A pesar de las medidas preventivas que ayuntamientos, gobiernos autonómicos y el Gobierno central recomiendan a raíz de la situación de emergencia sanitaria en el país provocada por el coronavirus, muchos vascos han hecho caso omiso y se han trasladado sobre todo a la zona de Cantabria, lugar en el que tienen una segunda vivienda. Una vez allí, lejos de quedarse en casa ante el peligro de contagio del neovirus, los alcaldes de pueblos cántabros como Noja, Laredo o Castro se han quejado de que, a su llegada, los ciudadanos vascos y de otras provincias que han ido llegando están confundiendo la situación con “unas vacaciones”.
“Algunos están aquí como si fuera Navidad”, se ha lamentado la alcaldesa de Comillas, Teresa Noceda, en declaraciones a El Diario Montañés. Respecto a las nuevas medidas acordadas por el Gobierno de Cantabria, el consejero de Sanidad ha señalado que ante el cierre educativo en zonas de riesgo, como Madrid o Euskadi, piden a las personas que se desplacen a la comunidad autónoma a sus segundas residencias que “reduzcan en 72 horas sus contactos sociales”.
“Que se controlen y ante el menor síntoma, hagan la mínima vida social posible, y mejor si están recluidos en sus domicilios durante 72 horas”, ha recalcado Miguel Rodríguez, subrayando que se trata de una “medida preventiva” que no debe servir para “estigmatizar” a estas personas. “Existe un riesgo de transmisión y nuestro objetivo es que se produzca el menor número de casos”, ha explicado.
Sin embargo, la situación es otra. Poco más de 30 kilómetros separan Bilbao de Castro Urdiales, una localidad costera a la que los vascos suelen acercarse en vacaciones para descansar unos días. Este viernes, en la carretera que conecta ambos puntos bordeando el Cantábrico, se llegaron a registrar retenciones de hasta 6 kilómetros. “Parece agosto, vienen a sus segundas casas como si fueran unas vacaciones normales”, lamenta un joven natural de la localidad. “La gente que llega sigue preguntando por planes familiares y en cualquier momento se les puede ver volviendo del monte o tomando olas”, añade. Al caer el sol, como si fuese una noche de viernes cualquiera, se celebraron fiestas en los garitos habituales. Y, siguiendo la línea de la costa, la estampa no cambia mucho unos kilómetros al oeste. En el acceso a Noja también hubo retenciones este viernes y las playas estuvieron concurridas.
Los naturales de las dos localidades apuntan, en gran medida, a la irresponsabilidad de los vascos, al llegar procedentes de una región con algunos focos de contagio importantes. “Pero también ha vuelto gente que estudia en Madrid y se marchó de allí en cuanto se empezó a complicar la situación, y eso también es irresponsable”, señala el joven de Castro.
Carlos y Ana son una pareja de jubilados de Bilbao que lleva desde el jueves en Noja. “Venimos todos los fines de semana y, hasta ahora lo cierto es que hemos salido a la calle como si nada. Hoy ya nos hemos empezado a preocupar por el cierre de bares y eso y veremos si mañana nos volvemos a Bilbao o nos quedamos aquí estas semanas”, señala Carlos.
En Cantabria se ha decretado la suspensión desde las 00.00 horas del domingo de todas las actividades en centros deportivos, culturales, religiosos, artísticos, recreativos, de espectáculos y ocio y, a partir de las 12.00 horas del sábado, también las de establecimientos de hostelería y restauración, salvo los servicios de preparación y distribución de comida a domicilio. Con la medida anunciada este sábado por el Gobierno, de que a partir del lunes se limitan los movimientos en todo el territorio nacional para contener el coronavirus, los vascos que actualmente se encuentran en Cantabria tendrán que decidir en las próximas horas si prefieren regresar a sus hogares o, por el contrario, quedarse donde están. Eso sí, respetando las medidas para evitar la propagación del virus que ha sumido al país a un estado de alarma.