Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Pervertir las instituciones
Lo vivido este miércoles durante la intervención de la ministra de Igualdad del Gobierno de Pedro Sánchez, Irene Montero, es una gota más en el torrente de declamaciones tóxicas que la derecha extrema acostumbra a lanzar con una verborrea entre patética e histérica desde la tribuna del Congreso de los Diputados. Es una manifestación terrible de odio que la diputada Carla Toscano ha expresado, vomitado en mejor descripción y dentro de la línea argumental habitual de Vox, para pervertir las instituciones.
Nunca lo normalizaremos, jamás debemos acostumbrarnos a ello. No, todo no vale. El Congreso de los Diputados es el órgano constitucional que representa al pueblo español. Y nunca la democracia tuvo más dignidad en su defensa que los aplausos que todas los grupos políticos que creemos en ella hemos esgrimido frente a quienes desde una soberbia y un comportamiento indecentes pretenden usar el ruido, los insultos y las descalificaciones para negar la realidad.
Son muchos los temas que provocan el delirio de estos alborotadores y uno de ellos es reivindicar los derechos innegociables de las mujeres. Una frase de la periodista e investigadora malagueña Ana Bernal Triviño -el machismo mata, el feminismo salva vidas- define a la perfección el resumen que puede sacarse tras escuchar el terrible discurso de la diputada de Vox. Odio frente a Libertad; ira frente a defensa de derechos; violencia verbal inaguantable frente a justicia social y tolerancia. En un Estado de derecho no debería caber un espacio para la incitación al odio, para el negacionismo de la violencia machista contra tantas mujeres y tantos niños y niñas.
Porque negar desde un intolerable intento de convertir tantas tragedias y tantos dramas humanos en bagatelas es de seres inhumanos vinculados como no podía ser de otro modo a ideologías que atentan sin duda contra el espíritu de nuestro Estado social y democrático de Derecho y contra nuestros principios constitucionales. Los intentos frenéticos de pervertir nuestras instituciones democráticas deben ser atajados con más y más democracia. Con rigor, con más medidas de apoyo a las y los más vulnerables, con presupuestos y medidas concretas que fortalezcan nuestras ansias y anhelos de justicia social.
Nunca podrán con nosotras y nosotros porque estamos dispuestos desde la innegociable unicidad a plantar cara a quienes insultan gravemente a las mujeres maltratadas y a tantos niños y niñas que tienen que convivir padeciendo los efectos del machismo. Y por desgracia -y en múltiples ocasiones- morir asesinadas. Ni un paso atrás porque no les tenemos miedo pese a que ellos y ellas pretendan lo contrario. Pervertir la sociedad y las instituciones no demuestra más que una cosa: su espíritu boicoteador, su falta de tolerancia y desde luego lo lejos que están situados de la libertad, la igualdad y de algo tan bello como es el humanismo. Indolentes e insolentes. Como respuesta: igualitariamente libres. Como dejó escrito el filósofo francés Charles Fourier: “El grado de civilización de una sociedad se mide por el grado de libertad y autodeterminación de la mujer”. Quienes pretenden una y otra vez poner en duda los derechos de las mujeres pertenecen por propio derecho a la incultura, la defensa del vandalismo y la insoportable grosería ideológica.
Lo vivido este miércoles durante la intervención de la ministra de Igualdad del Gobierno de Pedro Sánchez, Irene Montero, es una gota más en el torrente de declamaciones tóxicas que la derecha extrema acostumbra a lanzar con una verborrea entre patética e histérica desde la tribuna del Congreso de los Diputados. Es una manifestación terrible de odio que la diputada Carla Toscano ha expresado, vomitado en mejor descripción y dentro de la línea argumental habitual de Vox, para pervertir las instituciones.
Nunca lo normalizaremos, jamás debemos acostumbrarnos a ello. No, todo no vale. El Congreso de los Diputados es el órgano constitucional que representa al pueblo español. Y nunca la democracia tuvo más dignidad en su defensa que los aplausos que todas los grupos políticos que creemos en ella hemos esgrimido frente a quienes desde una soberbia y un comportamiento indecentes pretenden usar el ruido, los insultos y las descalificaciones para negar la realidad.