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Celedón se queda confinado y deja a Vitoria sin fiestas por segundo año consecutivo: “Tengo la esperanza de que el año que viene sí”

“Procedemos a cerrar ya la plaza”, comunicaba por la emisora interna un mando a las 16.31 horas a todos los agentes de la Ertzaintza y de la Policía Local de Vitoria desplegados en cada uno de los accesos de la plaza de la Virgen Blanca. Como en 2020, el 4 de agosto de 2021 la COVID-19 ha obligado a suspender la multitudinaria bajada de Celedón y, en general, el grueso del programa de las fiestas de La Blanca. “Tengo la esperanza de que el año que viene sí, aunque también todos decíamos el año pasado que en 2021 iba a ser posible…”, lamenta al otro lado del teléfono Gorka Ortiz de Urbina, quien ha encarnado en 19 ocasiones al aldeano de Zalduondo y que encara estos días tan simbólicos para la capital vasca con cierto vacío interior. Por segunda vez seguida, se ha quedado confinado.

Siguiendo las instrucciones, los policías han ido montando un vallado metálico que ha perimetrado la plaza y que cortaba todas sus entradas: la de la calle del Prado, la de Siervas de Jesús, la de General Loma, la de Postas, la de Mateo Moraza, la del Machete, la de Los Arquillos, la de la plaza de España y también las tres del Casco Viejo, Correría, Zapatería y Herrería. Eso sí, antes, desde por la mañana, había ya otro perímetro alrededor del monumento a la batalla de Vitoria. En la zona había una decena de furgonetas de la Ertzaintza, que ha desplegado efectivos de la Brigada Móvil (antidisturbios), y de la comisaría de Vitoria. Algunos portaban armas largas. Eran claramente superiores en número a los del cuerpo municipal. “No han reforzado el turno”, explicaban agentes de servicio en la zona. El operativo ha durado hasta las 19.00 horas (y se repetirá en la noche del 9 de agosto ante la suspensión de la subida de Celedón que suele suponer el final de la semana grande).

El alcalde de Vitoria, Gorka Urtaran, reconocía en algunas entrevistas concedidas a medios locales que él esperaba “recuperar algo” del programa tradicional este 2021. Pero la nueva ola del coronavirus, la que en Euskadi ha alcanzado los niveles de incidencia más altos de toda la pandemia, ha hecho que incluso se hayan suprimido algunos actos ya previstos, como las salidas de la comparsa de gigantes, cabezudos y reyes, caballos y sotas de la baraja de Heraclio Fournier. Su mirada ya se posa en 2022. “Vamos a decirlo con la boca pequeña”, frena Ortiz de Urbina, Celedón.

A las 18.00 horas, la plaza de la Virgen Blanca estaba totalmente vacía con excepción del tránsito de vecinos o transporte público y taxis, que sí estaba permitido. Antes, en el momento del cierre, la actividad era la habitual en una tarde de verano de un día con una meteorología cambiante. Algunos turistas, de Bélgica o de Madrid y a los que les unía un mapa de la ciudad en la mano, se han topado con el operativo especial de manera fortuita. Muchos vitorianos, en cambio, eran conscientes de lo simbólico del cierre. Otros han vivido el momento desde las terrazas de la cercana plaza de España.

Sin terrazas en la Virgen Blanca, muchas reservas alrededor

Muchas estaban llenas, pero no las de la Virgen Blanca, que a las 15.00 horas han tenido que recoger las mesas y sillas como parte del protocolo del Ayuntamiento para evitar aglomeraciones en las inmediaciones, que otros años hubieran estado colapsadas recibiendo a Celedón. Uno de esos locales es el restaurante Virgen Blanca, donde se quejan del ‘cerrojazo’ mientras revisan el libro de reservas: “La gente nos llama pidiendo terraza y al decirle que no tenemos acaban yéndose a un bar donde puedan comer fuera. No podemos estar sirviendo comidas y recoger la terraza al mismo tiempo”. Creen que la medida va a provocar que “den menos menús” que los días previos y que en los primeros turnos “habrá muy pocas personas”.

Donde sí han llenado el libro de reservas es en el perretxiCo, en la calle de San Antonio. A las 11.09 horas el teléfono sonaba tres veces seguidas. “Para hoy tendría pronto o a las 15.15”, explicaba la camarera a un lado del auricular. Para las 12.00 ya no quedaban bocadillos de jamón en la barra, donde los pintxos han ido desapareciendo a medida que los turistas se acercaban a tomar el aperitivo antes de la hora de comer. “Para hoy y para mañana, comidas y cenas, tenemos ya todo completo. Desde el lunes se nota que ha venido mucha gente de fuera y a veces se forma una cola en la puerta. La gente está respondiendo muy bien, dentro de lo que cabe y aunque no lleguen a ser fiestas como tal”, cuenta el encargado. También cree que “no cuesta nada” llenar el local “cuando el aforo está reducido al 35%”, una de las nuevas restricciones aprobadas por la mesa de crisis de la emergencia sanitaria (conocida como Labi) el 22 de julio y que entró en vigor el día 26. “Es muy complicado, pero intentamos dar dos turnos porque los clientes no quieren comer demasiado pronto ni tampoco muy tarde, aunque sí se nota más movimiento que el año pasado”, añaden en el perretxiCo.

-¿Qué quiere tomar señor?

-Un marianito.

En el bodegón Gorbea, en el Casco Viejo de Vitoria, no hacen reservas. “Según se vaya llenando, servimos”, explican. Están descontentos con la temporada estival porque “no está viniendo mucha gente” y “los que son de aquí se han ido de vacaciones”, y no auguran una mejora los próximos dos días. “Para las fiestas esperamos cero. Siempre cae algún que otro turista, pero no le damos mucha vida”, se quejan. El encargado confiesa estar “preocupado de verdad” por las condiciones que les “exigen”, algo que considera “injusto”. “Que el alcalde diga que tenemos que ser prudentes...no estoy para criticar, pero para nada estoy satisfecho. El ciudadano de a pie está olvidado, no hay movimiento”, concluía mientras servía el marianito.

Óscar, del restaurante Arkupe, en la calle de Moraza, un enclave que otros años estaría invadido por vitorianos y turistas, también tiene las reservas completas, pero se queja de la reducción de aforo. “Reservas hay y estos días (los dos primeros de las no fiestas) se va a trabajar bien, pero ya se sabe...con las historias que nos tienen puestas se hace lo que se puede”. La capacidad del local es para 110 personas y ahora atienden a unas 40 por servicio: “Si no puedes meter a la gente en barra, encima se pone a llover y no puedes sacar la terraza...un lío”. A las 12.20 ya estaban trabajando en la cocina y los primeros rayos de sol, después de una mañana de paraguas y nubes, empezaban a despuntar.

Lo que no está claro es si este 2021 en Vitoria se verán los trajes de neska y blusa, aunque en Santiago sí se apreciaron algunos. Confecciones Pinedo es el punto más tradicional de venta de estas prendas. A media mañana no había nadie en la tienda y las perchas, otros años llenas de faldas y chalecos, resistían con los modelos del año pasado en la parte de atrás del local. “Hay muy poco movimiento y no hemos podido hacer pedidos. La producción se ha parado y los proveedores no presentan nuevas colecciones y tampoco podemos aventurarnos a pedir más material”, se queja Ana. Recuerda que otros años “para estas alturas” ya tenían “toda la tienda llena” y que, aunque “las ganas de vestirse se han notado” y la “costumbre se mantiene”, la demanda “no tiene nada que ver”. 

A las 18.00 horas, San Miguel ha campaneado como cada tarde. No ha habido cohete anunciador, ni siquiera el cable por el que baja Celedón estaba instalado. La plaza vacía ha hecho consta que en 2021 el aldeano no tiene ni casa nueva ni ventana ni balcón. En algunas calles cercanas ha habido aplausos y gritos, pero la ciudad pronto ha regresado a su nueva normalidad de mascarillas, control de aforos, pruebas PCR y vacunas.

elDiario.es/Euskadi

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