Este blog pretende unir cine y memoria histórica destacando aquellas producciones que pueden promover una reflexión en el lector, enlazar con las biografías de nuestro proyecto 'Fighting Basques' y mostrar otros materiales relacionados con el audiovisual, incluyendo proyectos más modestos, como los propios de la Asociación Sancho de Beurko, cine amateur, etc. El lector podrá encontrar artículos con análisis cinematográfico y crítica siempre bajo el prisma de la memoria de la generación del período 1936-1945. Puedes leer aquí más contenidos de 'Fighting Basques'.
'Sordo' (Alfonso Cortés-Cavanillas, 2019): La caza sin cuartel del maquis se convierte en un 'spaguetti western'
En estas fechas se cumple el 79º aniversario de la llamada operación Reconquista de España, la más importante llevada a cabo por la guerrilla antifranquista, que tuvo su epicentro en la Vall d'Aran (Lleida) del 19 al 24 de octubre de 1944 y fue precedida por varias infiltraciones en zonas de Girona, Huesca y Navarra, contabilizando entre 4.000 y 5.000 combatientes que se encontraban en Francia formando parte de varias brigadas bajo control de la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE).
Esta organización, cuyo líder era el pamplonés Jesús Monzón Reparaz, seguía consignas de la Unión Nacional Española (UNE), liderada por el Partido Comunista de España (PCE), que se empeñaría en sostener la lucha armada en España manteniendo, incluso después de la Segunda Guerra Mundial (SGM), una postura maximalista que le acabaría alejando del resto del exilio republicano. Los enfrentamientos se sucedieron por toda la frontera y provocaron la reacción fulminante del régimen, que reunió en los Pirineos unos 50.000 hombres sin que hubiese, a pesar de lo que esperaba Monzón, ninguna reacción significativa de la población civil (que fue francamente hostil en algún caso), ni mucho menos de las fuerzas aliadas, que no contemplaban una intervención contra el Gobierno del general Francisco Franco. Finalmente, fracasarían estas operaciones y el grueso de la fuerza se retiraría a sus bases de partida, pero la lucha se prolongaría por todo el país algunos años más. El pragmatismo de la 'realpolitik' y la nuevas alianzas de la Unión Soviética (URSS) acabarían frenando el entusiasmo de estos grupos guerrilleros que habían surgido al final de la SGM tanto en Francia como en Italia (1). A partir de entonces, los que había en España serían acosados y perseguidos sin cuartel, principalmente por la Guardia Civil.
Si bien estas operaciones de la Vall d'Aran han sido tratadas por el cine documental en varias ocasiones (2), no ha sido así en la ficción, que solo lo ha hecho en una ocasión y muy tangencialmente en la película 'Sordo' (Alfonso Cortés-Cavanillas, 2019). El filme comienza con un texto que nos introduce en la historia, pero lo hace de modo un tanto confuso al aludir a la infiltración de grupos guerrilleros en la frontera “meses antes”, cuando sabemos que durante el verano de 1944 los guerrilleros españoles en Francia se encontraban combatiendo al Ejército alemán. Esta cuestión queda definitivamente aclarada al comienzo de la acción, que nos presenta precisamente a “una de esas partidas guerrilleras” en una zona sin concretar del Pirineo el 8 de octubre de ese año, fecha que si se corresponde con las primeras infiltraciones en el País Vasco y Navarra. A continuación sucede una escaramuza que nos muestra a un Imanol Arias en el papel de un veteranísimo sargento al mando de un pelotón de soldados de reemplazo emboscando y siendo emboscado a su vez por unos maquis de la UNE, cuya estética se nos asemeja más al guerrillero castrista de Sierra Maestra de finales de los años 50, con pelos y barbas de haber estado bastante tiempo en el monte que no se corresponden con las imágenes que tenemos de estos grupos acantonados al final de la SGM en las localidades fronterizas del lado francés. Poblaciones en las que esperaban la oportunidad de pasar al otro lado bajo la cobertura (que no les hacía falta en exceso, ya que el gobierno de Charles De Gaulle no controlaba aún su vertiente de los Pirineos) de trabajar de leñadores en los llamados 'Chantiers', explotaciones forestales auspiciadas por las organizaciones antifranquistas para servir de refugio a los perseguidos y de base a los grupos armados (3).
Pronto descubrimos que este aspecto sucio y descuidado de los maquis (por ejemplo, la boina que un vasco como el actor Asier Etxeandia se pone de cualquier manera) no es casual ni denota dejadez del departamento de vestuario, sino que es algo buscado para acentuar una estructura narrativa que conecte con el estilo de 'spaghetti western' que impregna toda la cinta, cuyo guion se basa en la novela gráfica homónima de Rayco Pulido y David Muñoz, quienes han creado al protagonista: un guerrillero llamado Anselmo Rojas que pierde el oido a consecuencia de una explosión y se ve abocado a una huida en soledad acosado por sus propios fantasmas y un enemigo implacable (4). Pero el cómic tiene una absoluta libertad creativa para mostrarnos a los personajes a través del dibujo que los caricaturiza de la que carece el cine y, precisamente por ello, esperábamos para esta producción de época un vestuario bastante más realista que ver reproducido el arquetipo de revolucionario sudamericano que todos tenemos en mente, aunque hemos de reconocer que este maquis que se nos presenta de modo bastante esquemático conecta bien con la novela gráfica en la que se inspira. También constatamos alguna concesión a la fidelidad histórica al equipar a los contendientes con una mezcla de materiales alemanes y británicos de la SGM (cantimploras, cartucheras y armas como los subfusiles Sten y Mp 40, propias de los maquis procedentes de Francia) y españoles en el caso del ejército regular (uniformes de inmediata posguerra, correajes de reglamento 1943, fusiles del tipo “Mauser” y subfusiles “Coruña”), pero los personajes más secundarios y los extras no están debidamente tratados y se echa en falta la asesoría de especialistas en recreación histórica, algo que se hace en no pocas producciones cinematográficas, aunque no siempre se les escuche.
Sin embargo, no piense el lector que hay fraude alguno en esto, ya que, como dice el propio Etxeandia, “el filme no habla del maquis ni de lo que pasó tras la Guerra Civil. Eso es tan solo el marco en el que se desarrolla la historia y la excusa para contar mucho más. Más bien se trata (de) un 'western 'y algo nuevo y diferente” (5). En consonancia con esta estética atrevida y transgresora, los pelos y las barbas de algunos actores nos llevan más hacia los años 60 de aquellas películas rodadas en Madrid o en Almería que a la frontera franco-española de 1944. Obviamente, es lo que se pretendía, como señala el propio director Alfonso Cortés-Cavanillas, quien “siempre había querido hacer una película del Oeste en España” (6). Pero cuando ambos fueron entrevistados durante la campaña de promoción de 'Sordo' poco imaginaban que todo este atrevimiento trufado de anacronismos a la hora de abordar la temática de la Guerra Civil española y la posguerra como marco de una película a lo Tarantino acabaría creando tendencia con 'Malnazidos' (Alberto del Toro y Javier Ruiz Caldera, 2022), que sigue este camino de violencia hasta llevarlo a límites de auténtico paroxismo y sin pretensión histórica alguna ni en vestuario ni en nada.
Como habrá quien alegue que nadie se fija en los detalles del vestuario (de hecho, ningún crítico de cine ha comentado nada al respecto), proponemos al lector que compare las imágenes de 'Sordo' con las de los auténticos maquis de la UNE que acompañan a este artículo y las del 78º Aniversario de la Operación Reconquista en escenarios naturales de la Vall d'Aran, que fueron posibles gracias al trabajo de los grupos de recreación de las asociaciones Primera Línea y Sancho de Beurko y tuvieron amplio eco en distintos medios y redes sociales. De este modo, nuestra propuesta de hoy pasa por convertirnos en espectadores de un modo activo para contribuir a luchar contra el olvido deconstruyendo la imagen de la guerrilla antifranquista que refleja 'Sordo'. Un entretenido ejercicio que podemos hacer durante todo el visionado de la cinta, si aún no la hemos visto o nos apetece verla de nuevo.
Nos reservamos para otra ocasión el hablar de películas como 'Silencio roto' (Montxo Armendariz, 2001), 'El laberinto del fauno' (Guillermo del Toro, 2006) o la reciente 'Maquis, el silencio (CODA)' (Rubén Burén, 2020), que también sirven a los fines de la memoria y se suman a la trilogía de películas sobre esta temática que habían sido producidas tras la muerte del dictador: 'Los dias del pasado' (Mario Camus, 1977), 'El corazón del bosque' (Manuel Gutiérrez Aragón, 1979) y 'Luna de lobos' (Julio Sánchez Valdés, 1986). Tuvieron que pasar muchos años para que, parafraseando el título de la película de Armendariz, se comenzase a romper el silencio impuesto por el franquismo. Un silencio que ocultó la lucha utópica de aquellos hombres y mujeres comprometidos que habían derrotado a los nazis en Francia y al volver voluntariamente a España para fusionarse con otros, formando grupos que seguían consignas del PCE, se vieron reducidos por el régimen al estatus de bandoleros, es decir, simples delincuentes sin historia.
Para nosotros, el referente en la composición de escenografía histórica siempre han sido las producciones británicas, en las que son tan importantes el binomio entre el director y el diseñador de vestuario (7). Esto garantiza un resultado que puede verse en series como 'Downton Abbey' (2010) o 'Bridgerton' (2020) y en películas como la extraordinaria Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975) o más recientemente 'Orgullo y prejuicio' (Joe Wright, 2005) y '1917' (Sam Mendes, 2019), demostrando en estas cuestiones un respeto por la historia propia del que desgraciadamente aún está lejos el cine español en su conjunto. Pero más allá de esto, quizás debiéramos plantearnos que si 'Sordo' propone una estética 'sui generis' por tratarse de un 'spaguetti western' por qué empeñarse en ambientarlo en el período inmediatamente posterior a la Guerra Civil. Y es que a través de esta estética atrevida se abogaba decididamente por la memoria desde el principio de su campaña de promoción, provocando una interacción con el espectador que se apoyaba en el formato de cómic animado o 'motion comic' para presentarnos a los personajes a través de una serie de teasers que no dejaban lugar a dudas
La historia del guerrillero sordo y su metáfora de una España que no puede (o no quiere) escuchar a la otra si refleja fielmente la realidad de esta lucha en una sola cosa: el estado de violencia sin cuartel que se desató contra el maquis por parte de la dictadura militar de Franco “hasta su total aniquilación”, parafraseando el libro sobre la operación Reconquista de Francisco Martínez de Baños (8). Gracias a las investigaciones sobre el destino de las diversas partidas desplegadas por buena parte de la geografía española sabemos que, como dice José Antonio Jiménez Cubero, “las fuerzas represivas de la dictadura usaban cuantos medios estaban a su alcance para dar caza y muerte a los guerrilleros” (9). Sin embargo, si aún no has visto esta película no temas porque no haremos 'spoiler' sobre el destino de nuestro protagonista -que nos es presentado como un maestro de escuela, mientras que en el cómic era un estudiante que aspiraba a serlo-, a quien Cortés-Cavanillas define como “un hombre bueno que cree en la libertad” (10). El filme ahonda en esta descripción del personaje al mostrarnos multitud de matices que nos llevan a admirarle en su desesperación, permitiéndonos conocer la mayor parte de sus circunstancias personales de un modo que el cómic (lógicamente) no puede. Contribuye a ello la excelente interpretación de Etxeandia, que transmite convincentemente esta imagen de humanista (antítesis de la de su amigo y compañero Vicente Roig-Hugo Silva), reclamando un espacio de dignidad en medio de la desesperación que ni siquiera puede ahogar una naturaleza bellísima y cruel, acentuada por la excelente fotografía de Adolpho Cañadas.
Aunque la narrativa se impregna de los silencios como en el cómic, mostrándonos el miedo que siente Anselmo en su huida, la película se aleja bastante de este al introducirnos una serie de nuevos personajes en el bando franquista que dan mayor interés y complejidad a la trama como el descreído sargento Castillo (Imanol Arias), el sádico capitán Bosch (Aitor Luna), que con su carabina Winchester se nos asemeja al Ethan Edwards que persigue implacablemente a los comanches en 'Centauros del desierto' (John Ford, 1956), o la mercenaria rusa Darya Sergéevich Volkov (Olimpia Melinte), cuyo rol es de un anacronismo absoluto y poco creíble que se nos presenta matando al ritmo del pasodoble 'En tierra extraña'. Sin embargo, se mantiene el de Rosa Ribagorda (Marian Álvarez), que constituía junto a Roberto (Vicente en el filme) y el propio Anselmo una suerte de triángulo amoroso que era el eje fundamental de la historia que nos proponía la novela gráfica, conformando un relato donde los tres habían unido sus vidas, abocadas hacia un destino trágico e inexorable. Producida por La Caña Brothers y rodada en bellas localizaciones naturales de Cantabria, 'Sordo' tiene ritmo, está excelentemente rodada y nos muestra un gran trabajo técnico, pero la inclusión de anacronismos con el ánimo de transgredir los límites del género hace que cruce algunas líneas rojas que a nosotros nos han acabado sacando de la trama. Y es que no es nada fácil emular a Tarantino. Se estrenó en el Festival de Málaga de 2019, donde fue nominada al premio a la mejor película, y recibió el Premio Especial del jurado de los Feroz en el año 2020.
En estas fechas se cumple el 79º aniversario de la llamada operación Reconquista de España, la más importante llevada a cabo por la guerrilla antifranquista, que tuvo su epicentro en la Vall d'Aran (Lleida) del 19 al 24 de octubre de 1944 y fue precedida por varias infiltraciones en zonas de Girona, Huesca y Navarra, contabilizando entre 4.000 y 5.000 combatientes que se encontraban en Francia formando parte de varias brigadas bajo control de la Agrupación de Guerrilleros Españoles (AGE).
Esta organización, cuyo líder era el pamplonés Jesús Monzón Reparaz, seguía consignas de la Unión Nacional Española (UNE), liderada por el Partido Comunista de España (PCE), que se empeñaría en sostener la lucha armada en España manteniendo, incluso después de la Segunda Guerra Mundial (SGM), una postura maximalista que le acabaría alejando del resto del exilio republicano. Los enfrentamientos se sucedieron por toda la frontera y provocaron la reacción fulminante del régimen, que reunió en los Pirineos unos 50.000 hombres sin que hubiese, a pesar de lo que esperaba Monzón, ninguna reacción significativa de la población civil (que fue francamente hostil en algún caso), ni mucho menos de las fuerzas aliadas, que no contemplaban una intervención contra el Gobierno del general Francisco Franco. Finalmente, fracasarían estas operaciones y el grueso de la fuerza se retiraría a sus bases de partida, pero la lucha se prolongaría por todo el país algunos años más. El pragmatismo de la 'realpolitik' y la nuevas alianzas de la Unión Soviética (URSS) acabarían frenando el entusiasmo de estos grupos guerrilleros que habían surgido al final de la SGM tanto en Francia como en Italia (1). A partir de entonces, los que había en España serían acosados y perseguidos sin cuartel, principalmente por la Guardia Civil.