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Herri Taupada, Herri Bultzada

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Es tiempo de recuperar el latido de la calle. Es tiempo de empujar para transformar nuestra realidad. Y las organizaciones de izquierda debemos ser la herramienta útil para ello.

Los últimos años, tras la pandemia, se han caracterizado en Euskadi por ser los años de la recomposición política, en los que el porcentaje de personas que han dado su apoyo a las formaciones políticas progresistas ha aumentado en detrimento de aquellas de carácter más conservador. Paralelamente, las reivindicaciones de carácter social han ocupado de manera más amplia la agenda política vasca, dejando por el momento las reivindicaciones de carácter más identitario de lado. Los conflictos se han desarrollado y se van a desarrollar en los próximos meses en el campo de los derechos sociales, laborales, la igualdad y el planeta. Desde las huelgas en el sector público, las movilizaciones frente a una ley de educación que relega una vez más a un segundo plano a la escuela pública vasca, los conflictos laborales que se suceden en grandes empresas de nuestro tejido productivo dejando patente la ausencia de política industrial seria, las movilizaciones feministas por los cuidados, el aumento del número de movilizaciones en respuesta a los desahucios o las protestas de distinta índole en defensa de nuestro entorno, con movilizaciones que van desde claves más locales como la protección de entornos arbolados hasta la oposición a los grandes proyectos de parques eólicos a lo largo y ancho del territorio sin planificación ninguna.

Las calles de Euskadi laten en las claves en las que muchas personas nos hemos movido tradicionalmente. Por lo que en la próxima etapa, debemos articular una herramienta útil para canalizar ese latido y convertirlo en el empujón que Euskadi necesita para la transformación social.

Y para dar cauce político y electoral a esa mayoría social trabajadora vasca, que late y quiere empujar por el cambio, es imprescindible que las organizaciones políticas de la izquierda alternativa y transformadora vasca, trabajemos de forma incansable por la generación de un espacio lo más amplio posible que supere incluso los límites de nuestras propias organizaciones. Que dé protagonismo y cabida a las personas sin adscripción política. Se trata de poner en marcha un proceso popular para la creación de un programa que represente los anhelos y las propuestas de esa mayoría social trabajadora vasca que late en nuestras calles y quiere empujar por el cambio político.

Un programa y unas candidaturas que deben reflejar la pluralidad de actores y personas que participamos, articulado en torno a unos principios comunes, con unas normas de funcionamiento que promocionen el consenso, la apertura y la inclusión de nuevos agentes y personas individuales, porque sólo así, seremos capaces de construir, entre todas y todos una herramienta útil para transformar Euskadi.

Y es que frente a la falta de ambición en las gestión de elementos troncales para la garantía de derechos fundamentales como la política de vivienda, la calculada reducción de la presión fiscal a las grandes fortunas que se quiere imponer por parte de la dupla que gobierna la mayoría de las instituciones de los territorios vascos, o la llamativa connivencia de parte de la izquierda política con proyectos como la ley de educación, que normaliza la privatización y no resuelve el problema de la segregación, hay miles de ciudadanas y ciudadanos que demandan una oferta política coherente, con claridad, pero a la vez inconformista con el marco que se impone desde las elites político-económicas y dispuesta a mover las bases de un consenso artificial, proponiendo una agenda política alternativa.

Por eso, es importante dar cauce a los anhelos de esas mayorías sociales trabajadoras con la articulación de un proceso programático lo más amplio posible, que permita generar una propuesta y una candidatura por la justicia social y fiscal, feminista, ecologista, inclusiva y que promueva la convivencia y la democracia. Por la Euskadi que late en las calles. Por la Euskadi que empuja para el cambio social.

Es tiempo de recuperar el latido de la calle. Es tiempo de empujar para transformar nuestra realidad. Y las organizaciones de izquierda debemos ser la herramienta útil para ello.

Los últimos años, tras la pandemia, se han caracterizado en Euskadi por ser los años de la recomposición política, en los que el porcentaje de personas que han dado su apoyo a las formaciones políticas progresistas ha aumentado en detrimento de aquellas de carácter más conservador. Paralelamente, las reivindicaciones de carácter social han ocupado de manera más amplia la agenda política vasca, dejando por el momento las reivindicaciones de carácter más identitario de lado. Los conflictos se han desarrollado y se van a desarrollar en los próximos meses en el campo de los derechos sociales, laborales, la igualdad y el planeta. Desde las huelgas en el sector público, las movilizaciones frente a una ley de educación que relega una vez más a un segundo plano a la escuela pública vasca, los conflictos laborales que se suceden en grandes empresas de nuestro tejido productivo dejando patente la ausencia de política industrial seria, las movilizaciones feministas por los cuidados, el aumento del número de movilizaciones en respuesta a los desahucios o las protestas de distinta índole en defensa de nuestro entorno, con movilizaciones que van desde claves más locales como la protección de entornos arbolados hasta la oposición a los grandes proyectos de parques eólicos a lo largo y ancho del territorio sin planificación ninguna.