Viento del Norte es el contenedor de opinión de elDiario.es/Euskadi. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
El PSOE
La implantación de la social democracia tras la segunda guerra mundial fue la última gran contribución de Europa a la humanidad ya que nunca antes tanta gente tuvo tantas oportunidades en la vida, pero hace ya tiempo que la social democracia está en un proceso de liquidación y derribo porque ya no hay dirigentes europeos con la suficiente capacidad intelectual para defender los espacios públicos, los servicios públicos y las causas comunes y porque los ciudadanos europeos hace ya años que nos hemos desentendido de los demás inmersos como estamos en este solitario narcisismo tecnológico de selfies, tuits, facebooks y videos pornográficos.
Los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres, pero aún así las diferencias identitarias hace tiempo que se volvieron más importantes que las diferencias de clase, tal vez porque azotados por este despiadado vendaval neo conservador que ha resucitado de nuevo el miedo a los demás, la esclavitud laboral, la indiferencia hacia el otro y el desprestigio del Estado merced a la desvergonzada corrupción de los gobernantes, solo nos interesa pertenecer a una tribu donde refugiarnos.
Esta es nuestra tribu y este es nuestro espacio. No acatamos más que cuanto la tribu nos dicta y no nos relacionarnos más que con quienes pertenecen a nuestra tribu porque fuera hace mucho frío y porque los demás no nos pueden proporcionar lo que más hondamente deseamos; o sea, dinero, poder, una posición, coches, sexo, viajes, descargas gratuitas, en definitiva cualquier cosa que nos reafirme en nuestra identidad de personas puestas a salvo. De esta manera los nacionalismos crecen de nuevo en Europa porque cada vez nos cuesta más reconocer al prójimo como a un igual y cuando esto ocurre la socialdemocracia pierde todo su sentido y se desvanece en el aire lo mismo que un suspiro o un sueño nunca cumplido.
Es entonces cuando, desarticulada la social democracia, aparecen los políticos oportunistas que proponen revoluciones que ya han fracasado o privatizaciones de todos los servicios públicos para desmantelar los Estados o alzamientos de muros que nos separen de los subsaharianos o de los judíos o de los musulmanes o de los pobres desgraciados que no encuentran un puesto de trabajo porque sus padres no han sido lo suficientemente espabilados como para mandarlos a uno de esos colegios privados de las sectas religiosas donde han estudiado tantos ministros, tantas ministras, tantos secretarios de estado, tantos brillantes emprendedores...
Entretanto, nuestros social demócratas, los del PSOE, sus históricos y sus dirigentes territoriales sobre todo, se entretienen acuchillándose los unos a los otros, procurando, eso sí, que su secretario general se desangre a la vista de un público necesitado de cadáveres exquisitos y fuertes emociones porque, tal vez, la historia les ha pasado por encima y ellos aún no se han dado cuenta que han acabado convirtiéndose en uno de esos borrachos que, a última hora de la noche, cabecean en la barra de los bares sin que nadie les haga caso, mientras ellos, entre risas ahogadas, toses y patéticos brindis, se van contando a sí mismo nostálgicas historias de un tiempo que, desgraciadamente, parece que ya nunca ha de volver...
La implantación de la social democracia tras la segunda guerra mundial fue la última gran contribución de Europa a la humanidad ya que nunca antes tanta gente tuvo tantas oportunidades en la vida, pero hace ya tiempo que la social democracia está en un proceso de liquidación y derribo porque ya no hay dirigentes europeos con la suficiente capacidad intelectual para defender los espacios públicos, los servicios públicos y las causas comunes y porque los ciudadanos europeos hace ya años que nos hemos desentendido de los demás inmersos como estamos en este solitario narcisismo tecnológico de selfies, tuits, facebooks y videos pornográficos.
Los ricos son cada vez más ricos y los pobres son cada vez más pobres, pero aún así las diferencias identitarias hace tiempo que se volvieron más importantes que las diferencias de clase, tal vez porque azotados por este despiadado vendaval neo conservador que ha resucitado de nuevo el miedo a los demás, la esclavitud laboral, la indiferencia hacia el otro y el desprestigio del Estado merced a la desvergonzada corrupción de los gobernantes, solo nos interesa pertenecer a una tribu donde refugiarnos.