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El arquitecto Renzo Piano confía en dos empresas vascas para su último proyecto en París

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Dos empresas vascas han desempeñado un papel relevante en la construcción de la nueva sede del Colegio de Abogados de París (la Maison de l’Ordre des Avocats, MOdA), la última obra de Renzo Piano, autor del Centro Pompidou y ganador del Premio Pritzker en 1998. El equipo del arquitecto italiano ha confiado en el Grupo Gámiz y en Egoin para dotar al edificio de unos elementos de madera particulares y un sello sostenible que se hará visible dentro de la nueva Ciudad Judicial de la capital francesa. 

El edificio es transparente y muestra al exterior toda la vida que se mueve por dentro. Esto es posible gracias a su fachada basada en un muro cortina, un elemento que aporta una apariencia ligera y acristalada y en la que Gámiz ha proporcionado las vigas laminadas en madera de roble, en lo que es especialista. Egoin, por su parte, se ha encargado del mecanizado y acabado de las piezas. Ambas han colaborado con la firma francesa Coveris, especialista en fachadas. 

Un ejemplo de internacionalización 

A pesar de la pandemia, el Grupo Gámiz ha mantenido su velocidad de crucero. Esta empresa del sector de la madera, que comenzó en 1942 como un aserradero, ha evolucionado hasta convertirse en un ‘campeón de nicho’, el primer fabricante mundial de vigas laminadas de maderas frondosas. 

Con 57 personas empleadas, el grupo asentado en la localidad alavesa de Campezo hace tiempo decidió que, para asegurarse su futuro, debía apostar por el producto con valor añadido y la calidad. Eso significaba un esfuerzo extra por conseguir las certificaciones más exigentes. Cuenta con el sello CE (fue la primera empresa del mundo que la logró para el uso estructural de vigas laminadas en roble), además de otros como el CTB de Francia, la declaración ambiental de producto (EPD), así como FSC o PEFC, basados en sistemas de trazabilidad o de cadena de custodia. 

Ese esfuerzo ha tenido una traducción en el mercado: el Grupo Gámiz ya exporta el 90% de su producción. “Parece que va dando sus frutos”, explica su gerente, Jesús Gámiz. “Con humildad y mucho trabajo, la evolución ha sido tremenda: primero éramos un aserradero, luego fabricantes de parqué… hasta convertirnos en lo que somos. La certificación implica auditorías y sobre todo un cambio brutal de mentalidad”.   

Esta última experiencia con Renzo Piano en París se añade a otras anteriores de Gámiz con grandes arquitectos internacionales. También está trabajando con los suizos Herzog & De Meuron, ganadores del Pritzker en 2001, en un edificio para la farmacéutica AstraZeneca en Cambridge. Se trata del CBC, la nueva sede en el Reino Unido para la investigación biológica y la ingeniería de proteínas llevado a cabo por MedImmune, el brazo biológico de la multinacional británica, la quinta mayor del mundo. Además, la empresa alavesa está colaborando con Norman Foster en Le Dôme, una nueva bodega en Saint Emilion, cerca de Burdeos. 

En alguno de estos proyectos Gámiz ha trabajado junto con Egoin, la empresa líder en la construcción con madera en la Península Ibérica. Entre sus últimos trabajos destaca la construcción de un edificio de viviendas de seis alturas en Girona, con la estructura de madera resistente a seísmos.  

Ambas empresas familiares han demostrado una capacidad de adaptación e innovación que las ha llevado a internacionalizarse y lograr posiciones de liderazgo.

El impulso de proyectos internacionales de las empresas vascas es uno de los objetivos que persigue el Grupo SPRI, que a través de Basque Trade and Investment, la Agencia Vasca de Internacionalización, integra en una ventanilla única todos sus recursos y apoyos, fruto del conocimiento de los distintos sectores y de los países.

Dos empresas vascas han desempeñado un papel relevante en la construcción de la nueva sede del Colegio de Abogados de París (la Maison de l’Ordre des Avocats, MOdA), la última obra de Renzo Piano, autor del Centro Pompidou y ganador del Premio Pritzker en 1998. El equipo del arquitecto italiano ha confiado en el Grupo Gámiz y en Egoin para dotar al edificio de unos elementos de madera particulares y un sello sostenible que se hará visible dentro de la nueva Ciudad Judicial de la capital francesa. 

El edificio es transparente y muestra al exterior toda la vida que se mueve por dentro. Esto es posible gracias a su fachada basada en un muro cortina, un elemento que aporta una apariencia ligera y acristalada y en la que Gámiz ha proporcionado las vigas laminadas en madera de roble, en lo que es especialista. Egoin, por su parte, se ha encargado del mecanizado y acabado de las piezas. Ambas han colaborado con la firma francesa Coveris, especialista en fachadas.