia. Ambas premisas rompían directamente con la Tercera Internacional. El camino en el PSOE no fue fácil. UGT, el sindicato socialista, fue el abanderado en la ruptura con el comunismo. El PSOE tardó tres años en encauzar su camino. Ambas instituciones estaban presididas por el fundador, Pablo Iglesias.

El final de la Primera Guerra Mundial (1924-1919) marcó rumbos diferentes y enfrentados. Hubo momentos de colaboración siempre muy tensos. Se consolidó la socialdemocracia, donde siempre estuvo el PSOE. El comunismo, por donde transitó el PCE y las otras izquierdas a la izquierda del PSOE que adoptaron nombres varios, la última Podemos, eligieron su propio camino.

La socialdemocracia siempre estuvo con los principios de la democracia liberal, con una voluntad transformadora. El comunismo, que acabó transitando por la democracia representativa, nunca renunció al cambio revolucionario.

En este contexto y al mirar a la política española actual, se puede asegurar que a Podemos le sobra el PSOE socialdemócrata, al que ni siquiera considera de izquierdas.

Miro a la historia de eso que se llama izquierda y me hago una pregunta: ¿Por qué se piensa que el acuerdo entre las fuerzas de izquierda (de los socialdemócratas a los revolucionarios) debe ser más fácil y mejor que el pacto con los que están en el centro derecha?

Uno de los resultados más evidentes de la actual investidura es la definición exacta del espacio político que ocupa cada uno de los cuatro primeros partidos políticos en España. El PP no ocupa el centro. Se ha situado claramente en la derecha. Es el partido conservador español. Ciudadanos está situado en el centro derecha (algo simililar a los liberales británicos). El PSOE ha ocupado directamente el espacio de la socialdemocracia. Podemos ya no tiene dudas. Es un partido de izquierdas y ya no se esconde. Habría que situarlo en las izquierdas próximas al siempre llamado comunismo.

Todas las opciones son lícitas y válidas en democracia si respetan el estado de derecho. Siempre es bueno que los espacios políticos queden definidos. Durante meses se ha jugado a la política de camaleón y de esconder las ideologías. Los términos vieja y nueva política han sido un peligroso mantra que ha ocultado las ideas. El no somos de izquierdas ni de derechas con el que jugó Podemos antes de las elecciones entraba en su estrategia electoral, pero era y es falso.

Ante este panorama, vuelvo al cisma que separa y empaña los acuerdos del PSOE y Podemos. Esa brecha que dura cien años. Pablo Iglesias mencionó a Indalecio Prieto, dirigente histórico del socialismo español. La trayectoria política de Prieto muestra la divergencia eterna con los postulados de la izquierda revolucionaria. Invocar a los nombres del pasado no implica nunca compartir el pasado. Tan solo adornan los discursos.

El 21 de marzo de 1921, el mismo año en que de una escisión del PSOE nació el PCE, en la sociedad El Sitio de Bilbao, símbolo de la villa del Nervión frente al Carlismo absolutista, Indalecio Prieto pronunció aquella frase que perdura y vive en el bagaje ideológico del socialismo español: “Soy socialista a fuer de liberal”. Prieto no apoyó la colaboración con la dictadura de Primo de Rivera, se arrepintió de haber participado en la huelga revolucionaria de octubre de 1934 y tras la Guerra Civil inició en el exilio la colaboracion con los monárquicos para poder buscar la vuelta de España a la democracia.

La trayectoria de este dirigente político nada tiene que ver con la de Pablo Iglesias, aunque usara su nombre en su discurso en la primera sesión de investidura.

Y vuelvo a intentar responder a la pregunta antes planteada sobre la colaboración entre las izquierdas y mi conclusión es que es mucho más complejo el acuerdo con la izquierda revolucionaria que con el centro derecha.

El PSOE es parte de la Internacional Socialista, refundada en 1951, tras la Segunda Guerra Mundial, e impulsada por el laborismo británico; un proyecto socialdemócrata.

Fue precisamente la socialdemocracia europea la que apoyó al PSOE en la transición y le ayudó en su constante transformación y adaptación a la Europa moderna.

En 1974 se celebró el congreso de Suresnes en suelo francés con la presencia de François Mitterrand y Willy Brandt. El último congreso del PSOE en el exilio. Felipe Gonzalez llegó a la secretaría general e inició la transición en el socialismo español. Dos años después en un nuevo congreso, bajo el eslogan “Socialismo es libertad”, y ya en España, el PSOE renunció al marxismo con la bendición de dos figuras esenciales de la socialdemocracia europea que asistieron al cónclave, el excanciller alemán Willy Brandt y el primer ministro sueco Olof Palme.

Fueron los dos pasos esenciales en el camino de adaptación del PSOE a la gran transformación democrática, económica y social de España y a la incorporación de España a las instituciones multilaterales europeas, especiamente la CEE.

elipe González es sin duda una figura esencial en la histora socialista y española y los intentos de Pablo Iglesias de ensuciar su pasado con menciones a la cal viva y a los GAL, nunca probadas, responden solamente a un intento de romper con la socialdemócracia de la reforma para sustituirla por la de la revolución, el asalto al poder.

El socialismo del PSOE, que está obligado a una constante adaptación y revisión, es y debe ser el socialismo de la tolerancia, la capacidad de pacto entre difrentes, el respeto a las ideas del adversario y la humildad. Recuerden el gesto de Willy Brandt cuando se postró de rodillas en Varsovia en 1970 y pidió perdón por los crímenes nazis de su país, Alemania. La capacidad de rectificación y aprender de los errores debe de ser un principio esencial de los partidos socialdemócratas y, por tanto, del PSOE.

España tiene que elegir entre la reforma y la revolución. Los partidarios de la reforma han sido capaces de firmar un acuerdo entre diferentes (PSOE y Ciudadanos), que hace que sean conjuntamente la primera fuerza política en el Congreso con 130 escaños. Ahora deben de ser capaces de lograr acuerdos con otros desde la base del programa transversal común que ya han pactado.

La capacidad transformadora de la ideas no está solo en las palabras. La transformación está en hacer posible la cosas y para ello hay que ser capaz de acordar con el diferente. No solo hay que tratar de imponer el pensamiento propio. Lo importante no es asaltar el poder, lo importante es gobernar para todos y mejorar la vida de los ciudadanos.

La única vía para impulsar un gobierno transformador y de cambio es el acuerdo y el camino está abierto. En caso contrario, se irá a las elecciones

En 2019 se celebrará el centenario de la Tercera Internacional, y con ella la ruptura de la izquierda entre reformistas y revolucionarios, socialdemócratas y comunista. La izquierda dejó entonces claro que no es un bloque homogéneo. Las 21 condiciones de adhesión a la Tercera Internacional muestran claramente los límites de una ruptura y la dificultad de los acuerdos.

La Tercera Internacional se asoció directamente a la Unión Soviética y a la revolución. A su sombra nació en España el PCE de dos escisiones del PSOE en 1921. La primera, de la Juventudes Socialistas, y la segunda, de la propia Comisión Ejecutiva socialista. Pablo Iglesias, fundador del PSOE y UGT, se mantuvo en el espacio reformista y en la socialdemocracia. Ambas premisas rompían directamente con la Tercera Internacional. El camino en el PSOE no fue fácil. UGT, el sindicato socialista, fue el abanderado en la ruptura con el comunismo. El PSOE tardó tres años en encauzar su camino. Ambas instituciones estaban presididas por el fundador, Pablo Iglesias.