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Opinión - Feijóo entierra a Mazón. Por Esther Palomera

¿Qué pasa cuando se incumple la ley?

Confesaré que no soy abogado ni tengo nada que ver con el mundo del derecho, pero no deja de asombrarme la impunidad que tienen determinados elementos –en la acepción que hace mi padre del término, que viene a ser la 7a de la RAE- de nuestra sociedad.

No me referiré a EREs ni Gurteles, ni siquiera a Hirikos o Epsilones. Quiero hablar de algo aparentemente mucho más leve. De una de esas pequeñas mamandurrias que calan como el sirimiri, y nos deja un regusto amargo y una sensación gilesca (de Miguel Gila, aunque ahora que lo pienso también podía ser de Gil y Gil) que viene a decir “esto es lo que hay y si no te gusta te vas del pueblo”.

Quiero preguntar, sin esperar respuesta, –desde luego no de los aludidos- sobre la compra de reportajes e informaciones que el Gobierno Urkullu ha realizado en algunos medios de comunicación. Sabemos, así se ha publicado, que el Grupo Noticias (Deia, Noticias de Gipuzkoa, Noticias de Alava y Onda Vasca) ha facturado entre 55.000, según valoró -que no cifró- el lehendakari en el Parlamento, y 90.000 euros, según Gorka Maneiro, parlamentario de UPyD. Dejando aparte el estupor que causa que el lehendakari “valore” en sede parlamentaria un gasto público en lugar de tasarlo al céntimo (sí, esto también es parte del sirimiri de anomalías habituales), me queda la duda de si nos hallamos ante un hecho aislado, o hay más medios que han cobrado dinero de todos por publicar o emitir publicidad disfrazada de información.

Por ello pregunto al Gobierno vasco, y al resto de instituciones, si han pagado en alguna ocasión más por hacer pasar como informaciones legítimas lo que era publicidad. Y en justa reciprocidad, exijo a los medios de comunicación de nuestra comunidad que respondan si han cobrado dinero público por emitir o publicar publicidad camuflada como noticias o reportajes. Tenemos derecho a saberlo y ellos obligación de contestar. Pero no se hagan ilusiones.

En la parte del pastel que se ha descubierto, la del pago al Grupo Noticias, las crónicas de la sesión parlamentaria dicen que el lehendakari argumentó que se trataba de informaciones “de interés social”, en las que había debates críticos sobre la LOMCE, reportajes sobre Salud o una entrevista a la directora de Osalan. De nuevo vaguedades y respuestas por aproximación. ¿Qué le hubiera costado dar detalles sobre la mercancía comprada?

Urkullu se refería, por destacar únicamente dos ejemplos, a un reportaje del 15 de diciembre de 2013, titulado “Miedo, control ideológico y esperanza” o a la entrevista hecha a Izaskun Urien, directora general de Osalan, el 28 de abril de 2014. Ambos firmados por periodistas. Ambos publicados al menos por DEIA.

El primer reportaje es una mesa redonda, que no un debate, a cuatro voces en el que participan tres miembros de la comunidad educativa del País Vasco y un excargo del PSE y escritor, todos ellos contrarios a la LOMCE, mientras que la segunda es una entrevista, digamos cómoda, a la responsable de Osalan “en el marco” de la celebración del Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo.

En la primera pieza, y desde un punto de vista estrictamente de manual de primero de periodismo, se echa a faltar el contraste, la posición contraria, la voz discordante,... En la segunda entrevista una, al menos una, pregunta comprometida. Fíjense ustedes que solo cuatro días antes, y en el mismo periódico, ELA acusaba a Osalan de ocultarles nada menos que los datos sobre accidentes laborales en Euskadi. ¡Que ocasión perdió la periodista de preguntar y la directora general de poder responder!

Pero volviendo a lo que nos atañe, otra pregunta. Esta va dirigida al Colegio Vasco de Periodistas y a las directoras, o los directores, de los medios implicados y a las, y los, profesionales que firmaron la publicidad camuflada de información. ¿Conocen los estatutos del Colegio? Aquí va una muestra. Se trata del artículo 15 sobre Responsabilidad disciplinaria y dice que “Los/as miembros colegiados/as están sometidos/as a responsabilidad disciplinaria en el caso de infracción de sus deberes colegiales o deontológicos que será tipificada según su gravedad y sancionada previa la tramitación del expediente disciplinario correspondiente”. Las infracciones más serias que prevén los estatutos están tipificadas como faltas más o muy graves y entre ellas se cita, en su punto 3, “el ejercicio del periodismo encubriendo de forma deliberada una actividad publicitaria”.

A la vista de lo anterior ¿Va a actuar el Colegio Vasco de Periodistas contra los responsables de estas faltas más o muy graves?. Y para determinar quienes son los responsables habría que dilucidar si los profesionales que firman las piezas sabían que eran pagadas, o ese conocimiento les estaba vedado y solo lo tenían sus jefes. Se abre audiencia pública.

Último lote de preguntas. Imagino que el lehendakari y sus asesores son sabedores de que en Euskadi hay una ley, repito una ley, que regula la publicidad y la comunicación institucional. Es la Ley 6/2010, de 23 de diciembre, de publicidad y comunicación institucional de Euskadi. Y mientras esté vigente no te la puedes saltar.

Lo digo porque esa ley, en su artículo 5 referente a las prohibiciones, dice que “No se podrán promover o contratar campañas institucionales de publicidad o de comunicación (..) Que tengan como finalidad destacar los logros de gestión o los objetivos alcanzados por los sujetos mencionados en el artículo 2 de esta Ley”.

Y sí, lo han adivinado, los sujetos mencionados son los miembros de la Administración y de sus entes y empresas públicas por lo que, al menos, la entrevista pagada a mayor gloria de la directora general de Osalan infringe la ley.

¿Y qué pasa cuando se infringe la Ley? Doctores tiene la Santa Madre Iglesia. Yo solo soy un juntaletras.

Confesaré que no soy abogado ni tengo nada que ver con el mundo del derecho, pero no deja de asombrarme la impunidad que tienen determinados elementos –en la acepción que hace mi padre del término, que viene a ser la 7a de la RAE- de nuestra sociedad.

No me referiré a EREs ni Gurteles, ni siquiera a Hirikos o Epsilones. Quiero hablar de algo aparentemente mucho más leve. De una de esas pequeñas mamandurrias que calan como el sirimiri, y nos deja un regusto amargo y una sensación gilesca (de Miguel Gila, aunque ahora que lo pienso también podía ser de Gil y Gil) que viene a decir “esto es lo que hay y si no te gusta te vas del pueblo”.