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Cómo combatir la mutilación genital femenina desde Euskadi sin prejuicios: “No es lejano, tenemos casos aquí”

Conferencia sobre la mutilación genital femenina en Bilbao

Maialen Ferreira

Bilbao —

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“No todas las mujeres que sufren mutilación genital femenina son negras ni todas las negras sufren mutilación genital”. Esa es la primera aclaración que realiza Mbaye Gil, activista de la asociación Sunu Gaal y enfermero de Osakidetza cuando habla de la atención que se realiza a estas mujeres en los hospitales vascos. “Contamos con un protocolo, pero es fundamental que los sanitarios atendamos a los pacientes desde la calidad y la calidez, sin racismo ni prejuicios. La realidad de Euskadi ha cambiado y con esa interculturalidad tenemos que ser conscientes de que gran parte de los pacientes son extranjeros. Tenemos que tener una atención centrada en cada uno de ellos”, sostiene Gil.

El protocolo al que se refiere se trata de una guía conjunta realizada entre Osakidetza, el Instituto Vasco de la Mujer (Emakunde) y el Gobierno vasco para difundir el conocimiento que hoy se tiene sobre la mutilación genital femenina y recomendar pautas de actuación a los profesionales sanitarios y sociosanitarios de Euskadi que trabajan con comunidades de inmigrantes procedentes de países donde se llevan a cabo estas práctica. Desde las instituciones vascas, según explica Gil, se pusieron a trabajar en ello en 2012 cuando detectaron el primer caso de mutilación genital en una mujer que dio a luz en un hospital de Euskadi.

El objetivo es atender a las mujeres que ya han sufrido esta práctica, pero sobre todo, evitar que siga produciéndose, tanto en Euskadi como cuando los padres viajan con la menor. En este sentido, la activista y creadora de la asociación Save a Girl Save a Generation Asha Ismail recalca que “no solo hay que estar atento cuando viajan a su país ni cuando las personas son africanas”. “Se trata de una violencia global y así debemos verlo. No ocurre solo a las mujeres negras o musulmanas, hay datos de que ocurre en 92 países y solo 28 de ellos son africanos. Hay miles de casos en Colombia, Indonesia, India, Oriente Medio y hasta en Estados Unidos. Tampoco hay que alarmarse solo cuando se vuelve al país de origen, hay casos en los que la mutilación genital se hacía de forma clandestina en Francia o de familias que viajan a otros países que no son el suyo para realizarla”, alerta.

Tampoco hay que presuponer que todas las mujeres negras conocen esta realidad. “En una de las formaciones que he dado en Euskadi, desde las instituciones avisaron a diez mujeres de Kenia para acudir a ellas. Vinieron y ninguna había pasado por esto ni conocía la realidad. Me dijeron que habían aprendido mucho en Bilbao sobre mutilación genital, mucho más que en sus países”, sostiene con ironía la activista.

A Asha Ismail y a Mbaye Gil les unen décadas de activismo y, en concreto, de lucha por acabar con la mutilación genital femenina, pero este martes también les han unido las jornadas 'Entender para actuar' que se han celebrado en la sala Bilborock de Bilbao dentro de la gira de 'Rompedoras', un cuento para visibilizar la mutilación genital femenina a través de su historia impulsado por la Asociación Más Mujeres que narra la historia de Asha Ismail.

El Ayuntamiento de Bilbao ha detectado casos de mutilación genital femenina en 11 familias residentes en la capital y 170 mujeres y 39 hombres africanos han sido formados para su prevención

Junto a ambos han estado presentes durante las jornadas la hija de Asha, Hayat Traspas, también activista contra la mutilación genital femenina y creadora con su madre de la asociación Save a Girl Save a Generation, Cristina González, de la asociación Médicos del Mundo de Vitoria, Goizane Mota, responsable del Programa Integral de Prevención de la mutilación genital femenina del Ayuntamiento de Bilbao y Oihana Etxebarrieta, partalemtaria de EH Bildu y representante del Intergrupo sobre Derechos Sexuales y Reproductivos del Parlamento Vasco.

Desde el Ayuntamiento de Bilbao, Goizane Mota destaca la labor que se realiza en cuanto a detección de este tipo de violencias en personas residentes en la capital. Las acciones que llevan a cabo desde el Programa Integral de Prevención se basan en la capacitación, la acción interseccional y la formación. Hasta la fecha han capacitado y empoderado a 170 mujeres africanas y a 39 hombres africanos. Han acompañado y seguido los casos de 11 familias en las que han detectado casos de mutilación genital femenina y han realizado sesiones informativas en el Hospital de Galdakao, el Hospital de Basurto, en centros educativos y en la Policía Municipal, según detalla Mota. “Los datos que tenemos arrojan que el perfil de víctima de mutilación genital femenina es el de una niña nigeriana, pero entre los 11 casos que hemos visto y seguido de cerca en Bilbao solo hay una nigeriana, la mayoría son de Mali”, recalca.

A pesar de celebrar que desde un Ayuntamiento se realicen este tipo de iniciativas y se recojan datos, Hayat Traspas sostiene que es importante no centrar esta problemática exclusivamente a las comunidades africanas, porque ello puede contribuir a que “haya casos que no veamos”. “Si solo nos enfocamos en las personas negras o musulmanas podemos llegar a quitar el foco a personas que nos necesitan y no son africanas. Todas las mujeres que han pasado por la mutilación genital femenina deben tener nuestro apoyo y ese apoyo debe darse desde el respeto, sin juicios y desde el acompañamiento”, indica la activista.

Otra de las problemáticas de relacionar la mutilación genital femenina con las mujeres negras es, como aclara Mbaye Gil, que los profesionales sanitarios que son formados en este tipo de violencia cada vez que ven una niña negra “se alarman”. “Es muy importante que los profesionales reciban formación en mutilación genital femenina porque cada vez que llega una niña negra a consulta o al hospital hay algunos que se alarman y ya directamente creen que existe el riesgo de que haya pasado por la mutilación genital femenina. Y no es lo mismo una niña de la etnia somalí en Kenia que una de Congo o de Senegal. Tampoco me parece correcto que me llamen a mí cada vez que haya un caso o alguna duda porque puede que ese paciente no quiera que yo, que no soy el profesional que le atiende, me entere de lo que le ocurre y porque solo por el hecho de ser negro y él o ella también no tenemos por qué hablar el mismo idioma”, critica.

Si solo nos enfocamos en las personas negras o musulmanas podemos llegar a quitar el foco a personas que nos necesitan

Por su parte, Cristina González sostiene que una de las claves y retos para acercar esta realidad a la población que la desconoce y en la que desde Médicos del Mundo basan parte de su trabajo es la educación. “A través de formaciones hemos llegado a personas que desconocían la mutilación genital femenina o a aquellas que la han sufrido. Es importante entender que muchas veces no es útil abordar las charlas con ese título, porque puede llegar a asustar. Por ello consideramos más adecuado hablar sobre sexualidad en general y después dedicar un tiempo a abordar el tema. También debemos entender que no todas las mujeres que han vivido la mutilación genital están en el mismo punto o lo han vivido de la misma manera”, detalla González, tras explicar que en alguna ocasión a la hora de ofrecer este tipo de conferencias les han negado la posibilidad argumentando que las mujeres que viven este tipo de violencia “son muy pocas”. “Debemos tocar muchas puertas y estar ahí porque en cuanto haya un caso seguro que nos llaman. Ese es el problema, que la atención no debe ser a posteriori, debemos prevenir que ocurra”, comenta.

Todos ellos coinciden en que sin voluntad política ni financiación su labor es mucho más complicada. Por ello, Oihana Etxebarrieta, parlamentaria vasca reconoce que la labor de las instituciones y los diferentes organismos es fundamental. A modo de ejemplo detalla que la nueva Ley Vasca de Igualdad aprobada en 2022 y que viene a renovar la anterior creada en 2005 supone un “avance en materia de derechos de las mujeres y abarca por primera vez la mutilación genital femenina”. “La renovación de la Ley de Igualdad ha sido un punto de partida en el que los distintos grupos del Parlamento Vasco dejamos nuestras diferencias a un lado y trabajamos para conseguir una normativa más justa. Cuando hablamos de violencias machistas, en plural, lo que debemos hacer es no permitir dar ningún paso atrás, frente a los discursos que lo que buscan es negar esas violencias o en el caso de las violencias sufridas por personas migrantes, criminalizar a estas personas y crear políticas feministas”, indica.

La jornada 'Entender para actuar' se ha celebrado en el marco de la presentación de la presentación de 'Rompedoras', un cuento para visibilizar la mutilación genital femenina. Además de ello, durante la visita de las activistas a Euskadi realizarán presentaciones en librerías y darán charlas a adolescentes en institutos para acercar la historia de Asha Ismail y Hayat Traspas a la población vasca. La escritora catalana Anna Maria Porté ha sido la encargada, junto a la ilustradora Sara Fratini de llevar al cuento la historia de Asha Ismail. “Escribir 'Rompedoras' para mí ha sido un regalo. Hemos trabajado horas y horas para poder crear este pequeño paso para acercar a la gente la mutilación genital femenina y lograr concienciar, enseñar y apoyar esta causa. Se trata de un cuento que no es fácil, pero que pueden leer los niños y niñas a partir de los 13 años y, con compañía de sus padres y madres los que tengan menos edad también. Es importante entender más allá de los mitos, que la mutilación genital femenina es solo un síntoma del machismo de una sociedad que ataca a las mujeres de distinta forma. Las mutila, las viola o las mata como vemos cada tres días en España”, detalla Anna María Porté. A estas palabras Hayat solo tiene una frase que añadir para resumir la razón por la que han decidido acercar su historia a los menores de edad: “El machismo es una enfermedad que se cura desde el pañal”.

'Rompedoras' es el tercer cuento de la colección Valientas de la Asociación Más Mujeres después de 'Protectoras', la historia de mujeres indígenas perseguidas por luchar contra grandes empresas para salvar el medio ambiente y 'Poderosas', la historia de las guatemaltecas víctimas de violencia a las que el teatro convirtió en supervivientes. 'Rompedoras' no es un libro que busca tratar el drama de la mutilación genital, sino que se enfoca en lo positivo. “Queremos que los lectores se queden con el hecho de que las mujeres que tejen redes entre ellas pueden cambiar su realidad y la de muchas más. Asha consigue romper el silencio y gracias a ello, su hija no ha vivido la misma suerte que ella. Es un cambio que viene con una nueva generación, más concienciada gracias al trabajo de mujeres de generaciones anteriores”, asegura Cristina Alba, miembro de Más Mujeres. El libro finaliza con la propia Asha invitando a los lectores a caminar con ella. “Mi historia está escrita en mis pies. ¿Caminas conmigo?”.

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