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Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Estamos jugando con fuego

Murga07082020
6 de agosto de 2020 19:59 h

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Ayer se realizaron un total de 5.617 pruebas PCR, de las que 338 fueron positivas. Por territorios: 44 en Álava, 233 en Bizkaia y 57 en Gipuzkoa. Cuatro casos fueron en personas con residencia fuera de Euskadi. Nos preocupa la alta tasa de contagios detectada en grandes poblaciones como Bilbao, Gasteiz, Barakaldo y otras cuyos ciudadanos tienen una elevada movilidad. En relación a la situación hospitalaria, ayer se produjeron ocho nuevos ingresos en hospitales. Ya hay 57 personas ingresadas, gran parte en Bizkaia. En las UCI hay cinco personas. En estos momentos, hay más de 2.000 personas identificadas con infección activa en Euskadi, por lo que actualmente se está realizando el seguimiento a más de 10.000 que son contactos estrechos. Es imprescindible un correcto cumplimiento de la cuarentena, es decir, del aislamiento, para poder conseguir el control de esta epidemia.

Los datos reflejan un importante incremento de personas que han sido infectadas por coronavirus en las últimas semanas. Estos datos muestran sin duda que nos estamos enfrentando a una segunda ola epidémica del coronavirus, aunque este nuevo episodio epidémico tiene algunas diferencias con el que sufrimos en marzo. Es cierto que en la actualidad la nueva ola epidémica ha iniciado su propagación con menos fuerza. En marzo, en las dos primeras semanas pasamos de no tener casos a tener cientos de infectados y en pocas semanas se llenaron hospitales y UCI. Esto nos podría hacer pensar que en esta nueva etapa se contagia menos el coronavirus. Podríamos incluso creer que produce una enfermedad menos grave. Esto no es cierto. No debemos infravalorar la capacidad de transmisión del coronavirus y tampoco los efectos que tiene en la salud. No hay motivos para creer que el virus sea más débil y menos letal en la actualidad. La realidad es que la intensidad que puede llegar a alcanzar es similar a la que tuvo en marzo. Sigue teniendo la capacidad de repercutir en miles de personas con una enfermedad de alta gravedad. El virus que se está transmitiendo entre nosotros puede provocar la muerte o dejar secuelas permanentes como fibrosis pulmonar y otras.

Que la evolución de los contagios no sea como el marzo es un logro de la identificación precoz de los casos por la realización de PCR a los contactos en la fase en la que no tienen síntomas y al correcto aislamiento, como también es un logro del uso de la mascarilla y del mantenimiento de la distancia social. El virus sigue con la misma capacidad de propagación y de infectar que tenía en marzo. Pero desafortunadamente, como demuestran los datos, el virus en la actualidad nos está ganando terreno poco a poco, semana a semana, y la realidad es que está consiguiendo infectar a mayor cantidad de personas cada día. Pero quiero resaltar que la clave para conseguir evitar que siga propagándose la enfermedad es la prevención. La prevención que debemos tener cada uno de nosotros. Evitar el contagio está en reducir el número de personas con las que conectamos, con las que contactamos; en mantener la distancia y en el uso de mascarilla. En consecuencia, debemos seguir trabajando básicamente en dos frentes: uno, mantener nuestro esfuerzo en la detección precoz y seguimiento de los casos, y dos, de mayor importancia, aumentando la responsabilidad individual y colectiva de todos, de toda la ciudadanía.

Respecto al rastreo de positivos, Euskadi es en este momento la comunidad del Estado que más pruebas PCR por habitante lleva a cabo. De hecho, hacemos prácticamente el doble que la media del resto del Estado. Quiero destacar una vez más el magnífico trabajo que están llevando a cabo los y las profesionales del Departamento de Salud de Osakidetza, especialmente las más de 180 personas dedicadas específicamente al rastreo de casos y contactos y que estamos reforzando desde las organizaciones sanitarias y con nuevos contratos. Pero, como decía, junto a esta labor permanente de estrecha vigilancia epidemiológica, es preciso, ahora más que nunca, que la ciudadanía aumente las medidas preventivas. Sin paños calientes. Debemos reducir al máximo la actividad social, es decir, la proximidad con otras personas. El virus nos está enseñando que no es posible una nueva normalidad. Tenemos que cambiar nuestros hábitos de relación. Distanciarnos. Dos metros es mejor que metro y medio.

Los contagios se están produciendo en el ocio nocturno, en los grupos de personas que charlan en las calles y terrazas. Contagiamos a las personas con las que convivimos o a las que visitamos en un hospital, una residencia o en su domicilio, por lo que el tiempo sin mascarilla debe limitarse. Esta semana es más probable que pongamos en riesgo a aquellos con quienes celebremos una comida familiar, una merienda, una barbacoa. También nos acecha en las excursiones en grupo, al monte o a la playa. En definitiva, nos contagiamos en cualquier evento que dé lugar a una agrupación de personas, a cualquier hora, con cualquier edad; en el propio hogar, en el desplazamiento al trabajo, en las zonas comunes de los edificios o viviendas. Más probable si permanecemos en el interior, pero también al aire libre, sin mascarilla. La solución no está en las denuncias, en cortar los accesos a zonas de botellón, ya que se pueden trasladar a otros sitios.

Sin paños calientes. Debemos reducir al máximo la actividad social, es decir, la proximidad con otras personas. El virus nos está enseñando que no es posible una nueva normalidad.

Nekane Murga

Nos engañamos a nosotros mismos si trasladamos las fiestas a nuestras casas, si nos reunimos en txokos o casas rurales. La realidad es que estamos jugando con fuego. El virus en la situación actual nos va ganando terreno. Todos debemos limitar la posibilidad de contagiarnos y de contagiar. Osakidetza tiene margen de maniobra. Prepararemos plantas específicas de hospitalización y UCI porque decenas de las personas que se van a contagiar esta semana van a necesitar ingresar y algunas, sin duda, fallecerán. Lo que hacemos hoy con nuestra actividad se refleja en cifras de hospitales y de positivos en los próximos ocho o diez días. Quiero recalcar que debemos limitar nuestra proximidad exclusivamente a un estrecho grupo de personas, especialmente que sean aquellas con las que convivimos. Debemos ser conscientes del riesgo que aportamos al resto de nuestra familia y a los amigos en reuniones y cuando mantenemos contacto estrecho con ellos. Aunque estemos en pleno agosto, el contacto social debe limitarse o corremos el riesgo de que sean necesarias medidas de mayor intensidad si comenzamos a sobrecargar el sistema sanitario. Pero lo que nos debe dar mayor respeto son las consecuencias que conlleva padecer esta enfermedad.

Creo que, aunque la sociedad vasca en su conjunto está comportándose con madurez, nos ha cegado la idea de que era posible una nueva normalidad después de un duro confinamiento. Debemos vivir socialmente diferente. No debe haber normalidad en la relación física entre las personas. Hay que mantener despierta esa conciencia y, en la medida de lo posible, extenderla, porque cada persona es parte de la solución. Con nuestra actitud, manteniendo la distancia, extremando la higiene de manos y usando la mascarilla, cuya utilización es cierto que se ha generalizado, pero que debemos seguir extendiéndola aún más.

Hemos cambiado la curva de esta segunda ola epidémica. Es un logro. No es tan pronunciado el crecimiento como lo fue en marzo, que, como recuerdan, precisó un duro confinamiento para parar su crecimiento. Esta vez tenemos que conseguir el equilibrio deseado, manteniendo la máxima actividad posible, pero estabilizando los nuevos contagios. Y una de las herramientas fundamentales es el distanciamiento y la mascarilla para lograrlo.

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