El potencial de la moda 'made' in Euskadi

Ane Briones López

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Para los involucrados en moda, 2020 es un año significativo, un año en el que despertar. No importa el tamaño de la empresa ni el segmento al que se dirijan, el cambio está aquí y, según parece, ha llegado para quedarse. Euskadi, por su parte, tiene grandes nombres grabados en la memoria del sector de la moda, con Balenciaga como referente principal tanto a nivel nacional como internacional. A priori, parece que es exclusivamente el modisto de Getaria quien pone en boca de todos la moda vasca, pero no es así. Es gracias a la cantidad de comercios y diseñadores y diseñadoras por los que la industria sale adelante, aunque sean desconocidos, y tienen mucho que ofrecer.

Según el informe anual The State of Fashion que McKinsey & Company elaboró para 2020 – antes de la llegada de la crisis sanitaria – la economía global ya estaba bajo presión por la inestabilidad política y geopolítica, lo que complicaba el pronóstico de la industria global de la moda para este año. El McKensey Global Fashion Index (MGFI) apuntaba a una ralentización en el crecimiento que provenía de la cautela de los consumidores a la hora de gastar, la agitación política y las continuas amenazas de guerras comerciales. Mientras que Asia se preveía como la región con previsiones más optimistas, Europa sería una de las más golpeadas debido a la incertidumbre causada por el brexit.

A nivel nacional, España es un gran exportador de fast – fashion cuyo origen reside en el gran imperio Inditex. Lo que en un principio hizo crecer al sector de la moda es lo que actualmente está haciendo reacios a los consumidores. El Observatorio de la Moda Española afirma en su informe El Sector de la moda en España: retos y desafíos que la moda como sector económico no cuenta con una visibilidad tan clara como la banca, la industria, la energía, etc. Se trata de un sector con una pluralidad de categorías de productos y de servicios que hacen necesario un conocimiento especializado para entender las oportunidades que ofrece. El comercio textil en cifras, el informe de la Asociación Empresarial del Comercio Textil, Complementos y Piel (ACOTEX) elaborado en 2019 expone que Euskadi es la tercera comunidad autónoma que más gasta anualmente en comercio textil; 527,16 euros por persona.

Según los datos más actuales que ofrece Eustat (Euskal Estatitistika Erakundea – Instituto Vasco de la Estadística), en 2019 había 563 establecimientos dedicados a la industria de la moda en todas sus diferentes formas: desde la fabricación de tejidos textiles hasta la peletería pasando por la confección de ropa de trabajo o ropa interior. Cabe destacar que el mayor número de establecimientos se agrupa alrededor de la confección de prendas de vestir exteriores, con un total de 195 negocios, y la confección de prendas de vestir y accesorios con 121 establecimientos. Según los últimos datos publicados por Eustat, en 2017 la industria proporcionaba empleo en torno a 6.000 personas y suponía el 3,2% de la producción total del sector industrial vasco. Se debe subrayar que ese tres por ciento no es únicamente diseño, es producto hecho íntegramente en Euskadi.

Construir buenos cimientos

La base de un buen emprendimiento es la formación, área en la que se encuentra la raíz del problema. Así, tanto expertos como nuevos emprendedores ven una falta de variedad de oferta educativa en la comunidad autónoma. A pesar de que hay centros en los que se puede estudiar moda, las titulaciones no son oficiales, por lo que la mayoría de los estudiantes debe marcharse a ciudades como Barcelona o Madrid para cumplir su sueño. Antón Arana, profesor de la facultad de Bellas Artes de la Universidad del País Vasco y director del título propio Diseño de Moda y Alta Costura Javier Barroeta & UPV/EHU, explica que durante un tiempo sí que hubo oferta educativa en el ámbito universitario: “La titulación tuvo una duración relativamente corta desde el curso 2009 – 2010 hasta el 2015 – 2016. A lo largo de seis años no consecutivos, pues en 2014 – 2015 no se llevó a cabo, se daba la oportunidad al alumnado de adentrarse en diferentes ámbitos del mundo de la moda”.

“El curso ofrecía algo que nosotros considerábamos que era deficitario en cuanto a formación porque aquí en Bizkaia solo estaba la escuela de INEDI, pero no es una formación oficial sino una escuela privada”, alega Arana. Considera que desde el ámbito universitario había una demanda en este campo, pues como aquí no se ofertaba, los alumnos y, por lo tanto, el talento se marchaba fuera. Según la Guía de Formación Textil Moda elaborada por la revista Pinker Moda, directorio en el que se incluyen centros de formación a nivel nacional e internacional, en Euskadi hay apenas cinco centros. Destaca que ninguno de ellos ofrece formación universitaria, pues se dividen entre academias y escuelas en las que se ofertan cursos de carácter extraescolar o ciclos formativos, cuya duración es de aproximadamente dos años.

María Saiz, profesora de emprendimiento y creación de empresas en la UPV/EHU, quiso dar un espacio a la industria creando jornadas de Emprendimiento y Moda en el Máster de Emprendimiento MBAe3. Ella cree que en la comunidad hay un gran potencial en diseño, pero que la clave que falta para poder ser líderes en este sector es la formación y hace hincapié en ello. “Cuando no hay cantera formativa para ello tampoco se generan vocaciones”, dice y añade: “No hay ninguna formación específica de ingeniería industrial asociada al sector textil. Aquí somos muy buenos en el ámbito de ingeniería y tampoco hay nada relacionado al proceso industrial textil ni a las materias”.

Ione Iruretagoiena y Elixabet Perdiguero son dos ejemplos claros de migración. Ambas encontraron en Barcelona un sitio donde poder realizarse académicamente. Perdiguero se graduó en Diseño de Moda por la Uiversidad Ramon Llull e Iruretagoiena, por su parte, estudió en la Escuela de Diseño LCI. “Siempre he sido muy de mi casa. Era la única de mi entorno que quería quedarse en casa durante la carrera y al final la que más lejos se fue. En Donostia había corte y confección, pero eran dos años y yo tenía claro que quería dedicarme a esto, así que me fui a Barcelona”, confiesa la joven diseñadora. Perdiguero se decidió por la capital catalana porque le habían recomendado estudiar un grado oficial por si en un futuro quisiera hacer un máster o irse fuera, pero, sobre todo, para tener una base sólida.

Arana confiesa que desde la UPV/EHU se intentó crear un grado en moda partiendo de la base de los grados que se imparten en la facultad de Bellas Artes. Sin embargo, la llegada de la crisis, que trajo consigo la bajada de los presupuestos universitarios, hizo mella en el sector y resultó inviable llevarlo a cabo. Saiz, por su parte, también aportó su granito de arena en otro intento de crear un grado centrado en moda, pero tampoco llegó a cuajar. “Seamos realistas, para el Gobierno Vasco no es tractor, no lo considera un sector prioritario, por lo tanto, tiene más dificultad”, cuenta.

Las jóvenes diseñadoras decidieron volver a sus raíces una vez acabados sus estudios para intentar labrarse un futuro en su tierra. Ahora reflexionan sobre lo que ha supuesto tener que marcharse fuera por la falta de oportunidades cercanas: “Agradezco haberlo hecho allí porque pude dedicar el 100% de mi tiempo a ello, pero reconozco que tener la oportunidad de estudiar aquí sería un lujo. Además, sería dar un paso más en el diseño y la moda vasca porque la gente estaría más acostumbrada a ello”, explica Iruretagoiena.

Hacerse un hueco

Labrarse un camino en el mundo de la moda lleva tiempo, pero, sobre todo, esfuerzo. Implica un conocimiento que va mucho más allá de su vertiente estética. La definición del concepto moda en su forma etimológica viene del término francés modé, que proviene del latín modus (modo o medida). Según la Real Academia Española, la moda se refiere a los usos, modos y costumbres que están en boga durante algún tiempo, o en un determinado país. Asimismo, la RAE contempla otra forma de definirla, quizá más cercana a lo que en la sociedad de hoy en día se entiende por moda: “gusto colectivo y cambiante en lo relativo a prendas de vestir y complementos”.

Hay una serie de factores sociales involucrados. Es importante ampliar la mirada y pensar la moda desde las relaciones sociales, pues no existiría la moda si no estuviera precedida por las interrelaciones personales. Refleja las realidades y acontecimientos que están sucediendo en cada momento, por lo que engloba cultura y sociedad manifestando a su vez el paso del tiempo. Esta es una disciplina que requiere amplios conocimientos, capacidad de expresión y trabajo. La diseñadora Perdiguero cree que no se puede entender la moda como algo aparte, sino como algo que va implícito en todo lo que nos rodea.

En el centro cultural Tabakalera de Donosti, la Fundación Kutxa ha puesto en marcha un programa bajo el nombre Kutxa Kultur Moda en el que se da apoyo al diseño local. Con el objetivo de dar visibilidad al sector, los jóvenes diseñadores tienen la oportunidad de recibir formación e impulsar sus proyectos. A lo largo de sus tres ediciones ha acogido a 20 diseñadores. Tanto Iruretagoiena como Perdiguero forman parte de la cantera de este año. Ambas entraron en el programa gracias a sus proyectos Ione Iruretagoiena y Eli – Two, respectivamente, y valoran muy positivamente poder participar, pues lo ven como un gran apoyo en la transición hacia un mundo laboral que consideran bastante inaccesible para los nuevos talentos. “Lo bueno es que hemos tenido formación de ámbito empresarial, que es algo que en la universidad no tocas tanto y es muy necesaria para poder emprender”, comenta Perdiguero.

Dedicarse a la moda no se limita únicamente al diseño y confección, sino que abarca diversos ámbitos. Saiz es firme: “La gran problemática del sector es que todo se reduce al diseño, se simplifica. Esa no es la realidad, va mucho más allá. Moda es periodismo de moda, es industria textil y todos sus procesos, moda es el número de empresas industriales que hay y todos los empleos que genera”, sentencia.

Además, añade que las vocaciones se han limitado a lo que se ha formado en el máster de Anton Arana, por lo que generalmente quienes se dedican a ello se centran en la parte artística. Iruretagoiena habla desde la experiencia y cuenta que hay gente a la que le gusta la moda, pero no por eso tiene que gustarle diseñar o coser y expone que es un error muy común. A lo largo de su carrera vio como compañeros/as iban abandonando porque lo que realmente les gustaba era la parte de buscar inspiración y crear la línea por la que iba a ir su trabajo, no pasar horas y horas cosiendo o haciendo patronaje. “La gente mezcla conceptos, si te gusta la rama del estilismo no tienes que aprender costura, pero, claro, es que entonces estás en la carrera equivocada”, afirma.

Una experta en emprendimiento como Saiz cree que hay grandes oportunidades para la moda en Euskadi. Apuesta por explotar uno de los sectores en los que la comunidad despunta: la gastronomía. “Creo que tenemos potencial suficiente como industria gastronómica con mucha reputación mundial para poder vender moda asociada a experiencia hostelera”. Además, sostiene que se está creando una tendencia a partir de la tradición y del folklore vasco que diseñadores reconocidos, como Javier Barroeta, ya están llevando a la acción con una línea de camisas de hombre con palabras o, incluso, poemas en euskera. Sentencia que hay que aprovechar lo que nos hace únicos para crear productos novedosos, pues “algo que no existe, en términos de emprendimiento, es una oportunidad”.

Es un año de cambios. Todos los entrevistados coinciden en que el año 2020 se ha convertido en el punto de inflexión para la moda, y es que los nuevos retos a los que se enfrenta requieren un gran esfuerzo por parte de los involucrados en el sector. Conscientes de ello, hay quienes afrontan esta nueva normalidad con ganas y preparados para dar lo mejor de sí. Elixabet Perdiguero cree que, cuando tienes pocos recursos es cuando más “le das al coco” y salen cosas más creativas. “Los más pequeños tenemos la oportunidad de crear algo diferente, más trabajado”, continúa.

En la comunidad no falta talento ni ganas de trabajar. Pese a que, hasta ahora, la industria ha pasado desapercibida y los esfuerzos se han centrado en otras áreas, actualmente cuenta con el apoyo de profesionales del emprendimiento, el diseño o la comunicación. La clave, como bien expresa Saiz, es saber ver las oportunidades que ofrecen el folklore y la gastronomía, entre otras, dos puntos fuertes que representan a la perfección la cultura de Euskadi.