El vaivén de los aforos en teatros, cines y museos en Euskadi no ha cesado desde el inicio de la pandemia. El último golpe restrictivo ha tenido lugar esta semana, cuando para hacer frente al aumento de contagios, que ha llegado a sus cifras más altas de lo que va de pandemia, ha entrado en vigor la nueva normativa que limita a un 35% el aforo de interiores de locales tanto culturales como hosteleros. Una medida que para la cultura vasca puede llegar a ser la gota que colma el vaso de su recuperación económica.
Javier Echaguibel es gerente de los cines Gorbeia y Florida de Vitoria-Gasteiz y si bien contaba con la esperanza de que los días lluviosos de este verano sus salas se llenaran de espectadores prácticamente como antes de la llegada del coronavirus, las nuevas normas han menguado su optimismo. “Desde el punto de vista psicológico es desmoralizante. De un 50% se pasó a un 60% y que a estas alturas baje a un 35% es un palo. Personalmente considero que ha habido una discriminación a este sector. Ahora que ya había películas es muy negativo que reduzcan los aforos y más en verano, que en esos días que hace malo conseguimos recuperar lo de una semana. Somos los olvidados, salvo que haya algún premio o reconocimiento público la cultura está en el cajón de los olvidos”, lamenta Echaguibel.
Salvo que haya algún premio o reconocimiento público la cultura está en el cajón de los olvidos
Este gerente asegura que las pérdidas económicas han sido “terribles”, en una industria que es “totalmente segura”. “Hemos recibido más de 100.000 personas y no hemos tenido ningún aviso. Hacemos inspecciones, pero no hemos recibido ningún aviso de contagio, ni nosotros ni nuestro entorno. Trabajamos con disciplina y calidad tanto en las instalaciones como en el servicio que ofrecemos”, confirma a elDiario.es/Euskadi.
Menos suerte han corrido desde ABAO Bilbao Ópera, que a raíz del coronavirus se han quedado a las puertas de reproducir su programación por la reducción de aforo en los teatros y medidas restrictivas como los toques de queda, que han afectado a los horarios de las funciones. “A nivel de estado las diferencias son abismales entre comunidades. Casi todos los teatros de España admiten un 50% de aforo, pero en Euskadi las limitaciones son mucho más restrictivas. Contamos con un aforo máximo primero de 400, luego se pasó a 600, luego 800 y luego otra vez 600. Esto viene a ser un 30% del aforo total. Con estos aforos resulta inviable hacer óperas”, asegura a este periódico el presidente de ABAO, Juan Carlos Matellanes.
Con estos aforos resulta inviable hacer óperas
Debido a las dificultades a la hora de reproducir las obras en ABAO decidieron reinventarse y ofrecer al público recitales con un aforo reducido y un formato de concierto. “Ha sido un éxito, pero los recitales no sustituyen una ópera”, lamentan desde la organización.
“Somos críticos con este tipo de medidas porque todos los teatros han tomado unas medidas ejemplares y los riesgos de contagio han sido mínimos y yo diría que prácticamente nulos. La actividad de la ópera es distinta a otro tipo de eventos culturales. Los espectadores no dan saltos, ni gritan, ni se quitan la mascarilla. El público está sentado, es disciplinado en las entradas y salidas. Además, si tenemos en cuenta el rango de edad de las personas que acuden a la ópera el 99% está vacunado. Yo pondría la mano en el fuego por la cultura y en especial la ópera, que es segura. Tú vas a un concierto de ópera o de música clásica y el grado de interacción es mínimo, incluso los coros cantan con mascarilla. Si yo pensase que la cultura no es segura, directamente no la recomendaría”, señala Matellanes.
El presidente de ABAO calcula que este último año, las pérdidas en su ópera rondan el millón y medio de euros. “Contamos con las aportaciones de los socios que pagan sus localidades al inicio del año, pero muchas personas ante la incertidumbre por la pandemia se han dado de baja. También ha habido un perjuicio en cuanto a patrocinios privados y hemos perdido muchos y si vemos la taquilla, las ganancias han sido prácticamente nulas. Si sumamos todo nos da un millón y medio de pérdidas netas”, apunta.
El año pasado en estas mismas fechas el aforo para eventos como la ópera estaba en 1.000 personas. Ahora, en un recinto como el Palacio Euskalduna donde se realizan este tipo de eventos, con una capacidad de poco más de 2.160 butacas, el aforo es de 600. Algo, que en el sector hace pensar que a la cultura no se le ha dado la importancia merece. “Se han priorizado algunas actividades y es algo lógico, como la actividad económica, la educación o el transporte público, asumiendo riesgos, pero cuando se han tenido que trasladar esos riesgos a la cultura se ha dicho ‘si no hay cultura no pasa nada’ y no se han asumido esos riesgos, que eran mínimos. ¿En un campo de fútbol pueden entrar 10.000 personas y en un teatro solo 600? No tiene sentido”, lamenta Matellanes.
En Donostia, un espacio como Tabakalera cuenta con exposiciones, talleres, cine y conciertos. Se proyectan películas del Festival de San Sebastián-Zinemaldia o de la Filmoteca Vasca, entre otras. Con la llegada de la pandemia, al igual que el resto de centros culturales, en Tabakalera tuvieron que adaptarse a los aforos y buscar nuevos formatos para acercarse al público. “Abrimos paulatinamente con un 50% de aforo y lo hemos mantenido en el 60%, con las nuevas restricciones pasaremos a un 35% en septiembre”, aseguran desde el centro a este diario.
Es seguro porque el espectador está sentado y con la mascarilla puesta durante toda la proyección, no se la quita porque la gente respeta las formas y las distancias se mantienen
Las nuevas medidas en el centro donostiarra se aplicarán en septiembre, puesto que el el Consejo Asesor del Plan de Protección Civil-LABI, presidido por el Lehendakari, Iñigo Urkullu, contempla una excepción: la limitación del 35% de aforo no se aplicará a los servicios y actividades que, previamente y de acuerdo a la anterior regulación en vigor, tengan contratado o reservado un aforo superior, como es el caso de la programación ya contratada en Tabakalera.
“Con el 60% de aforo tenemos 136 butacas y con el 35% tendremos unas 80 por lo que habrá gente que quiera venir a ver las películas y se quede sin entradas. También tendrán un aforo reducido la sala de exposiciones, los talleres y los conciertos”, señalan desde Tabakalera, que aseguran que su espacio “es seguro porque el espectador está sentado y con la mascarilla puesta durante toda la proyección, no se la quita porque la gente respeta las formas y las distancias se mantienen”.
Según las nuevas medidas, que entraron en vigor el pasado lunes 26 de julio, el máximo de personas que pueden aglomerarse en un recinto en eventos sociales, culturales o deportivos no podrá superar los 400 asistentes en interiores y los 600 en exteriores. En recintos con una capacidad de entre 1.600 y 5.000 personas, el máximo en interiores será de 600 personas y de 800 en exteriores, mientras que en recintos con capacidad superior a 5.000 personas, el aforo máximo no podrá superar el 20% y, siempre que sea posible, se establecerán sectores independientes de menos de 1.000 personas, con puntos de acceso y zonas de paso independiente.