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Opinión - ¿Misiles para qué? Por José Enrique de Ayala

Diez años mejores

18 de octubre de 2021 21:53 h

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El 20 de octubre de 2021 se cumplen diez años desde que ETA hiciera público un comunicado anunciando el cese unilateral de la violencia. En todo caso, no quiero que el protagonismo de esta reflexión y de este momento lo acapare aquella organización terrorista que ya no existe y que tanto hizo sufrir. Quiero situar el foco en tres puntos: las víctimas, los diez últimos años y los próximos diez años.

El primer y más importante significado de aquel acontecimiento de 2011 fue que ETA ya no provocaría más víctimas. En cinco décadas, además de la coexistencia en determinado tiempo de otras expresiones de violencia terrorista, las distintas ramas de ETA habían provocado 853 víctimas mortales y miles de personas heridas, extorsionadas, secuestradas, amenazadas, … Las víctimas deben saber que las instituciones vascas y la inmensa mayoría de la sociedad compartimos una misma reflexión crítica sobre el terrorismo: 

El final de ETA no puede suponer pasar página sin una valoración crítica de todo el dolor que provocó. Ninguna causa tuvo nunca un valor mayor que la vida, dignidad o integridad de cada una de las víctimas que el terrorismo y la violencia provocaron. ETA no debió existir. Fue injusto. Nunca más debería repetirse. 

Seguiremos caminando con las víctimas en la construcción de una memoria honesta y autocrítica sobre el pasado. Seguiremos también caminando con las víctimas en la construcción del presente y del futuro de nuestra sociedad.

La mirada retrospectiva a los diez años transcurridos desde el 20 de octubre de 2011 nos permite afirmar con rotundidad y seguridad que han sido mejores que los diez anteriores y que los que les precedieron. Euskadi vive y convive mejor. Una mirada prospectiva a los próximos diez años nos permite sostener la hipótesis y la esperanza de que los próximos diez años serán para Euskadi y la convivencia mejores que estos diez que acabamos de cumplir.  

En el tiempo pasado desde 2011, se han producido avances muy importantes. En marzo de 2017, después de seis años de la Declaración de Aiete, ETA procedió a la entrega de las armas; y un año más tarde, el 4 de mayo de 2018, anunció su disolución definitiva e incondicional. 

En este tiempo se ha avanzado mucho en la estructuración y consolidación de una política pública de derechos humanos, memoria, educación y convivencia. Los siguientes son tan sólo algunos ejemplos. En Euskadi se creó por ley Gogora, el Instituto de la Memoria, la Convivencia y los Derechos Humanos. Es una institución que aborda el impulso de una memoria integral del pasado reciente en nuestro país. En Euskadi contamos con leyes en vigor de reconocimiento de las víctimas del terrorismo y de las víctimas del “abuso de poder”, víctimas de la violencia ilegítima. 

En el terreno de la clarificación y reconocimiento de vulneraciones de derechos humanos, en los últimos años hemos impulsado múltiples estudios: informe de situación procesal de los atentados de organizaciones terroristas; informe de vulneraciones de derechos humanos en el caso vasco; estudio sobre la tortura; informes sobre la injusticia padecida por las personas amenazadas por ETA, por el colectivo de ertzainas y sus familias, por el mundo empresarial, o por concejales que sufrieron violencia de persecución; informe sobre el impacto de la política penitenciaria de alejamiento en las familias de las personas presas; informes sobre el 'caso Pertur', la desaparición de tres jóvenes coruñeses, la desaparición de Naparra o sobre los sucesos en la Bahía de Pasaia.

En el ámbito educativo, estamos impulsando la unidad didáctica Herenegun que está en fase de pilotaje. El programa Adi-Adian ha permitido que más de 25.600 alumnos y alumnas hayan escuchado testimonios directos de víctimas del terrorismo y la violencia. En el terreno penitenciario y penal, se ha modificado la política penitenciaria de alejamiento y se ha producido la trasferencia de la gestión de los centros de penitenciarios. Avanzamos en una política penitenciaria orientada a la reinserción y a la justicia restaurativa. En estos últimos años se han producido cuatro significativos acuerdos de conformidad entre la Fiscalía, las asociaciones de víctimas del terrorismo y las defensas de los casos conocidos como “Mesa Nacional de Segura”, “Ekin 1”, “Ekin 2” y “frente de cárceles” que han evitado condenas de cárcel para decenas de personas.

En materia de memoria, hay una espontánea, abundante y plural creación de fragmentos de memoria mediante obras literarias, películas, documentales, obras de teatro y trabajos periodísticos que mantienen abierta la reflexión sobre lo que nuestro pasado reciente de terrorismo y violencia supuso. Por todo ello y por mucho más, afirmo con toda rotundidad que estos diez años han sido mejores que los que les precedieron, primero, porque ETA ya no existe, y segundo, porque es mucho lo que hemos construido como sociedad.

Miro a los próximos diez años con esperanza. Creo que en octubre de 2031 podremos decir que los últimos diez años fueron mejores que los anteriores. Espero que para ese momento, y confío en que así será, se habrá avanzado de modo muy considerable en las políticas públicas de reparación de víctimas, en las políticas de clarificación y reconocimiento de casos sin resolver, o en las políticas penitenciarias y de reinserción.

En ese momento, en 2031 creo que no habrá nadie que no suscriba que ninguna causa tuvo nunca un valor mayor que la vida, dignidad o integridad de cada una de las víctimas que el terrorismo y la violencia provocaron. No creo que en este momento ninguna familia política de este país deje de suscribir que la construcción de la memoria se asienta en el reconocimiento del daño injusto provocado a las víctimas del terrorismo y la violencia, cualquiera que sea su origen o signo. 

Estoy convencido de que tendremos una sociedad que habrá consolidado una memoria honesta, una educación y una convivencia conciliada basadas en el respeto al pluralismo, los derechos humanos y los principios democráticos. Estos diez años han sido mejores que los anteriores. Tenemos que hacer que los próximos diez también lo sean. Es deseo, esperanza y compromiso.

El 20 de octubre de 2021 se cumplen diez años desde que ETA hiciera público un comunicado anunciando el cese unilateral de la violencia. En todo caso, no quiero que el protagonismo de esta reflexión y de este momento lo acapare aquella organización terrorista que ya no existe y que tanto hizo sufrir. Quiero situar el foco en tres puntos: las víctimas, los diez últimos años y los próximos diez años.

El primer y más importante significado de aquel acontecimiento de 2011 fue que ETA ya no provocaría más víctimas. En cinco décadas, además de la coexistencia en determinado tiempo de otras expresiones de violencia terrorista, las distintas ramas de ETA habían provocado 853 víctimas mortales y miles de personas heridas, extorsionadas, secuestradas, amenazadas, … Las víctimas deben saber que las instituciones vascas y la inmensa mayoría de la sociedad compartimos una misma reflexión crítica sobre el terrorismo: