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El pillaje de los partidos políticos

Recoge mi diccionario de cabecera, -porque yo tengo diccionario de tal como los líderes políticos tienen economistas de tal-, una acepción del término 'pillaje' que me transporta a unos pasajes de mi niñez. Ya sé que 'pillaje' significa “robo o rapiña”, pero cuando era solo un niño mi padre, que era apicultor, me explicó a su manera que las abejas de otras colmenas acudían a aquellas en que había mucha miel producida y almacenada para robarla y llevarla a sus colmenas. Había una época en el año, normalmente en el verano, en que mi padre me llevaba a contemplar el trajín de las abejas en sus colmenas. Las abejas entraban y salían cargadas con su acopio pertinente. Unas llegaban con las patas traseras cubiertas de polen, pero otras que parecían volver de vacío volvían llenas de agua o de néctar. Como decía mi padre, su laboriosidad siempre las mantenía activas. Siempre creí que las que salían lo hacían vacías, para volver llenas. Pero de vez en cuando se formaba un 'motrollón' (así llamaba mi padre a las luchas que solían patrocinar) de abejas en la salida, que estaba formado por una abeja que era atacada por otras tres o cuatro hasta que era expulsada definitivamente del lugar. Y mi padre aclaraba aquella situación: eso es el pillaje. En mi diccionario obra la siguiente definición: “invasión de una colmena por abejas extranjeras para apoderarse de la miel”. O sea, lo mismo que mi padre me contaba.

Bien, ¿no se parece algo a esto lo que está ocurriendo en la política española, concretamente en el comportamiento de los partidos y de algunos militantes de tales partidos? ¿No andan los partidos, principalmente sus líderes al pillaje de cuadros, de afiliados y de votantes en las colmenas ajenas, con una desvergüenza propia de pillos? ¿Es el pillaje propio de una actividad que debiera ejercerse con absoluta responsabilidad, como es la política? Leo en un titular de un diario de gran tirada que “el PP tienta a los fugados de UPyD antes de que acaben en Ciudadanos”. En este titular lo que menos importan son las siglas concretas porque este fenómeno se está dando en la generalidad de los partidos. Importa que el pillaje que están ejerciendo unos partidos sobre otros amenaza con convertir a los afiliados en marionetas, a los líderes políticos en postores y a las sedes de los partidos en tómbolas o casas de subastas.

Ha sido necesario que los ciudadanos sufran en exceso, y que los partidos políticos más antiguos hayan dudado en la fórmula para mitigar tales sufrimientos, para que el pillaje se haya convertido en una práctica generalizada. Podemos se obsesionó con la “casta” para pillar en sus nutridas militancias, más en las izquierdas que en las derechas; pero Ciudadanos ha actuado del mismo modo, si bien en las derechas con mayor arrojo que en las izquierdas. El pillaje no encuentra límites lógicos: pilla donde lo encuentra, y donde encuentra las mejores disculpas para usarlas como añagazas, porque lo que importa es hacer acopio. Cantidad es mejor que calidad, una vez que las ideologías han sido devaluadas como consecuencia de la desidia de sus defensores y del oportunista empeño depredador de sus detractores. Así que ya se ha abierto la veda y, tras las elecciones andaluzas y las sucesivas encuestas sobre intención de voto publicadas, la voracidad se ha desatado de tal modo que incluso las formaciones políticas más pequeñas, que han querido caracterizarse por la defensa contumaz de sus principios y esencias, están siendo invadidas por los inmisericordes asaltantes. Podemos ha recurrido a todos los ardides para descoyuntar y desarmar a IU. Y Ciudadanos no va a cejar hasta desmantelar al UPyD de Rosa Díez.

El pillaje es así, para que sea ejercido con mayor eficacia se requiere antes que nada perder la decencia, y establecer un orden de prioridades basado en la conquista del poder (“del cielo”, se puede decir), y no en la autoridad. Volvamos a mi diccionario de cabecera, porque enriquece su definición de “pillaje” con la siguiente anotación: “El pillaje (en las colmenas) tiene casi siempre por origen una negligencia del apicultor; puede ser ocasionado por la manipulación al aire libre de las colmenas cubiertas de miel, etc…”. Y así ocurre en la política actual, que conforme sus 'apicultores-líderes' tienen un descuido, faltos como están en su gran mayoría de un proyecto ideológico solvente, ven como acuden las abejas 'pilladoras' a buscar su botín. Los partidos personalistas tienen ese riesgo, que un capricho de su líder que le lleve al abandono, o una decisión mal interpretada por los votantes, acabe con toda la formación.

¿Alguien es capaz de entender a UPyD sin Rosa Díez, a Podemos sin Pablo Iglesias, o a Ciudadanos sin Albert Rivera? Del mismo modo que nadie entendió en su momento la UCD sin Adolfo Suárez, el GIL sin Jesús Gil y Gil, ni La Agrupación Ruiz Mateos sin el ínclito Ruiz Mateos… , hechas las comparaciones con la mejor de las intenciones.

Recoge mi diccionario de cabecera, -porque yo tengo diccionario de tal como los líderes políticos tienen economistas de tal-, una acepción del término 'pillaje' que me transporta a unos pasajes de mi niñez. Ya sé que 'pillaje' significa “robo o rapiña”, pero cuando era solo un niño mi padre, que era apicultor, me explicó a su manera que las abejas de otras colmenas acudían a aquellas en que había mucha miel producida y almacenada para robarla y llevarla a sus colmenas. Había una época en el año, normalmente en el verano, en que mi padre me llevaba a contemplar el trajín de las abejas en sus colmenas. Las abejas entraban y salían cargadas con su acopio pertinente. Unas llegaban con las patas traseras cubiertas de polen, pero otras que parecían volver de vacío volvían llenas de agua o de néctar. Como decía mi padre, su laboriosidad siempre las mantenía activas. Siempre creí que las que salían lo hacían vacías, para volver llenas. Pero de vez en cuando se formaba un 'motrollón' (así llamaba mi padre a las luchas que solían patrocinar) de abejas en la salida, que estaba formado por una abeja que era atacada por otras tres o cuatro hasta que era expulsada definitivamente del lugar. Y mi padre aclaraba aquella situación: eso es el pillaje. En mi diccionario obra la siguiente definición: “invasión de una colmena por abejas extranjeras para apoderarse de la miel”. O sea, lo mismo que mi padre me contaba.

Bien, ¿no se parece algo a esto lo que está ocurriendo en la política española, concretamente en el comportamiento de los partidos y de algunos militantes de tales partidos? ¿No andan los partidos, principalmente sus líderes al pillaje de cuadros, de afiliados y de votantes en las colmenas ajenas, con una desvergüenza propia de pillos? ¿Es el pillaje propio de una actividad que debiera ejercerse con absoluta responsabilidad, como es la política? Leo en un titular de un diario de gran tirada que “el PP tienta a los fugados de UPyD antes de que acaben en Ciudadanos”. En este titular lo que menos importan son las siglas concretas porque este fenómeno se está dando en la generalidad de los partidos. Importa que el pillaje que están ejerciendo unos partidos sobre otros amenaza con convertir a los afiliados en marionetas, a los líderes políticos en postores y a las sedes de los partidos en tómbolas o casas de subastas.