Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Chinos
La invasión china avanza. Los historiadores que dentro de muchos años nos estudien y se asombren ante las ridículas costumbres de nuestra época hablarán de este tiempo como el de “la silenciosa invasión de los chinos”.
En el barrio donde crecí todos los comercios que han tenido que bajar la persiana debido a la última crisis económica que tan entretenidos nos ha tenido durante estos últimos años, los han comprado los chinos para poner en ellos salones de manicura, peluquerías, tiendas de todo a un euro, de comestibles, de ropa, de reparación de móviles, de comida para llevar a casa, etcétera, etcétera.
Los muchísimos nacionalistas que pueblan los diferentes comarcas autonómicas de nuestro país hablan mañana, tarde y noche en los medios de comunicación para mostrar sus desacuerdos con la organización administrativa del Estado porque este no les permite recaudar tributos, investir presidente de su comunidad a quien solo cumple las leyes constitucionales que le favorecen o porque su selección de balonmano femenina no puede competir contra la selección española en los torneos oficiales.
Mientras tanto los chinos, ajenos al hecho de que nosotros no sabemos quienes somos, si una nación de naciones, una nación de nacionalidades o un ruidoso gallinero con pretensiones, nos venden zapatillas baratas en los comercios donde no hace muchos años los padres de estos mismos nacionalistas vendían cazuelas de bacalao a la vizcaína, trajes ingleses, corbatas de seda, abrigos de lana, vajillas de porcelana o cuchillos para descamar pescados. El pequeño comercio de nuestras ciudades no tiene más fronteras que la muralla china del idioma. Lo demás son propietarios de pequeños bares y de pequeñas tiendas que se resisten a claudicar ante la silenciosa invasión de los chinos que hablan, eso sí, nuestro idioma para relatarnos las tremendas dificultades que tienen para llegar a fin de mes y, por supuesto, grandes centros comerciales donde los nacionalistas y los no nacionalistas hacemos más ricos a los ricos cada vez que compramos una manojo de cebollas, unas zapatillas de tenis o una improbable crema rejuvenecedora en Eroski, Zara, Sephora o Mercadona.
Los chinos, no los de ahora sino los auténticos, o sea, los de hace muchos, muchísimos años, creían que el verdadero arte de la vida consistía en practicar la holganza. Los chinos de ahora, sin embargo, adueñándose de los pequeños comercios de nuestras ciudades, no solo están contradiciendo a sus ancestros sino que nos están forzando a que nosotros, nacionalistas y no nacionalistas, no tengamos más remedio que practicar aquello que sus remotos antepasados aconsejaban.
La invasión china avanza. Los historiadores que dentro de muchos años nos estudien y se asombren ante las ridículas costumbres de nuestra época hablarán de este tiempo como el de “la silenciosa invasión de los chinos”.
En el barrio donde crecí todos los comercios que han tenido que bajar la persiana debido a la última crisis económica que tan entretenidos nos ha tenido durante estos últimos años, los han comprado los chinos para poner en ellos salones de manicura, peluquerías, tiendas de todo a un euro, de comestibles, de ropa, de reparación de móviles, de comida para llevar a casa, etcétera, etcétera.