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Somos el PP vasco

Amaya Fernández

Secretaria general del PP vasco —

Hace unos días un buen amigo que no es precisamente del PP me dijo algo que me arrancó una sonrisa: “Si el PP vasco no existiera, habría que inventarlo”. Sonreí porque caí en la cuenta de que él había logrado sintetizar en una sola frase el espíritu de la convención que este fin de semana se celebrará en Vitoria, una convención en la que remarcaremos nuestro acento propio, que lo tenemos, y diremos alto y claro que sí es posible construir una alternativa constitucional vasca a un proyecto nacionalista que prefiere banderas a personas liderado por el PNV y consentido por el PSE. 

El PP vasco existe porque lo inventaron un grupo de semejantes y diferentes al mismo tiempo. Porque a partir de culturas políticas como la UCD, el Partido Demócrata Popular, AP, Unión Liberal o el CDS, se integraron en las filas del PP vasco destacadas figuras protagonistas de la Transición y del Estatuto de Gernika de 1979; un Estatuto que tiene su sentido en el marco de la Constitución española, que da validez y vigencia a los derechos históricos de los territorios vascos en virtud de su disposición adicional primera. 

Realidad foral, liberalismo y constitucionalismo son principios capitales para el PP vasco y para el PP nacional. La realidad foral, reconocida y defendida por el Partido Popular nacional en su último Congreso, es la clave del autogobierno y a la vez es incompatible con el soberanismo, pues no hay foralidad sin Estado nacional. El liberalismo reclama colocar a la persona –jamás a los territorios– en el centro de la acción política. Y el modelo constitucional es la casa común de la pluralidad, la convivencia y la libertad. 

En la convención del próximo fin de semana volveremos a reclamar la capacidad de disentir de los ciudadanos libres e iguales de Euskadi y de negar su consentimiento al nacionalismo vasco. Y lo haremos desde el arraigo, la centralidad y la utilidad. Más aún hoy, cuando el proyecto nacionalista vasco, amigo de muros y no de puentes, está siendo blanqueado y hasta aupado por un PSE y por un PSOE con el que años atrás ensalzamos el constitucionalismo. 

Fue precisamente la defensa de la realidad foral y del Estatuto de Gernika, el liberalismo y el constitucionalismo lo que llevó al terrorismo de ETA a concebir a muchos cargos y militantes como dianas andantes. Pero hoy la situación es otra. Hoy urge construir un proyecto político capaz de plantar cara a un nacionalismo dominante que copa las principales instituciones y que se envuelve en los símbolos de todos los vascos para disimular su falta de gestión en cuestiones como el empleo –la Margen Izquierda vizcaína tiene tasas de paro equiparables a las de Grecia–, la Educación –Euskadi registra hoy los peores resultados de la historia–, la Industria –dilapidada por completo– o la conectividad territorial –seguimos sin estar conectados con el resto de España–. 

El PP vasco afronta una convención en la que se prevé reforzar su personalidad propia, y por personalidad propia hablamos de planteamientos vinculados con la defensa de la foralidad, el liberalismo, el constitucionalismo, la centralidad o la moderación. Son principios que siempre hemos defendido dentro de un proyecto común que es España y que sin suponer nada nuevo merecen ser resaltados como principios irrenunciables. 

Estos meses hemos oído voces que exponen que defender la foralidad en Euskadi equivale a defender los derechos históricos del nacionalismo. Y nada más lejos de la realidad. Defender la foralidad o el Concierto económico es defender la Constitución, que da vigencia y validez a esos derechos históricos. Planteamientos como estos, esgrimidos por fuerzas sin presencia institucional en el País Vasco, alimentan al nacionalismo y minan al constitucionalismo. Por eso también es importante esta convención. En el País Vasco hay problemas específicos que requieren un enfoque político y soluciones concretas. Y ningún caso ese enfoque o esas soluciones pueden suponer la renuncia a lo que somos y hemos sido porque supondría una traición a nosotros mismos. 

Ha llegado el momento de impulsar un proyecto que necesita ser útil en Euskadi para una mayoría social. Todos los partidos políticos tienen su personalidad propia, su acento y sus rasgos distintivos. Los tiene el PP en Madrid. Los tiene el PP en Galicia. Y los tiene el PP en el País Vasco. Resaltar esa personalidad es lo que nos permitirá reconectar con una mayoría social vasca que, sin ser nacionalista, vota a partidos de esta ideología porque entiende que son los más apegados a Euskadi. Sin embargo, creemos que no es posible el apego a Euskadi si se busca uniformizarla y encorsetarla en los moldes excluyentes del nacionalismo. Lograremos la confianza de los ciudadanos reivindicando nuestro arraigo a unas instituciones y a una historia que es anterior al nacionalismo y que está integrada en el ADN de los constitucionalistas vascos.

El PP vasco marcará su acento, pero necesitará la ayuda de un PP nacional que está en disposición de demostrar ante la mayoría social vasca que nunca nadie podrá representar mejor los intereses de Euskadi en España y en Europa. Remarcar nuestro perfil moderado y de centro es importante porque abrazamos nuestra historia y los marcos de convivencia que crearon nuestros padres y abuelos sobre la base de la pluralidad y de la firmeza ante la intolerancia. Remarcar lo que somos, en definitiva, es reivindicar al presidente del PP vasco, Alfonso Alonso, rechazando en Madrid el nacionalismo y reafirmando que amar España es amar sus diferencias; es reivindicar al presidente del Partido Popular, Pablo Casado, pidiendo respeto en Vitoria para el Estatuto de Gernika y defendiendo el  Concierto Económico vasco; y es reivindicar al ex presidente Mariano Rajoy defendiendo que “hay que hacer honor” a los derechos históricos reflejados en la Carta Magna. 

Amaya Fernández es secretaria general del PP vasco

Hace unos días un buen amigo que no es precisamente del PP me dijo algo que me arrancó una sonrisa: “Si el PP vasco no existiera, habría que inventarlo”. Sonreí porque caí en la cuenta de que él había logrado sintetizar en una sola frase el espíritu de la convención que este fin de semana se celebrará en Vitoria, una convención en la que remarcaremos nuestro acento propio, que lo tenemos, y diremos alto y claro que sí es posible construir una alternativa constitucional vasca a un proyecto nacionalista que prefiere banderas a personas liderado por el PNV y consentido por el PSE. 

El PP vasco existe porque lo inventaron un grupo de semejantes y diferentes al mismo tiempo. Porque a partir de culturas políticas como la UCD, el Partido Demócrata Popular, AP, Unión Liberal o el CDS, se integraron en las filas del PP vasco destacadas figuras protagonistas de la Transición y del Estatuto de Gernika de 1979; un Estatuto que tiene su sentido en el marco de la Constitución española, que da validez y vigencia a los derechos históricos de los territorios vascos en virtud de su disposición adicional primera.