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El Silicon Valley vasco despega

La digitalización de la vida diaria se ha convertido en un fenómeno que avanza como un tsunami sobre la esfera social y económica. Los ciudadanos dependemos cada día más del teléfono móvil para afrontar nuestros retos cotidianos, al igual que cada vez son más los sectores estratégicos que ganan conciencia sobre la necesidad de apostar por nuevas tecnologías que hagan competitiva y sostenible su actividad. En este sentido, la explosión de la Inteligencia Artificial, a la que aún asistimos como espectadores atónitos en pleno 2023, no hace sino corroborar que el futuro de las empresas pasa por la innovación y la automatización de procesos.

Resulta difícil reflexionar sobre disrupción digital y no hacerlo poniendo los ojos en nuestra tierra. El País Vasco lo tiene todo para posicionarse como una referencia internacional en este ámbito gracias a que cuenta con un ecosistema empresarial privilegiado, fruto del trabajo de muchos años apostando por una fuerte base tecnológica, inversión en I+D+i y competitividad sectorial.

Basta con echar un vistazo a las cifras para reparar en la idea de que las cosas se han hecho bien. En los últimos años, el País Vasco ha experimentado un fuerte crecimiento en términos de digitalización. Según datos oficiales, en 2022 sólo el sector de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) generó cerca de 10.000 millones de euros, casi un 10% del PIB regional. Además, se estima que el ecosistema digital da empleo a más de 80.000 personas en la comunidad autónoma, lo que supone alrededor del 8% de su población activa.

Pero no solo eso. Nuestro entorno alberga más de 1.000 empresas TIC, entre las que destacan firmas líderes en el ámbito de la ciberseguridad, la inteligencia artificial y la robótica. También contamos con una importante red de centros de investigación y universidades que trabajan para desarrollar nuevas tecnologías que impulsen el crecimiento del sector digital.

El País Vasco, además, puede presumir de una fuerte inversión en I+D+i. El año pasado destinó un 2,5% de su PIB a la investigación y el desarrollo, lo que representa el doble de la media europea. Esto está permitiendo a las empresas vascas desarrollar nuevas tecnologías que les permiten ser muy competitivas en el mercado global. Y las perspectivas de futuro en este sentido no son menos ambiciosas: el Gobierno vasco prevé que para 2025 el sector digital crezca por encima del 10% y llegue a doblar el número de trabajadores dedicados a este ámbito.

Pese a la excelente situación en la que nos encontramos, no podemos dejar de mirar los déficits que amenazan con ralentizar el despegue del sector durante los próximos años. Las pymes, que configuran una parte muy importante del tejido empresarial vasco, aún deben dar un impulso notable en sus procesos de actualización hacia protocolos y sistemas más vanguardistas.

Otro de los grandes retos que enfrentamos de manera general es la falta de mano de obra orientada a lo digital. El crecimiento natural del rubro, así como los procesos de transformación y adaptación al ecosistema de otros sectores tradicionales, han multiplicado la demanda de perfiles especializados dentro del mercado laboral. Según la Asociación Española para la Digitalización, hay unos 100.000 puestos de trabajo relacionados con este ámbito sin cubrir en el conjunto del país. Seguramente serán más.

En este contexto, el binomio entre universidades y empresas tecnológicas emerge como un factor decisivo con vistas al futuro: tenemos que colaborar conjuntamente para fomentar el talento y seguir siendo competitivos en un mercado global. Es algo que a lo que ya apuntó la consultora PwC en un informe estratégico que elaboró para el Gobierno Vasco: “El 60% de las profesiones que se ejercerán en 2030 hoy no existen. Responder al reto de la formación es clave”.

Formar -y formar bien- no solo será importante para responder a las exigencias de la locomotora del desarrollo: en un futuro que se prevé dominado por la inteligencia artificial y los automatismos, el rol de las personas será cada vez más relevante. Las cualidades intangibles, siempre decisivas, difícilmente podrán ser sustituidas por robots. La empatía, la intuición basada en la percepción y el liderazgo seguirán emergiendo como valores fundamentales para el desarrollo de los equipos de trabajo y para que las organizaciones no pierdan nunca su foco humano.

La digitalización de la vida diaria se ha convertido en un fenómeno que avanza como un tsunami sobre la esfera social y económica. Los ciudadanos dependemos cada día más del teléfono móvil para afrontar nuestros retos cotidianos, al igual que cada vez son más los sectores estratégicos que ganan conciencia sobre la necesidad de apostar por nuevas tecnologías que hagan competitiva y sostenible su actividad. En este sentido, la explosión de la Inteligencia Artificial, a la que aún asistimos como espectadores atónitos en pleno 2023, no hace sino corroborar que el futuro de las empresas pasa por la innovación y la automatización de procesos.

Resulta difícil reflexionar sobre disrupción digital y no hacerlo poniendo los ojos en nuestra tierra. El País Vasco lo tiene todo para posicionarse como una referencia internacional en este ámbito gracias a que cuenta con un ecosistema empresarial privilegiado, fruto del trabajo de muchos años apostando por una fuerte base tecnológica, inversión en I+D+i y competitividad sectorial.