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Tres claves y algunas preguntas sobre el paso de los presos de ETA

Igor Marín

Vitoria-Gasteiz —

El entramado de ETA, a través del colectivo de presos EPPK, ha dado otro paso en su apuesta estratégica por el abandono de la violencia. La decisión de los presos de la banda de emitir un comunicado como el publicado es un avance trascendental en un camino que debe desembocar en la desaparición de la organización terrorista a través del abandono de las armas y su completa disolución. Un destino que parecen tener más claro en las altas instancias del conglomerado abertzale que en las del propio Estado.

La última decisión de los presos es un avance significativo en sus posturas, pétreas desde hace décadas, y permite abrir un halo de esperanza entre los propios reclusos, que por fin podrán acogerse a beneficios penitenciarios, y para sus familiares, castigados con largos desplazamientos para visitar a sus allegados en una decisión política e insostenible, especialmente en en estos momentos. La Justicia solo es con mayúsculas si es igual para todos.

La primera gran novedad es el reconocimiento de la legalidad vigente. Con esta decisión, se rompe la unidad del colectivo de presos de ETA y se abre la puerta a que cada cual pueda acogerse a medidas penitenciarias que desemboquen en una más rápida puesta en libertad en distintos grados. Los presos de ETA dejan por fin de ser doblemente reclusos. Por un lado, lo eran de los países donde habían cometido delitos y por otro, de una política victimista impuesta por la banda que les impedía reinsertarse y beneficiarse de la legislación penitenciaria vigente.

La segunda aportación del comunicado del EPPK es el reconocimiento del daño. Por fin, ETA es consciente de que la actividad de sus terroristas y de que los casi mil muertos que su acción ha dejado solo han servido para causar dolor. Para nada más. Y reconocerlo es un avance en un organismo que ha vivido ensimismado y de cara exclusivamente a su público. Al fin se han puesto frente a la sociedad y han visto todo lo que han roto. Para muchos puede ser insuficiente, pero es una novedad importante. ETA mira su currículum y, aunque no se avergüenza, al menos lo reconoce. Esto no cierra heridas ni borra la memoria. Pero es una nueva piedra sobre la que construir un relato veraz de lo que pasó. Para reconocer la inutilidad de la sangre y escribir ese necesario párrafo de memoria que debemos acabar, sin prisa y sin pausa, para pasarlo definitivamente y también para que nunca se olvide ni se repita.

El tercer ingrediente de la nota es la desvinculación de sus decisiones de lo que otros agentes hagan. Los presos han emprendido una hoja de ruta y ni el Gobierno ni la banda, si cumplen lo dicho, va a parar el proceso de reinserción en el sistema penitenciario primero y en la sociedad después.

Leído el comunicado, surgen muchas preguntas. Algunas las responderá el tiempo en un proceso que se antoja lento para que circule por los railes de la democratización de una parte de la sociedad que se había excluido. Otras, deben responderse más bien rápido:

¿A qué espera ETA para entregar definitivamente las armas una vez reconocido el daño causado? ¿El Gobierno del Partido Popular moverá ficha y acercará a los presos a sus lugares de origen haciendo cumplir la ley vigente? ¿Será Mariano Rajoy capaz de afrontar esta situación con las miras de un presidente del Gobierno o de un político cortoplacista que busque el rédito entre los suyos? ¿Cómo va a responder el líder la oposición a este comunicado? ¿Hará el PSOE política de Estado o caerá en un amagar y no dar? ¿Se dejará guiar Rubalbaca por el PSE de López?

Las respuestas a estas preguntas son claves para saber qué camino torna el final de ETA. Para ver sí asistimos a un gesto de propaganda ante las cercanas elecciones europeas o a un paso definitivo más. Para comprobar si, como parece, ETA será pronto historia. Para saber si estamos gobernados por personas de Estado o por políticos de titular rápido.

El entramado de ETA, a través del colectivo de presos EPPK, ha dado otro paso en su apuesta estratégica por el abandono de la violencia. La decisión de los presos de la banda de emitir un comunicado como el publicado es un avance trascendental en un camino que debe desembocar en la desaparición de la organización terrorista a través del abandono de las armas y su completa disolución. Un destino que parecen tener más claro en las altas instancias del conglomerado abertzale que en las del propio Estado.

La última decisión de los presos es un avance significativo en sus posturas, pétreas desde hace décadas, y permite abrir un halo de esperanza entre los propios reclusos, que por fin podrán acogerse a beneficios penitenciarios, y para sus familiares, castigados con largos desplazamientos para visitar a sus allegados en una decisión política e insostenible, especialmente en en estos momentos. La Justicia solo es con mayúsculas si es igual para todos.