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O con la dignidad o contra ella

El PP vasco quiso estar en Andoain el pasado domingo frente a los centenares de radicales que homenajearon a dos asesinos –quien ayuda a matar y está orgulloso de haberlo hecho no merece ser llamado de otra forma– por una razón muy sencilla: estamos hartos. Nosotros y la sociedad vasca. Hartos de que la izquierda abertzale trate de presentar homenajes a terroristas como solidaridad vecinal, supuesta solidaridad vecinal que se niega a los etarras que reniegan de ETA. Hartos del silencio de las instituciones vascas en torno a homenajes a criminales que presumen de sangre. Y hartos de que el Gobierno vasco mire hacia otro lado, dejando desasistida y a la intemperie la debida construcción de Memoria pública que debe decir alto y claro que en el terrorismo no hay grises. O con la dignidad de los vascos o contra ella.

Después de que cientos de hombres, mujeres y niños rindieran tributos de héroes en Andoain a dos asesinos de Joseba Pagaza y de que el PP vasco, con su presencia allí, centrase el foco público en un problema que no está siendo tomado en serio en Euskadi, sucedió algo terrible. Terrible por inesperado; pero terrible también por los problemas de convivencia que pueden generarse. Que Sortu llegase a decir que en el PP vasco estábamos más cómodos con escolta y con gente queriendo asesinarnos no nos duele. Somos conscientes de las limitaciones democráticas de la izquierda abertzale. Lo que duele y apena es que un partido con responsabilidad de Gobierno en Euskadi como el PNV diga que lo sucedido recuerda a “cuando se intentaba sacar réditos políticos y electorales” de estas cuestiones; o lo que es lo mismo, sacar supuesto rédito político a cambio de la vida de familiares, amigos o compañeros.

El PNV se equivocó al utilizar la desgastada política del péndulo que busca contentar sus dos almas. Por un lado, su presidenta en Bizkaia reprochó y criticó a los que, con fotos de Joseba Pagaza en la mano, tratamos de dejar en evidencia a los que confunden al héroe con el verdugo. Por otro, el Ejecutivo vasco anunció que rechaza “de plano” estos homenajes y que su compromiso es “claro, rotundo y explícito”. El PNV se equivocó al buscar el gris porque la evidencia de la desvergüenza en Andoain acaba de parar en seco el péndulo. En cuanto a honores a terroristas se refiere, ya sólo va a quedar una opción: o con la dignidad de los vascos o contra ella. Sin medias tintas. Sin pose.

La repercusión política que ha suscitado el homenaje a los informadores de ETA llevará consigo que a partir de ahora la gente demande soluciones. La crítica a los homenajes públicos a terroristas va a formar parte de la vida política de Euskadi. Se encargará de ello el PP vasco tras el caso omiso sistemático que el Gobierno de Iñigo Urkullu lleva haciendo a las numerosas denuncias que colectivos de víctimas y los ‘populares’ de Euskadi llevamos meses realizando.

Es fácil comprobar la evidencia. Sólo en los últimos seis meses el PP vasco ha denunciado públicamente el homenaje brindado al etarra Kepa del Hoyo en Galdácano; el homenaje que recibió el miembro del comando Nafarroa Sebastián Prieto en Bilbao; el brindado, de nuevo en Bilbao, a uno de los asesinos del mando de la Ertzaintza Joseba Goikoetxea y del guardia civil Fernando Jiménez; y el homenaje recibido en Ondarroa por el miembro del comando Bizkaia Kemen Uranga. Denunciamos los homenajes cuando se produjeron, pero también denunciamos la pasividad del Gobierno vasco, cuya responsabilidad moral exigía entonces y exige ahora una condena clara, rotunda y explícita. Pero una de verdad. Una que consista en la reprobación continua de este tipo de hechos. Hasta que desaparezcan. Una política de tolerancia cero como la que el Gobierno vasco de Patxi López puso en práctica tras el pacto PSE-PP en 2009. Entonces, por primera vez se trabajó de verdad desde las instituciones vascas para erradicar el culto al asesino en nuestra tierra.

El ejecutivo autonómico y muchas voces en Euskadi dicen haber dejado claro su compromiso con la dignidad, pero ese compromiso exige vehemencia y firmeza. ¿Qué institución en Euskadi hubiera criticado el homenaje de Andoain si el PP vasco no hubiese estado?, ¿cuándo fue la última vez que el Gobierno vasco o las instituciones en Euskadi se pronunciaron públicamente para reprobar alguno de los más de 70 homenajes que etarras han recibido en Euskadi en el último año? Al PP vasco se le ha preguntado estos días si le interesa ponderar actividad parlamentaria y acciones en la calle. La respuesta es clara: mientras la política vasca siga haciendo oídos sordos a la desvergüenza, sí.

El lehendakari Juan José Ibarretxe pidió perdón a las víctimas del terrorismo en 2006 por “el sufrimiento, la soledad y la lejanía” que habían sufrido por parte de las instituciones vascas. El lehendakari Iñigo Urkullu pidió perdón en 2015 por “la desatención institucional” a las víctimas del terrorismo y admitió que el Gobierno vasco debió “reaccionar antes y hacerlo mejor”. Ibarretxe no cumplió; Urkullu, tras más de 70 homenajes a etarras en el último año, aún está a tiempo.

*Amaya Fernández es secretaria general del PP vasco

El PP vasco quiso estar en Andoain el pasado domingo frente a los centenares de radicales que homenajearon a dos asesinos –quien ayuda a matar y está orgulloso de haberlo hecho no merece ser llamado de otra forma– por una razón muy sencilla: estamos hartos. Nosotros y la sociedad vasca. Hartos de que la izquierda abertzale trate de presentar homenajes a terroristas como solidaridad vecinal, supuesta solidaridad vecinal que se niega a los etarras que reniegan de ETA. Hartos del silencio de las instituciones vascas en torno a homenajes a criminales que presumen de sangre. Y hartos de que el Gobierno vasco mire hacia otro lado, dejando desasistida y a la intemperie la debida construcción de Memoria pública que debe decir alto y claro que en el terrorismo no hay grises. O con la dignidad de los vascos o contra ella.

Después de que cientos de hombres, mujeres y niños rindieran tributos de héroes en Andoain a dos asesinos de Joseba Pagaza y de que el PP vasco, con su presencia allí, centrase el foco público en un problema que no está siendo tomado en serio en Euskadi, sucedió algo terrible. Terrible por inesperado; pero terrible también por los problemas de convivencia que pueden generarse. Que Sortu llegase a decir que en el PP vasco estábamos más cómodos con escolta y con gente queriendo asesinarnos no nos duele. Somos conscientes de las limitaciones democráticas de la izquierda abertzale. Lo que duele y apena es que un partido con responsabilidad de Gobierno en Euskadi como el PNV diga que lo sucedido recuerda a “cuando se intentaba sacar réditos políticos y electorales” de estas cuestiones; o lo que es lo mismo, sacar supuesto rédito político a cambio de la vida de familiares, amigos o compañeros.