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Podemos rompería con la disyuntiva histórica de elegir entre nacionalista o español
En Euskadi siempre se ha dado por hecho que había que elegir entre ser nacionalista o español. Y, luego ya venía lo de izquierdas y derechas. Pero, esa disyuntiva histórica parece que está a punto de atenuarse debido al huracán Podemos. Un 30% de quienes tienen intención de votarles se declara nacionalista vasco. Un fenómeno al que la comunidad autónoma parecía sustraerse pero que, sin embargo, ha llegado. Y, además, arrasando.
Podemos lograría pisar los talones al hegemónico PNV y desplazaría a Bildu al tercer lugar. Por detrás quedaría un depauperado PSOE y en cuarto lugar un cada vez más castigado PP. Todas las fuerzas vascas protagonistas de la historia de los últimas décadas perderían votos a favor del vendaval Podemos.
En el fragmentado mapa político vasco dividido entre nacionalistas y no nacionalistas, Podemos muestra su capacidad para echar abajo esa muralla y abrir sus puertas a jóvenes y mayores; nacionalistas y españoles; de derechas y, desde luego, de izquierdas. La propuesta de Estado de Podemos parece decantarse por una realidad plurinacional con todas las garantías en la que se incluye el derecho a decidir de los pueblos en su relación con el Estado. La oferta rompería con la alternativa histórica y desdramatizaría esa tensión que ha caracterizado a Euskadi desde el inicio de la democracia.
Es cierto que es solo un sondeo y que son únicamente 600 los encuestados. Tampoco se puede soslayar que aún falta un año y medio para la convocatoria electoral y para comprobar si la atracción se mantiene. Pero, de lo que no hay duda es de que Euskadi no parece tan diferente al resto del Estado: también aquí Podemos ha pasado de ser un fenómeno social contestatario y rebelde frente a la apatía de los partidos tradicionales al derrumbe social y económico a convertirse en un partido capaz de arrasar entre los sectores más variados.
Podría parecer sorprendente un éxito tan fulgurante en una fuerza de la que se desconoce su programa y un equipo reconocible; salvo sus tres o cuatro rostros más visibles. Sin embargo, ha sabido canalizar todo el hastío social en unos tiempos oscuros en los que la gran mayoría de los partidos han demostrado su incapacidad para responder a los anhelos y necesidades de los ciudadanos. Por eso, son miles de desencantados los que ahora buscan ese aire fresco y limpio que ofrece Podemos.
Frente a los partidos tradicionales, casi sin excepción, sus líderes se expresan y cuentan las cosas de otra manera; su apariencia es diferente. Rompen los estereotipos y, sobre todo, no han hecho su carrera en los despachos de la política. Están preparados intelectualmente. Nunca han ostentado el poder. Quizá llegue un día en que ese poder les corrompa. Pero, aún está por ver.
Eso es lo que buscan muchos ciudadanos que nunca han leído un programa del partido al que votan. Prefieren escuchar, ver y si las personas responden a sus expectativas. Si se sienten identificados con ellas.
No parece difícil de comprender. Sociología de aficionado; de sentido común. De escuchar a la calle que se ha cansado de estar harta y reacciona. La influencia de Podemos se cumplan o no los pronósticos electorales es ya gigantesca y cuestiona a todas los grupos políticos. Algo pasa en el anquilosado panorama político, encuestas al margen. Y, Euskadi no se escapa.
Sin embargo, los partidos vascos han elegido negar esta realidad amenazante y buscan excusas banales para negarles el pan y la sal a unos recién llegados que no piensan decir adiós. En lugar de reflexionar sobre el momento social que atraviesa el país y buscar respuestas a las necesidades de la ciudadanía, prefieren mantenerse en sus palacios de invierno dejando fuera a muchos de los suyos y a aquellos que por convencimiento o eliminación les han venido votando.
Así, la mayoría de los dirigentes vascos que han valorado el sondeo del Euskobarómetro han optado por descalificarlo y han seguido con sus posturas numantinas. Como si las previsiones de descalabro electoral no fuera con ellos. Es de suponer que será de puertas afuera y que en sus reuniones de ejecutivas saltarán chispas de preocupación.
Aún falta un año y medio para las elecciones autonómicas. Y, aunque los sondeos resulten finalmente exagerados y su éxito no sea tan abultado, su presencia en el Parlamento vasco supondrá un antes y un después en la historia de la política vasca.
Las previsiones de la encuesta le otorgan un 25,6% de los votos, el doble que a los socialistas, su mayor caladero. Por eso, en Podemos se considera un triunfo un solo voto arrebatado a esa formación.
Con un 70% de encuestados que dice estar seguro de a quién votará, es como para diseñar una estrategia salvadora que permita a los partidos históricos vascos salvar los restos del naufragio. Porque, ahora sí que los tiempos están cambiando.
En Euskadi siempre se ha dado por hecho que había que elegir entre ser nacionalista o español. Y, luego ya venía lo de izquierdas y derechas. Pero, esa disyuntiva histórica parece que está a punto de atenuarse debido al huracán Podemos. Un 30% de quienes tienen intención de votarles se declara nacionalista vasco. Un fenómeno al que la comunidad autónoma parecía sustraerse pero que, sin embargo, ha llegado. Y, además, arrasando.
Podemos lograría pisar los talones al hegemónico PNV y desplazaría a Bildu al tercer lugar. Por detrás quedaría un depauperado PSOE y en cuarto lugar un cada vez más castigado PP. Todas las fuerzas vascas protagonistas de la historia de los últimas décadas perderían votos a favor del vendaval Podemos.