Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Batido social-transformador e ikurriñas como capotes de brega
El próximo domingo Arnaldo Otegi revalidará su cargo como coordinador general de EH Bildu. Sabemos que saldrá elegido porque nadie ha propuesto ninguna alternativa a la plancha presentada por la actual mesa política. Por eso, para saber hacia dónde va EH Bildu los próximos años, me parece relevante hacer un pequeño comentario político sobre las declaraciones que hizo Otegi el otro día a propósito del 1 de mayo.
En un vídeo difundido por EH Bildu, el coordinador general apunta algunas claves sobre el momento histórico, en mi opinión, algunas de ellas, acertadas. Como, por ejemplo, cuando afirma que debido a la proletarización de la clase media (una “clase” autopercibida, no resultante de las relaciones de producción), una mayoría de esta se radicaliza y vira hacia posiciones autoritarias, en un claro paralelismo con el periodo de entreguerras.
También menciona cosas obvias como que la izquierda, hoy, viene del fracaso del socialismo realmente existente, es cierto, pero no viene solo de ahí; viene del paradigma socialdemócrata de la Europa de posguerra, viene de mayo del 68, y más recientemente, viene de las corrientes académicas posmodernas de las universidades norteamericanas.
Pero tras el fin de ETA y el giro socialdemócrata de la izquierda abertzale se han abierto otros campos de militancia en Euskadi. Jóvenes que no cargan la mochila de la violencia política, por una evidente cuestión generacional, se organizan en torno a Gazte Koordinadora Sozialista (GKS) a través de la impugnación del progresismo institucional, y con el recrudecimiento de las contradicciones sociales como fuerza aglutinadora. Es un hecho palpable que su militancia ha conseguido desbordar en muchos pueblos a Ernai, la organización juvenil satélite de Sortu. Obviar este movimiento es un ejercicio político interesado que empobrece el análisis sobre el lugar de donde viene la izquierda, y también sobre a dónde va.
A esta escisión a la izquierda de la izquierda vasca, hay que sumarle otra bien distinta (y esto hay que dejarlo claro) formada por esos nostálgicos e irredentos que añoran un escenario de enfrentamiento armado con el Estado, afortunadamente solo visible en twitter; y otra, más nostálgica aun, que idealiza una Nafarroa puramente vasca en el sentido nacional-identitario, y cuyo argumento principal es la existencia de una arcadia encarnada en el reino medieval.
En lo referente a la izquierda no abertzale, Arnaldo Otegi, en un intento descarado de cooptación del voto de Podemos en Euskadi, nos habla de soberanía en unos términos muy alejados de los tradicionales defendidos por el mundo abertzale. Pero, a pesar de su pretensión marxista (pues alude vagamente a conceptos como “condiciones favorables” y “relación de fuerzas”) es una concepción de la nación puramente utilitaria que él justifica por el hecho de que, supuestamente, Euskal Herria es más proclive a la transformación social.
Y es que Otegi habla del concepto de soberanía desde una perspectiva basada en una supuesta característica del pueblo vasco: aquella que lo define como “más izquierdista” que el resto del Estado. En este sentido, hemos de admitir que aquí no existe una derecha en los mismos términos que se expresa en España, pero habría que preguntarse hasta qué punto esta percepción no es un cliché. Y es que algunos datos (los relativos al nivel de renta, el peso de la sanidad privada o la educación concertada, la menor afluencia de migración respecto al resto del Estado, etc. por no hablar de la hegemonía de la derecha neoliberal jeltzale en las instituciones más importantes) hacen que nos cuestionemos esa idea mitificada de la Euskal Herria rebelde e izquierdista, tan extendida como dudosa. Los que he mencionado son solo algunos ejemplos que deberían hacernos sospechar si es real esa concepción de una nación más jatorra y progresista que el resto del Estado. De nuevo, salvando las distancias; pues aquí, aunque exista Neguri y ese racismo sutil contra el “de fuera”, es verdad que el espacio sociológico de Vox es muy minoritario (aún: no olvidemos lo que ha pasado en Catalunya hace menos de 3 meses).
Sobre este concepto de soberanía, llama la atención cierta ingenuidad del coordinador general de EH Bildu, ya que habla de “condiciones de posibilidad” para la transformación social asumiendo Euskal Herria como único marco de referencia. ¿Qué capacidad real de trasformación de sus propias relaciones sociales tendría una Euskadi independiente en el contexto del capitalismo global? ¿Cuál sería su agencia política a la hora de transformar el modelo económico? Otegi no responde a estas preguntas, consciente de que la correlación de fuerzas se disputa en un ámbito supranacional (si no que se lo pregunten a Syriza). De lo que se trata, en mi opinión, es de tejer alianzas en la izquierda dentro y fuera de contextos nacionales heterogéneos, que trasciendan esas agendas particulares que postergan el objetivo común. Y es que no existe otro modo de torcerles el brazo a las élites económicas y financieras que gobiernan el mundo.
Ahora bien, si el concepto de soberanía para EH Bildu se basa en una aspiración de cambio social que se justifica por esas supuestas “condiciones favorables”, entonces que expliquen por qué le tienden la mano una y otra vez al PNV, llegando a pactar en 2018 en el contexto de la ponencia del autogobierno vasco, dos tipos de ciudadanía diferenciadas. ¿Cómo se vincula esa anomalía identitaria con la voluntad popular? Y ¿por qué en la última campaña electoral volvieron a tender la mano al PNV cuando el marco de disputa era el eje izquierda-derecha? Una cosa está clara: sea España irreformable o no, y por muy legítima que sea la causa independentista; supeditar, por principio, las condiciones materiales de vida de la gente a la agenda nacional no es lo que se espera de un partido de izquierdas.
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