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Euskal Telebista, un modelo fallido de televisión pública

Se acerca una vez más, y no me canso, el rito democrático de pasar por las urnas para decidir quién nos gobernará en los próximos años. En este caso en Euskadi. Me sigue emocionando, y eso que casi nunca gano.

Con esta efeméride a la vista, me quiero interesar por una gran empresa pública vasca, Euskal Telebista (ETB) que consumirá este año 104 millones de euros, de los que el 35% -36 millones-, se destinará a pagar las aproximadamente 600 nóminas que dicen tener. Unos 60.000 euros de coste laboral por trabajador. Son datos de ETB. Un ente que solo tiene 11 millones de euros de ingresos propios. El resto es subvención directa del Gobierno vasco. O sea, nuestro dinero.

ETB, hay que decirlo de una vez y rápido, para que duela menos, es una empresa fallida. Es un fracaso nacionalista y abertzale que no sirve ni para lo que debiera estar  diseñado en su origen: desarrollar, defender y potenciar el euskera.

Con las audiencias en el punto más bajo de su historia y el riesgo de pasar a la irrelevancia catódica, EiTB no puede seguir ocultando sus vergüenzas. Está desnuda. Lo admiten ya los propios nacionalistas, que no la ven.

El modelo quebró desde su origen. ETB nació (1983) contra la mitad de su audiencia, también ciudadanía vasca. No vasca, vasca, pero sí vasca. Fue concebida como un contrapeso mediático abertzale (o nacionalista) a los medios de comunicación dominantes hace treinta años. Poco tiempo después, sus impulsores políticos tuvieron que crear un canal de televisión en castellano (ETB2) después de evidenciar que la Euskal Telebista original (1983-1986) no la veía nadie y así no había manera de evangelizar indígenas. Fracaso.

Ese fue el momento de crecer. Grandes presupuestos, derechos deportivos, series propias a tutiplén,... Era el momento de crear un sector audiovisual vasco teledirigido desde Iurreta (antigua sede de EiTB) y desde el PNV. ¿Informativos necesitaba cámaras o unidades móviles? ¿Había que producir publicidad? ¿Grabar ficción o programas? ¿Doblar?,…. Se creaban empresas. Y si esas empresas quebraban, se las rescataba las veces que hiciera falta hasta convertirlas en referentes del sector y en los magníficos profesionales (prácticamente los únicos, claro, outsiders y renegados aparte) que dicen que tenemos en Euskadi. Y el modelo aún funciona y las empresas siguen.

Son empresas externas que tienen los pedidos asegurados, que trabajan en monocultivo, que saben que si fallan les vuelven a contratar y si se hunden les reflotan. Son empresas con un nulo sentido competitivo o de eficacia profesional. Son empresas  búlgaras pre-muro, con todos mis respetos a Bulgaria, ese gran país. Fracaso.

Y no es que esto se haya hecho durante los primeros años de andadura de ETB ante la falta de infraestructuras del audiovisual vasco, etc, etc. No. Se ha hecho hasta ayer. En 2013, la dirección de ETB propició, impulsó y ordenó la reconversión de las empresas de doblaje que trabajaban con la casa en productoras audiovisuales. Les buscó socios, trabajadores cualificados y, lo más importante, les ha dado contratos durante los últimos tres años. No tenemos dinero para seguir haciendo doblaje en euskera, les dijeron. Así que os buscamos la salida. Y ahí siguen.

Porque ETB está en todo, propone los programas que tienen que hacer las productoras, a los presentadores, fiscaliza los temas, los guiones y los tertulianos. Y las friendly empresas a callar y seguir facturando. Y la calidad y el interés del producto se resiente, claro. Y la audiencia cae… Por supuesto, la adjudicación es digital. A dedo. Sin concursos ni leches de esas que cuesta más amañar.

La media de audiencia de 2016 con agosto terminado es de 2% en ETB 1 (a una décima del mínimo anual histórico) y 6.000 espectadores. Y teniendo en cuenta que la mitad de la misma es debida a las retransmisiones deportivas de fin de semana…

En ETB 2 estamos en mínimos históricos con una media anual de 7,3% y 22.000 espectadores de media, un 33% menos que en 2012 y el canal infantil ETB 3 se sitúa por detrás de Clan, Disney y Boing, sus competidores, promediando un 0,6% y 2.000 seguidores.

En estos momentos, ETB 2, que a principios de siglo lideraba el panorama televisivo vasco (18,5% en 2002 y 18,4% en 2005) es la quinta cadena preferida en Euskadi, por detrás de La 1, Antena 3, Telecinco y La Sexta. Y muy cerquita acecha Cuatro.

Sin embargo, los rectores nacionalistas (los de EiTB y los de Sabin Etxea) se consuelan con los datos de los informativos. Líderes en información, se ufanan en sus autopromociones. Y es cierto, pero cada día un poquito menos. En concreto, 10.000 seguidores menos que hace un año.

Por otro lado, si bien la suma de los espectadores de los Teleberri y de los Gaur Egun les permite afirmar que son los primeros en espectadores, es mucho más discutible que sean líderes en información. París, Niza, Munich o Turquía dan fe de ello. A pesar de que el ente se gasta al año casi cinco millones de euros en corresponsalías y de que cuenta con 600 personas fijas en plantilla, no han sido capaces de cubrir en directo estos grandes acontecimientos informativos. No han llegado. No estaban.

Y por supuesto, la redacción de informativos no ha protestado por este baldón en su profesionalidad. Ni el Consejo de Redacción, tan activo en la etapa anterior, ni las editoras, ni la dirección de informativos, nadie ha querido saber nada.

En los últimos cuatro años, en un momento u otro, todos los partidos y los dos sindicatos con representación en ETB, ELA y LAB, con la excepción lógica y satisfecha  del PNV, se han quejado de manipulación. Sin embargo, eso no ha alterado el clima de placidez que planea en la redacción. Por no mencionar que la máxima responsable de ETB es una persona cuya dimisión ha sido solicitada por la mayoría del Parlamento vasco. Una persona que solo cuenta con el apoyo de 27 de los 75 representantes populares. Eso sí, los que realmente cuentan.

En estos momentos, EiTB apenas es el escenario donde los abertzales de centro-derecha y de centro-izquierda se juegan su cuota de poder. En el terreno sindical hay poco más que ELA y LAB. Y en el terreno político, EiTB, a la vista está, es la gran cantera de políticos abertzales o nacionalistas. Empezando por Andoni Ortuzar y terminando en Maddalen Iriarte, sin olvidar a Uxue Barkos o a  las numerosas personas con puestos fijos en la casa que son, o han sido, diputados, concejales en sus pueblos, altos cargos en Diputaciones, directivos en otras empresas públicas o en el Gobierno vasco. Eso sí, todos nacionalistas.

Tenemos por tanto, una televisión pública que nos cuesta 104 millones de euros al año (60.000 euros por puesto fijo de trabajo), con audiencia menguante y en mínimos históricos, una dirección intervencionista y perdida, y unos servicios informativos “gubernamentalizados” y con horario de oficina. Por no hablar de las cadenas que emiten en euskera, ETB 1 y ETB 3, que apenas consiguen reunir 8.000 espectadores de media diarios, aunque tengan que recurrir a trucos como la programación de deportes y espectáculos donde no es necesario conocer el idioma para seguir la emisión.

Si el modelo no está quebrado que alguien me lo explique.

Ante esta situación ¿cuál es el plan de los partidos que concurren a las elecciones? ¿dejar pasar otros cuatro años? Porque hay dos opciones, que se pudra aún más el asunto o convertirlo en una cuestión transversal, de país, en la que los partidos arrebaten el control del ente del PNV, el único más o menos cómodo con la actual situación, y se pongan manos a la obra.

Se acerca una vez más, y no me canso, el rito democrático de pasar por las urnas para decidir quién nos gobernará en los próximos años. En este caso en Euskadi. Me sigue emocionando, y eso que casi nunca gano.

Con esta efeméride a la vista, me quiero interesar por una gran empresa pública vasca, Euskal Telebista (ETB) que consumirá este año 104 millones de euros, de los que el 35% -36 millones-, se destinará a pagar las aproximadamente 600 nóminas que dicen tener. Unos 60.000 euros de coste laboral por trabajador. Son datos de ETB. Un ente que solo tiene 11 millones de euros de ingresos propios. El resto es subvención directa del Gobierno vasco. O sea, nuestro dinero.