Brecha de género: la importancia de los modelos
La celebración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, es un elemento decisivo dentro del proceso de igualdad que han emprendido las sociedades desarrolladas. Por supuesto, la tarea que comporta la igualdad no se resuelve con celebraciones puntuales o meros actos simbólicos. El trabajo cotidiano, el empeño por combatir sesgos y prejuicios, son muy importantes, pero no debemos desdeñar la relevancia y efectividad de los gestos, de los símbolos y de los días señalados en el calendario.
Celebrar el 8 de marzo permite poner un foco social sincrónico en el que analizamos lo realizado a lo largo del año, reflexionamos sobre lo que queda por recorrer y, aprovechamos para hacer memoria histórica y reconocimiento del trabajo de las mujeres. Así, el trabajo desarrollado a lo largo del año en ámbitos diversos alcanza, este día concreto, una visualización más eficaz.
En el ámbito universitario somos muy conscientes de la necesidad de hacer visible la aportación femenina a la academia. El acceso de la mujer a ciertas áreas del conocimiento se ha visto dificultado, entre otras causas, por la ausencia de referentes femeninos, referentes con los que podría identificarse una vocación incipiente.
Investigando con rigor en la historia del conocimiento, se comprueba que, a pesar de la dificultad del acceso de las mujeres a la educación, siempre han existido referentes en mayor o menor medida, pero que con frecuencia han permanecido escondidos, relegados a un segundo plano o incluso ninguneados. La mujer, en muchos momentos de la historia, en muchos países y en muchos ámbitos de la ciencia y la cultura, ha desarrollado un importantísimo papel, aunque los registros históricos (que al final se convierten en registros sociales) hayan presentado esa actividad con un “perfil bajo”, en contraste con la actividad masculina.
El acceso de la mujer a ciertas áreas del conocimiento se ha visto dificultado, entre otras causas, por la ausencia de referentes femeninos, referentes con los que podría identificarse una vocación incipiente
Por eso nos encontramos ante una doble tarea: por una parte, recuperar, difundir y valorar adecuadamente el gran trabajo que han desarrollado las mujeres a lo largo de la historia; por otra, actuar sobre el presente con el fin de ofrecer a las generaciones más jóvenes, aquí y ahora, el ejemplo de mujeres contemporáneas, mujeres en las que mirarse, mujeres en las que reconocerse, mujeres que puedan servir como guía o modelo: esas mujeres que nos han precedido y que ya han abierto caminos por los que ahora todas nosotras podemos transitar.
El pasado 7 de marzo la Universidad del País Vasco celebró un acto entrañable pero al mismo tiempo extraordinariamente significativo, un acto anual de enorme relevancia simbólica. En él homenajeamos a seis mujeres, profesoras de distintas áreas del conocimiento, y a una trabajadora del sector de administración y servicios, que han destacado tanto por su larga trayectoria académica y profesional como por su compromiso con la igualdad. Pues bien, en el mismo acto entregamos premios a autoras y autores de trabajos de fin de grado, fin de máster y tesis doctorales que han alcanzado una valoración excelente y que, al mismo tiempo, han integrado la perspectiva de género en sus investigaciones.
Reunimos, por tanto, a mujeres que han desarrollado una carrera académica excelente y a mujeres que están dando sus primeros pasos en el mundo de la investigación. Es una relación fecunda, que establece alianzas intergeneracionales y nos permite proyectar hacia el futuro, con nuevas energías, el proyecto de una sociedad de hombres y mujeres fundamentado en el respeto, la comprensión mutua y la igualdad.
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