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¿Se está inflando la burbuja de los festivales?

Supongo que no soy el único, pero llevo varias semanas asistiendo, absolutamente asombrado, a la nueva burbuja que se está inflando de una manera incomprensible: la de los festivales de verano. O bien estamos ante el negocio más rentable de la historia, y casi nadie se había dado cuenta hasta ahora, o bien algunos promotores han decidido hacer la yihad musical: no sólo salto yo por los aires sino que, ya puestos a palmar, a ver si me cargo conmigo a otros tres o cuatro.

¿Alguien cree que es posible que en apenas seis fines de semana puedan coincidir nueve festivales musicales al aire libre compitiendo, en dos o más casos, por llevar a los mismos grupos? ¿Alguien piensa que la alta tasa de paro juvenil hay que explotarla invitando a los chavales a ir un festival o dos a gastarse el dinero que no tienen? ¿O acaso los patrocinadores se han vuelto tan generosos que cubren gastos e incluso pérdidas? Y todo esto sin contar la oferta de festivales por Europa. Ya que, por si a alguien se le ha olvidado, conviene señalar que a veces es más rentable y cómodo desplazarse a Londres, Hamburgo o Milán para ver un concierto que hacerlo a alguna ciudad española.

Se pueden plantear hipótesis estrambóticas pero es evidente que entre algunas promotoras ha comenzado una guerra abierta con un único objetivo que no es el de crear un festival rentable, sino el de dañar al competidor. Podrían aliarse, pero han decidido combatirse. El que saldrá perdiendo de este navajeo es el público, como de costumbre. Al tiempo.

 

El carrusel empezará el primer fin de semana de junio con un clásico, el Primavera sound de Barcelona. Llevan quince años en este negocio y parecen invencibles. Al ser los más madrugadores, probablemente no sufran directamente las consecuencias de la guerra, y su apertura de miras les permitirá pescar en caladeros aparentemente ajenos. Recordad que por el Primavera han pasado Napalm death, Venom o Nine inch nails. De la misma manera, otro que salvará los muebles en condiciones normales, por sus fechas alejadas del tiroteo, es el Leyendas del Rock, que camina hacia su duodécima edición aislado, a mediados de agosto en Villena (Alicante), y siempre con un cartel que no busca el crecimiento ansioso, sino el sentido y la racionalidad.

A partir de ahí, empieza la carnicería. Está siendo de tal magnitud que, a estas alturas, generalmente todos los grandes del verano ya habrían perfilado sus grandes nombres, pero este año la espera se puede hacer larga porque, intuyo, están todos echando las redes en el mismo caladero. El fin de semana del 15 al 17 de junio coinciden dos colosos del festivaleo europeo como son el francés Hellfest (Clisson) y el Graspop Metal Meeting (Desel, Bélgica). Ambos suelen ofrecer mezclas amplísimas en sus carteles y, quizás junto al Download inglés y el Sweden Rock sueco, sean lo mejor en cuanto a cartel que hoy por hoy se ofrece en el mundo (los europeos vamos muy por delante en cuanto a organización de festivales). Estos dos sólo tienen una coincidencia en Catalunya, pero de otro estilo, el Sónar al que, sin embargo, me consta que algunos metaleros son arrastrados de vez en cuando por sus parejas.

Apenas una semana después llega el turno para otro veterano, el Azkena Rock de Vitoria-Gasteiz que, si bien está orientado a las versiones más clásicas del Rock, nunca ha hecho ascos a la variedad, y ha combinado entre sus fichajes a Kiss con The Who, a Bob Dylan con Ozzy y muchísimo más. Es un festival con una parroquia fiel que, sin embargo, esta vez se verá tentada por un debutante, todo un gigante que aterriza en Madrid con un aparataje sostenido por su nombre, el Download inglés. En su afán por internacionalizarse (recordad la experiencia del desaparecido Sonisphere) el año pasado fueron a Francia y ahora a España con el reclamo, en primer lugar, de unos System of a Down que podrían perfectamente encajar en otro festival cualquiera.

Una semana después, llega otro consolidado, el Rock Fest de Barcelona, que coincidirá con uno especializado, más pequeño, pero muy interesante, el Be prog! que deberá hacer un esfuerzo titánico por resistir. Marillion y Jethro Tull podrían darles el salvoconducto pero es que hay un detalle aún más dramático: son ambos en la misma ciudad! El Rock Fest acaba de confirmar a Aerosmith, que podrían actual igualmente en el Azkena, en el Resu, en el Mad cool o en el BBK Live.

Y sin tiempo para regresar a casa y lavar la ropa, si es que alguien se está haciendo la gira de festivales, en menos de siete días tocan otras tres citas a las que sólo puede acudir Dios por eso del don de la ubicuidad: Resurrection Fest en Viveiro (Lugo), el Bilbao BBK Live de Bilbao y otro que sube de división, el Mad Cool Festival de Madrid. El Resu dice estar a punto de presentar las primeras bandas de su cartel, el BBK Live, que también ha acogido grupos de muy diverso pelaje y que, de momento, ataca con Depeche mode. ¿Y el Mad cool de qué va? Pues de momento tiene a dos gigantes que podrían estar, igualmente, en cualquiera de los dos anteriores: Foo fighters y Green day.

 

Sobreoferta, públicos fronterizos, minifundismo mental entre algunos organizadores y, en algunos casos, precios abultados. Conclusión con una pregunta: ¿En qué demonios están pensando?

Supongo que no soy el único, pero llevo varias semanas asistiendo, absolutamente asombrado, a la nueva burbuja que se está inflando de una manera incomprensible: la de los festivales de verano. O bien estamos ante el negocio más rentable de la historia, y casi nadie se había dado cuenta hasta ahora, o bien algunos promotores han decidido hacer la yihad musical: no sólo salto yo por los aires sino que, ya puestos a palmar, a ver si me cargo conmigo a otros tres o cuatro.

¿Alguien cree que es posible que en apenas seis fines de semana puedan coincidir nueve festivales musicales al aire libre compitiendo, en dos o más casos, por llevar a los mismos grupos? ¿Alguien piensa que la alta tasa de paro juvenil hay que explotarla invitando a los chavales a ir un festival o dos a gastarse el dinero que no tienen? ¿O acaso los patrocinadores se han vuelto tan generosos que cubren gastos e incluso pérdidas? Y todo esto sin contar la oferta de festivales por Europa. Ya que, por si a alguien se le ha olvidado, conviene señalar que a veces es más rentable y cómodo desplazarse a Londres, Hamburgo o Milán para ver un concierto que hacerlo a alguna ciudad española.