El director de cine y guionista del que más se ha hablado este año, Borja Cobeaga, no se ha dejado llevar por el tremendo éxito de 'Ocho apellidos vascos'. Todavía con el revuelo que levantó el desternillante romance entre un andaluz y una vasca, Cobeaga afronta un nuevo proyecto del que se encuentra ya en pleno proceso de postproducción y que presentará en el Zinemaldi del Festival de San Sebastián.
En 'Negociador', Cobeaga deja a un lado la comedia loca para tratar, desde un punto de vista también cómico pero “más melancólico”, las conversaciones del Gobierno con ETA. Una película quizá arriesgada, pero que se acerca al lado humano de uno de los acontecimientos más relevantes de la historia reciente.
El director donostiarra no deja de lado los cortometrajes, un género con el que se encuentra muy cómodo “porque ves los resultados de manera más directa”, y participa en Korterraza, el festival de cortos al aire libre de Vitoria que se celebra estos días en el Artium, con su corto 'Democracia'.
Repites en Korterraza, un festival de cortos en el que colabora eldiarionorte.es. En esta edición presentas ‘Democracia’. Quizá sorprenda ahora mismo, después del bombazo de ‘Ocho apellidos vascos’ que sigas acudiendo a festivales de cortos.
Lo del corto no lo veo como algo de iniciación, me sigue gustando, igual que hacer largometrajes, porque hay historias que no dan para 90 minutos y puedes contarlas en 10, y la verdad es que no me gustaría dejar de hacerlos nunca.
¿Qué te parecen este tipo de eventos como Korterraza, gratuitos, en plena calle y abiertos a todo el mundo?
Pues yo creo que es la manera de difundir los cortos. Ya que las salas de cine no suelen ser un espacio para los cortos -ya de hecho para los largos cada vez menos-, así que cualquier iniciativa de hacerlo diferente, hacerlo para todo el mundo, o con un tono más festivo es una gozada.
Has dicho que el trabajo al que más cariño tienes es 'Éramos pocos', un corto que hiciste hace 10 años, ¿qué tiene el cortometraje que no tiene el largometraje y viceversa?
Sobre todo, el corto tiene mucha inmediatez. En el largo puedes estar dos o tres años metido en el proceso y la verdad es que puede llegar a ser desesperante porque no ves concretado lo que llevas trabajando tanto tiempo. En cambio lo que tiene el corto es que ves los resultados de manera muy directa. Y eso es satisfactorio, porque uno necesita saber que lo que está haciendo tiene un fin y tiene un cierre.
Eres uno de los culpables de desmitificar el denominado 'problema vasco'. Primero 'Vaya Semanita', luego 'Ocho apellidos vasco', y ahora tu nuevo proyecto, 'Negociador', que trata nada menos que las conversaciones del Gobierno con ETA. ¿Estamos ya preparados para ver la vis cómica de este asunto?
Pues no lo sé, pero si piensas en 'Vaya Semanita', es ya de hace más de 10 años. Creo que no es una cuestión de que sea el momento o no, si no que no hay más remedio después de toda la tensión acumulada. De todas maneras creo que el humor no es la única manera de destensar, pero es una de las herramientas. Tampoco es que sea con un propósito sociológico o político, tiene mucho que ver con una realidad muy humana, con algo que ha estado en la calle y que se pone en la pantalla.
En realidad 'Negociador' tampoco se centra tanto en la conversaciones entre le Gobierno y ETA en sí, sino en todo el costumbrismo que rodea un suceso así. Uno puede pensar que es muy solemne y muy grandilocuente, y en realidad está realizado por seres humanos que si duermen mal, o tienen un mal día, eso acaba afectando a un asunto muy importante. Es verdad que tiene un poso cómico, no sé si es directamente una comedia, pero si es verdad que tiene elementos de comedia, pero como puede tener elementos de comedia cualquier cosa que habla de seres humanos en circunstancias extraordinarias.
'Negociador' se presenta en la próxima edición del Festival de San Sebastián , en el Zinemaldi. ¿Cómo crees que reaccionará el público? ¿Crees que hay demasiada expectación por tu nueva película?
Quizá de las cosas más curiosas que puede pasar es que se esperen una comedia con el tono de ‘Ocho apellidos vascos’, cosa que no va a ocurrir. No es una comedia loca de gags y de muchos chistes. Sí es comedia, pero tiene mucho más que ver con un tono más melancólico. Creo que esa expectativa puede tener un punto bueno, y quizás haya gente que se acerque a la película porque conoce mi trabajo, pero también puede tener el punto negativo de que quien espere una comedia loca, no la encuentre.
Este año coincidís en San Sebastián varios directores que no llegais a los 40 años. ¿Está surgiendo una nueva generación de cineastas que toma el relevo?
Sí, me identifico mucho con lo demás, por ejemplo Carlos Vermut, Jose Mari Goenaga, Jon Galaño o Isabela Cuesta. No tenemos mucho que ver entre nosotros, pero sí somos amigos, colegas, y me hace ilusión compartir un escenario así con ellos. Igual en una generación anterior, por ejemplo los vascos, piensas en Médem, Alex de la Iglesia, Bajo Ulloa, Urbizu, que sí que eclosionaron en el largo. Tuvieron su momento en el que sus largometrajes fueron de gran impacto. Nosotros -Jon Garaño o Jose Mari Goenaga- que hemos hecho cortos que sí han tenido un nivel bestial, pero todavía estamos a punto de caramelo para el largo. Creo que todavía no hemos robado la cartera a la generación anterior, porque si comparas cualquier película que hemos hecho hasta ahora con ‘La madre muerta’, con ‘Vacas’ o con ‘El día de la bestia’, no hemos llegado a ese punto, pero bueno, estamos en ello.
¿En qué momento ves el cine español? Más allá del éxito sin precedentes de 'Ocho apellidos vascos', la realidad es que los cines no se llenan para ver películas españolas. ¿No se apoyan lo suficiente, no se promocionan, o no se ha dado con la tecla, y tú lo has conseguido?
Yo creo que es como varias crisis dentro de una. La primera es la económica, la que afecta a todo el mundo y a todas las industrias y gremios, la segunda es la del cine en general, en la que el consumo de salas está siendo cada vez más cuestionado y limitado, y luego ya la crisis del propio cine español, de cierta desconexión con los espectadores. Quizá lo mejor ‘Ocho apellidos vascos’ es que ha metido en el cine a gente que hace muchos años que no iba, y por lo menos en ese punto ha reconciliado a una película con su público. Creo que es un caso puntual, pero no creo que los discursos de “tenéis que ver cines español” o “el cine español está muy bien”, -algo que por otro lado creo a pies juntillas, porque creo que es muy variado, y que la imagen real no corresponde con la realidad- yo creo que hay que convencer a la gente del que el cine español está bien estrenando películas que estén bien, no solo con discursos.
Hace dos semanas el mundo del cine de la cultura se conmocionó con la pérdida de Álex Angulo ¿Cómo has vivido la noticia?
La verdad es que con un gran impacto, porque es de las típicas noticias que no esperas en absoluto. Yo con Álex Angulo no tenía mucha relación, habíamos trabajado en un corto de una manera muy rápida. Sí que era muy amigo de gente que es muy amiga mía, como Ramón Barea o Koldo Sierra, y eso me impresionó. Gente como Álex es la que menos esperas y más lamentas que estas cosas pasen.
Tu proxima cita es este viernes en Korterraza, un festival de cortos ¿Seguirás haciendo cortometrajes?
Sí, sí. Yo seguiré haciendo cortos, comedias locas, y comedias como ‘Negociador’. El hecho que haga ‘Negociador’, que es una película muy pequeña, más personal, y todo eso, no significa que no me guste hacer todavía comedias locas como ‘Pagafantas’ u ‘Ocho apellidos vascos’.